Escribe Jesús Chirino
(Nota Nº 498)
Si bien, como sociedad, avanzamos en la valoración positiva de nuestra flora y fauna autóctona, es claro que necesitamos profundizar ese camino. Para esto resulta necesario conocer las especies propias de estas tierras. Desde la historia podemos aportar acerca de algunos antiquísimos registros de la zona.
Recorremos aquí unas pocas obras de historia, muy conocidas, que mencionan especies de nuestra región.
En algunos casos notaremos que se mencionan algunas que ya no se encuentran en la zona.
Sauces, chañares, algarrobos y durazneros
Tres años antes de la constitución del Virreinato del río de la Plata, Alonso Carrió de la Vandera, en 1771 fechó, en Gijón, la edición de un libro a nombre de de Calixto Bustamante Carlos Inca, alias Concolorcorvo. En la obra cuenta detalles del viaje que desarrolló como comisionado para el Correo, desde Buenos Aires hasta Lima. Allí dice que el Ctalamochita, entonces conocido como río Tercero, «por una y otra banda está bordeado de sauces, chañares y algarrobos. Los pastos no son tan finos como los de Buenos Aires, pero son de más fuerte alimento para los ganados». Otro dato que este viajero apunta acerca de la flora de la región es que «la fruta más común es el durazno».
Debemos destacar que el libro describe el acceso por el Paso de Ferreyra, lugar por donde se vadeaba el río. En la geografía actual estaría ubicado en las inmediaciones del puente Alberdi que une las hermanas ciudades de Villa María y Villa Nueva. De este lugar Carrió señala que «…se puso posta en el paso de Ferreyra, por donde regularmente se vadea el río y se ejecutará con más seguridad con caballos de refresco…». Desde aquí el viajero continuó su recorrido hacia la ciudad de Córdoba. De esa parte del recorrido describe la utilidad de los montes que por entonces cubrían la mayoría de las tierras de la región. Dice: «Espesos montes hasta concluir su jurisdicción. De sus cercanías se provee la ciudad de leña seca en carretillas, que vale cada una cuatro reales, que es suficiente para el gasto de un mes en una casa de regular economía. También se sacan del interior del monte palos para techar las casas y fábrica de varios muebles».
Otro autor que refiere datos de la flora y fauna de la región es Agustín Mino. Lo hace en su libro «Arqueología de la Laguna Honda». Allí describe el desmonte que ya existía para la época en que se escribió el libro, años ´40 del siglo XX. En un párrafo puede leerse: «A catorce kilómetros de la localidad de Tío Pujio -estación del FCCA, próxima a Villa María, provincia de Córdoba- en dirección sud tiene su asiento el casco de la Estancia y Colonia de Yucat, sobre la margen izquierda del río Tercero. El trayecto entre la estación y la estancia está dedicado exclusivamente a la agricultura. La superficie de la tierra no tiene otras variantes que algunas depresiones que otrora fueron brazos de desborde para el río. Los antiguos montes que cubrían la región hoy han quedado reducidos a una pocas hectáreas que se cuidan como un tesoro». Por años se había practicado el desmonte para la producción de leña y carbón. Actualmente queda poco o nada de los montes que Carrió menciona en el siglo XVIII y Mino da cuenta de la merma de los mismos en la década de 1940.
Describe que en la denominada Laguna Honda existen «juncos, espadañas y totoras, cuyos tallos sirvieron a los indígenas de material para su industria textil y donde hoy como ayer, tienen albergue flamencos, gallaretas, biguás, palmípedos de diversas especies y una buena cantidad de nutrias». Entre los árboles de la región destaca «el tala, el algarrobo blanco, chañar, espinillo y diversos arbustos». Son las mismas palabras que Alberto Furlani, en su libro editado en 1996, «Apuntes y reflexiones para una historia de Yucat», escribe sin citar fuente. También agrega a la descripción «vegetales menores… abrojo, cardo, cola de zorro, cactus de distintas variedades, cola de caballo».
Miguel Angel Cárcano también se ocupa de la flora de la región, refiriéndose a la eliminación del monte, en su libro «La sexta república». Allí dice «el ferrocarril trajo también el hacha que desmontó el monte y el arado que hace brotar el trigo y el maíz, el alambrado que cierra los campos abiertos». Este mismo autor habla de una Villa Nueva que supo estar rodeada de «extensos islotes de algarrobos, talas, espinillos, ñandubays (sic), chañares y quebrachos blanco, que la voracidad de los pobladores convirtieron rápidamente en postes y carbón, prefiriendo los beneficios inmediatos a una explotación más razonable. Los campos eran excelentes, con corrientes de aguas naturales que convergían al río Tercero; arroyos como Las Mojarras y el Algodón, lagunas como las de Ochoa y Vera, propicias para los criadores de hacienda. En la costa crecían sauces gigantescos y sabrosos durazneros silvestres».
Gallaretas, zorzales, ñandúes, gatos onza…
En relación a la fauna de la región comencemos con Furlani quien, en la obra que ya mencionamos, refiere especies que vivían en la zona. Así apunta «catita, lechucita de las vizcacheras, perdiz chica y perdiz chica pálida, pato maicero y el biguá, benteveo, carpintero de penacho rojo, chingolo, halconcito común, monjita, pato picazo, tijereta, cotorra verde, gallareta, hornero, paloma cenicienta, pato silbón, ratonera, tordo, carpintero de penacho amarillo, cuervillo de la cañada, garcita blanca, martín pescador chico, paloma torcaza, pato sirirí, tero común, zorzal. Y los mamíferos: comadreja overa, laucha, cuis, ratón de campo, liebre europea, zorro gris, peludo».
Por su parte Mino menciona que entre los restos arqueológicos hallados en Laguna Honda encuentra restos de animales: «cráneos de nutrias, cáscaras de huevos de avestruz –refiriendo ñandú o avestruz americana- y distintos esqueletos y aletas de peces de variadas especies…», que vivían en el lugar. Por su parte Furlani menciona bagres grises, bagre águila, dientudos, mojarritas y viejas del agua. También dice «entre los ofidios, la yarará grande; entre los saurios, la lagartija verde. Los anfibios se hacen presentes con el sapo común, el escuerzo y la rana criolla». Miguel Angel Cárcano habla de vizcachas y «el traicionero gato onza y la tímida corzuela».
Todas estas referencias nos llevan a pensar cómo era el paisaje de nuestra región años atrás, grandes extensiones de montes y la presencia de una fauna más rica que la actual. Existen más obras de viajeros que pasaron por nuestra región en épocas pretéritas y dejaron escritas sus impresiones mencionando flora y fauna. Aquí hacemos un incompleto repaso, igual esperamos que sirva para rescatar este tipo de fuentes a la hora de reflexionar acerca de la importancia de conservar las especies que habitan la región.