Alassia, uno de los impulsores, dijo que creció la demanda social y la cantidad de pequeños que asisten a las copas de leche. Contó que se encuentran con situaciones muy duras
Las copas de leche de la Juventud Sindical del Sindicato Unico de Recolectores de Residuos y Barrido de Córdoba (Surrbac) tienen una característica que las distingue de otros emprendimientos solidarios similares que se llevan adelante para acercarles una comida a los sectores más vulnerables: la motorizan los hombres.
En la ciudad cuentan con cuatro espacios, aunque momentáneamente están funcionando dos. Ocurre que se está haciendo una reforma en el del barrio San Martín y, por otro lado, hubo un conflicto en el que se concretaba en La Calera (ver recuadro), pero marchan los de Las Acacias, en Villa María, y de Los Olmos, en Villa Nueva.
Es lo que contó Ariel “Piquito” Alassia, uno de los impulsores de estos comedores, a EL DIARIO.
Todas las copas de leche funcionan los sábados, pero, además, tres días a la semana están acompañando a la escuelita de fútbol La Esperanza en la vecina ciudad y en la San Lorenzo, del barrio Las Playas.
Asimismo, se empezó a atender la problemática de adultos mayores con entrega de bolsones en el barrio San Martín. En este caso, “estamos analizando la posibilidad de dar dos cenas para los abuelos”, apuntó Alassia.
Los recolectores también se centran en la ayuda social a través de entrega de prendas de vestir. “Por medio de nuestro trabajo también nos encontramos con mucha ropa, porque hay vecinos que las tiran, aunque las separan en bolsas y hacen que las distingamos”, contó. Dijo que desde sectores particulares como los barrios Palermo, General Paz o Rivadavia esto es más común. “Nosotros las lavamos y luego las entregamos a quienes lo necesitan”, explicó.
La Juventud Sindical del Surrbac lleva cuatro años de tarea social en estas dos ciudades. “En el último año y medio o dos creció en un 50% la demanda. Se nota la falta de trabajo genuino; se les hace difícil a padres que vivían de la changa”, analizó. “Antes, alguien buscaba a una persona para que le cortara el césped del patio, pero ahora lo hacés vos mismo porque no tenés plata o no podés gastar en eso”, ilustró.
Este contexto socioeconómico repercutió en las copas de leche. “Creció la cantidad de niños en un 30% o 40%. En Villa Nueva pasamos de 15 ó 20 a 35, 40 nenes. En La Calera se dio el crecimiento más grande. Al San Martín iban unos 25 hasta en enero que cerramos”, puntualizó el también boxeador.
En esos lugares se topan con duras situaciones. “Hay un ambiente de extrema violencia y los niños buscan en nosotros contención y apoyo. Les encanta que estemos, que podamos hacer un picadito. Buscan despejarse de los problemas”, comentó.
De cara a lo que se viene, Piquito señaló que están muy interesados con la Secretaría de Inclusión de la Municipalidad de Villa María en trabajar en la apertura de talleres. “La meta es que haya menos copas de leche, no más. Lo que hay que ver es generar la posibilidad de que los padres obtengan sus propios ingresos”, remarcó.
También, como se dijo líneas más arriba, la intención es apuntar hacia la tercera edad, “porque tienen muchas necesidades y las jubilaciones no alcanzan”.
En este sentido, valoró a Claudia Arias, la titular de Inclusión del municipio. “Está en lo que sea y para lo que necesitemos: medicamentos, viviendas, siempre a disposición”.
Respecto al municipio villanovense, dijo que recientemente comenzaron a trabajar con el intendente Natalio Graglia y su hermano Franco y “se está viendo de profundizar la copa de leche”.
Estos proyectos son motorizados por los hombres de la recolección, “siendo acompañados también por las chicas de la universidad que van con juegos, pintura, arte”.
“La premisa es mirar al compañero que está sin trabajo y con necesidad. Resalto el compromiso de todos. Esto no demanda dinero, sino tiempo, dejar a nuestras familias, y lo hacemos fuera del horario de trabajo”, remarcó Alassia, quien también agradeció a los Saillén, quienes impulsaron esta tarea social.