Se trata de Julio César Vivián, quien confesó los hechos de “abuso sexual gravemente ultrajante” cometidos durante siete años en perjuicio de la hija de una expareja. La pequeña sufrió y fue obligada a practicar manoseos y tocamientos obscenos
Un villamariense fue condenado ayer a seis años y seis meses de prisión de cumplimiento efectivo, al cabo de un juicio abreviado sustanciado en la Cámara del Crimen de esta ciudad.
La pena recayó en Julio César Vivián (42), quien fue declarado autor penalmente responsable del delito de “abuso sexual gravemente ultrajante continuado”, por una seguidilla de hechos cometidos desde 2005 hasta 2012 en la vivienda que ocupaban víctima y victimario.
Vivián, nacido el 20 de febrero de 1975 y con último domicilio en barrio Ameghino, se encuentra detenido desde hace casi dos años (julio de 2015), luego de ser denunciado por la madre de la criatura, a la que sometió a manoseos y tocamientos impúdicos, aunque también la obligó a que ella hiciera lo propio con sus genitales.
La investigación judicial permitió determinar que no hubo acceso carnal (es decir que la niña no fue violada), aunque los hechos se registraron de manera continuada, en fechas no establecidas con exactitud, pero comprendidas entre 2005 y 2012.
La menor tenía entre 5 y 12 años al momento de producirse los reiterados abusos y en la actualidad está próxima a cumplir los 17.
A puertas cerradas
Como se trataba de una causa de instancia privada, en la que la víctima era -y sigue siendo- menor de edad, la audiencia de debate se realizó a puertas cerradas, por lo que no se permitió el acceso a la sala del quinto piso de Tribunales del público en general y de los medios de prensa en particular.
Según trascendió, al momento de ser detenido Vivián se dedicaba tareas del ámbito de la construcción, realizando reformas o reparación de edificios, y tiempo atrás estuvo radicado en Villa Nueva.
A poco de comenzado el debate y tras la lectura de la pieza acusatoria, el imputado declaró en relación a los hechos y asumió su responsabilidad, lo que posibilitó que el juicio se realizara bajo la modalidad de trámite abreviado, es decir omitiéndose la recepción de pruebas testimoniales.
El juicio fue presidido por el camarista René Gandarillas y contó con la participación del fiscal Francisco Márquez y de los abogados Gustavo Murugarren y Sebastián Elía (codefensores de Vivián), con la Secretaría de Gabriela Sanz.