Con dos goles de Maximiliano “Ojito” Páez y otro de Rodrigo Márquez, el León venció 3-1 a Alumni y alcanzó a Unión Central en la cima de la Zona Centro
Escribe Beto Arce
Los clásicos siempre tienen ese condimento especial y característico que los diferencian de cualquier otro partido: el barrio, la historia, viejas batallas, finales, ciudades o pueblos vecinos. Todo gira alrededor de esos pequeños detalles. Después, hay fútbol y eso es lo que se vio en la fría tarde de Plaza Ocampo, más allá de gustos particulares sobre cómo debería jugarse a este deporte tan pasional.
En la cancha, Alem fue más que Alumni y supo establecer la diferencia en virtud de su capacidad resolutiva. Luego, con mucha experiencia en cancha entendió a la perfección el significado de “cerrar un partido” y liquidarlo en el intento. El equipo cambió definitivamente la mentalidad desde el arribo del Chopo Morales y su mano pasó en limpio correcciones que mejoraron notablemente el funcionamiento colectivo.
El León cambió muchísimo a lo largo del partido, fundamentalmente en la estructura defensiva, donde todos, excepto Agosto, ocuparon diferentes posiciones en cancha, incluso hasta en el mediocampo, como el Indio Martínez, que arrancó de lateral izquierdo y terminó de volante por derecha. Versátil, adaptable, modificable, quizás sean algunas maneras de definir a este equipo de Alem que fue construyendo la merecida victoria.
Arrancó bien Alumni, disponiendo de la pelota, el correcto traslado y las mejores opciones para abrir el marcador. Galleguillo sacó un buen zurdazo que pegó en la parte externa de la red a los 7 minutos y Delsole fabricó una individual ante la que Gómez respondió en dos tiempos (11’). Pero en el buen arranque fortinero golpeó el León: un pase perfecto entre líneas de Le Roux dejó en soledad a Maximiliano Páez ante Cena y con un toque fuerte y bajo superó al arquero que ya parecía vencido antes de que el Ojito sacara el derechazo (1-0).
Apenas cinco minutos más tarde llegaría la igualdad. El Sapo Delsole ejecutó un precioso tiro libre por encima de la barrera que fue imposible para Gómez pese a la volada que embelleció más aun el tremendo y exquisito disparo. Golazo del hombre más desequilibrante e insistente, premio de eufórico grito para el “Romario de la Liga”.
Pudo aumentar Alumni a través de un intento de Galleguillo desde fuera del área (35’), pero Gómez estuvo bien parado y evitó la caída. Daba la sensación de que Alumni comenzó mejor, regaló terreno y terminó bien nuevamente para comenzar el segundo tiempo, pero los planes no siempre responden como uno espera.
Al minuto del complemento y desde un lateral el tricolor volvió a marcar para desatar la locura de su gente. Pedernera recibió solo y con un preciso centro asistió a Páez, que con un cabezazo impecable y a contra pierna liquidó a Cena. Golazo para aplaudir: por la maniobra en equipo, por el enchufe inicial y por la claridad para ver los espacios hasta terminar en gol.
A partir de allí Alem sacó chapa y relució con experiencia el juego colectivo en esta final que lo llevaría a la punta. El manejo del partido lo puso de nuevo cara a cara con el gol y no falló. Rodrigo Márquez ingresó al área con nitidez visual y control para hacer lo que intentó: gambetear y clavarla en el ángulo con un bombazo, bien de campito. Golazo del Panzón para cerrar el partido antes de lo previsto.
Quedó tiempo para que a los 17’ se fuera expulsado Jacobi por doble amonestación (su equipo remplazo con mucho oficio la ausencia) y para que Ricky Juárez estirara la diferencia (su remate se fue muy desviado). El León viene afilado, llegó a la cima ganando el clásico y es inevitable que el ánimo y la confianza crezcan pensando en el futuro. “Ojito” con Alem: ganó el clásico y es puntero.
La figura
Maximiliano Páez. Fue determinante en el partido. Sus dos instantes de claridad dentro del área los cambió por buenos goles. Jugó cómodo con la compañía de Márquez y Le Roux (los otros dos puntos más altos del juego) y fue remplazado con aplausos a los 22’ del complemento.
El árbitro
Guillermo Gómez. No tuvo problemas para llevar adelante el clásico y tampoco dio lugar a críticas. Dirigió siempre de cerca y cumplió bien su tarea. Correctamente le mostró las dos tarjetas amarillas a Jacobi. Además, los jugadores de ambos equipos cooperaron con el juez para el tranquilo desarrollo.