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En un comedor de La Calera se preparan su propio almuerzo

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En un comedor de La Calera se preparan su propio almuerzo
Quienes lo desean, se acercan a la cocina, pero no es un condicionante para asistir al comedor

Funciona en un salón que pertenece a la Iglesia Evangélica y donde, además, se dictan talleres culturales. Los responsables financian las comidas con un programa de padrinazgo que, sumado a las donaciones, les alcanza para sostener la actividad. Aseguran que los niños se fueron acercando a la cocina y ahora se convirtió en un taller “que puede terminar siendo un oficio más adelante”

Quienes lo desean, se acercan a la cocina, pero no es un condicionante para asistir al comedor

Cuando llega el mediodía en el comedor “Abrazos y buenos tratos”, de barrio La Calera, un primer grito de “¡a comer!” es secundado rápidamente por otro y por otro. Y así, los niños que allí asisten se van avisando que la comida que parte de sus compañeros preparó esta a punto de ser servida.

Minutos antes de la voz de “alerta” -que desata una carrera hacia las mesas- una parte de esos mismos pequeños que acuden cada sábado al lugar estaba concentrada al máximo, desparramando salsa sobre las prepizzas, cortando el queso o agregando trozos de jamón. Pero siempre entre risas y turnándose cuando otro deseaba jugar un rato a ser cocinero.

El comedor solidario que funciona en un predio que pertenece a la Iglesia Evangélica brinda el almuerzo solo los sábados, los días en que no lo hace el Caritas Felices, del mismo barrio.

Antes las comidas se brindaban en el garaje de una casa de familia y actualmente en Castelli al 1150, en un salón con un patio generoso; todo montado sobre el predio que cedieron desde la entidad religiosa mencionada.

En total hace más de 10 años que un grupo de personas llega desde otros puntos de la ciudad a La Calera para llevar a cabo los almuerzos de cada sábado.

Fernando es arquitecto, Cecilia bioquímica, Carlos exbancario y hacen posible lo que allí sucede con la colaboración de otras personas que se acercan a poner el cuerpo, a asistir y otras que realizan aportes económicos para sostener el proyecto.

En el salón también se festejan cumpleaños de vecinos y se dictan talleres (ver página 13)

Durante la semana también hay talleres culturales y el edificio se presta a vecinos para que festejen sus cumpleaños, entre otras cosas.

“Uno viene a este lugar no con una actitud de benefactor, sino para comunicarse con otro y que el otro entienda que nos importa su afecto”, asegura Fernando Baruj, uno de los referentes de Abrazos. El entrevistado comenta que meses atrás no podría haber abandonado la cocina para charlar como lo hizo con este medio.

Pero ahora los “bajitos” tomaron el sartén por el mango, literalmente. Desde que se empezaron a meter en la producción de alimentos se fue convirtiendo de a poco en una especie de taller de cocina.

 

Pensar en el otro

Fernando Baruj es arquitecto y en diálogo con EL DIARIO habló sobre el origen del comedor que funciona todos los sábados al mediodía en La Calera.

“Es un salón polifuncional que no solamente sirve para el comedor o para transmitir algo de la fe, sino que se presta para cumpleaños o eventos sociales”, aclaró al comienzo.

 

-¿Cómo llegan a este lugar?

-Este fue un predio que se compró hace muchos años y se iba a anexar como patio al centro asistencial. Con el tiempo se decidió construir este salón porque el comedor y algunas casas bíblicas funcionaban en una casa de familia que la Iglesia también había donado, pero con el tiempo quedó chico el lugar y hubo algunas complicaciones.

La familia Chacoma era la que en su casa albergaba las distintas actividades de la religión evangélica en La Calera, hasta que existió el salón de Castelli al 1150, donde funciona “Abrazos y buenos tratos”.

 

-¿Cómo llegan los chicos a la cocina?

-Con el tiempo los mismos chicos se incorporaron a la cocina y ahora funciona casi independientemente de mí. Hay toda una actitud acá, el nombre que le pusimos es porque queremos tratar de poner en valor las cosas buenas que tienen los chicos, tratarlos bien afectivamente, considerarlos, en definitiva, mostrar que realmente nos importan.

Uno viene a este lugar no con una actitud de benefactor, sino para comunicarse con otro y que el otro entienda que nos importa su afecto.

-¿Cómo se organizan a la hora de cocinar?

-Hay una cosa que tiene que ver con el amor propio y con darse cuenta que también lo hacés para otro.

Hay que valorar el trabajo que hacen, poner en evidencia el gesto que tienen, más allá de lo caótico que puede ser. Esto no es una cocina donde yo soy el chef y ellos los ayudantes, para nada. Es una situación que en el desorden genera una trama de afecto.

 

Becas para comer

Fernando Baruj está al frente de la cocina y es quien les da a los chicos los tips para que puedan ayudar

Desde “Abrazos…” reciben bastante apoyo de ciudadanos solidarios, como un matrimonio que hace tiempo aporta para las comidas, además del dinero que los mismos adultos que llevan adelante el espacio a veces tienen que poner para que funcione.

Ahora están promoviendo un sistema de becas o padrinazgo, que consiste en que cada colaborador pueda aportar $15 por sábado para la comida de una persona.

Los días que no se cocina carne, suelen gastar unos $600 para brindarle el almuerzo hasta a unos 40 niños.

“Queremos que alcance para cubrir las necesidades que tenemos, que no se generen excedentes, que son los que siempre causan problemas”, aseguró Fernando. Para colaborar, pueden hacerlo llamando al 3534228618 y participar, ya sea con donaciones o ayudando en el lugar.