El extraordinario e inédito volumen de información disponible en Internet y el crecimiento brutal de la interacción con otros en las redes sociales -dos fenómenos de la época que cambiaron el mapa de acceso a la información y de comunicación interpersonal- también tienen sus efectos colaterales. Se trata de un trastorno de ansiedad que los especialistas sintetizaron en la sigla en inglés FOMO (fear of missing out, o miedo a perderse algo, en castellano, que algunos citan como MAPA), que es el temor a no estar informado sobre actividades que se desarrollan en los escenarios virtuales donde habitualmente nos movemos, y a los que no podemos asistir, por ejemplo, por estar trabajando o durmiendo.
“El FOMO refiere a la sensación de ansiedad que provoca saber que un evento emocionante o interesante puede estar sucediendo en otros lugares y no estoy siendo parte de eso. Y pone en primer plano dos cuestiones en el mundo actual: la gran cantidad de situaciones o información que no podemos abarcar al mismo tiempo y la comparación con la vida de los demás. Aparecen sentimientos de ansiedad, angustia e inferioridad frente a no poder disfrutar de lo que hacen o tienen los demás”, explicó a revista Cabal Valeria Becerra, psicóloga del Centro de Investigaciones Médicas en Ansiedad.
La tecnología hizo que se llevara a un extremo aquella certeza de saber que no podremos leer todos los libros, escuchar todos los discos o conocer todas las ciudades que querríamos, hecha explícita por la serie de angustiantes libros sobre el millar de cosas que “hay” que hacer o conocer en diferentes rubros antes de morir. “A pesar de que el sentimiento de estar perdiéndose de algo no es nuevo -agrega la especialista- y podemos pensar que algunas personas, generalmente con rasgos obsesivos de personalidad, podrían verse también abrumadas en el pasado por la necesidad de conocer todo sobre algún tema específico, lo que lleva a definir este síndrome en la actualidad como algo novedoso es la gran cantidad de personas que perciben cómo su calidad de vida se ve afectada cotidianamente por el uso de las nuevas tecnologías”.
Y agrega: “Las personas tenemos una necesidad natural de socializar y estar conectados con los demás, que encontramos en las redes sociales una manera fácil de evitar el aburrimiento y poder estar al tanto de la vida de los otros. Imágenes de una fiesta, un recital, un viaje, una cita perfecta, son constantes disparadores de nuestra autoestima y de la sensación de que siempre hay algo más estimulante o divertido que deberíamos estar haciendo. El sentirse excluido o sentirse menos exitoso por no alcanzar determinado logro personal suelen ser las consecuencias negativas más comunes provocadoras de síntomas de ansiedad o depresión”. Pero también, explica Becerra, aparecen otros desencadenantes de este fenómeno: perdemos la capacidad de disfrutar el momento presente por estar comparando nuestra situación a la de los demás o por sentir la necesidad de compartir en ese instante lo que estamos haciendo para que los demás sientan lo que se están perdiendo.
Hay algunas características comunes entre quienes hacen un uso excesivo de las redes sociales y suelen presentar FOMO:
- Lo primero que hacen al levantarse y antes de ir a dormir es consultar las redes sociales.
- Pierden horas de descanso por estar conectados.
- Se sienten frustrados si no reciben likes en sus publicaciones.
- Están pendientes de las actualizaciones de estado de sus amigos.
- Se conectan a las redes aún cuando están en un evento social o reunidos con amigos.
- Tienen necesidad de fotografiar y publicar todo lo que ven o hacen.
- Experimentan cambios de ánimo frente a las publicaciones que ven en las redes sociales.
- No dejan de pensar en las redes cuando no están conectados.
“El miedo a perderse algo-señala Becerra- puede llevar a que la persona empiece a sufrir nomofobia (del inglés no-mobile-phone-phobia), que es el temor excesivo a quedarse sin conexión a Internet, por lo que deben asegurarse tener batería, crédito o Wifi de manera constante. Presentar sudor, mareos y falta de aire pueden ser algunos de los síntomas comunes en estos casos. Otras conductas que pueden asociarse al temor a perderse de algo tienen que ver con la incapacidad de concentrarse en una actividad por mucho tiempo sin ser interrumpidos por la navegación en las redes, interfiriendo en el rendimiento escolar o el desempeño laboral”.
Es que no se trata solamente de un hábito, sino que puede convertirse en un verdadero problema cuando empieza a afectar las actividades cotidianas de una persona que no puede parar de acceder a las redes sociales, independientemente de que lo haga solo para ver qué pasa o para interactuar con otras. Esta conducta puede provocar inconvenientes en el trabajo, el estudio, el sueño, la alimentación y hasta en los vínculos personales que se dan en la vida real y no en la semificción de la virtualidad.
Para manejar el FOMO
- Vivir el aquí y ahora. Aceptar que siempre va a haber algo que te estás perdiendo. Aprender a relajarse y disfrutar lo que se tiene en el momento presente es el desafío de la modernidad.
- Desconectarse. Elegí no estar conectado algunos días a las redes sociales, para experimentar cómo esto impacta en tu estado de ánimo y calidad de vida.
- Usar la tecnología a tu favor. Hay gran cantidad de aplicaciones que podés bajar a tu celular para controlar el uso excesivo de las redes sociales, o bien decidir eliminar estas aplicaciones de tu móvil y conectarte únicamente por la computadora.
- Ser realista. Lo que se refleja en las redes sociales no siempre es la realidad. Comparar tu vida con esa “vida perfecta” puede afectar tu autoestima y alterar tu bienestar emocional.
- Abandonar las comparaciones. Centrarte en tus proyectos y la forma de alcanzarlos suele ser más útil que sentirte mal por los logros ajenos.
- No vivir para tus redes. Estar más preocupado por subir una foto de un evento que de disfrutarlo puede ser una señal de que es mejor desintoxicarte de las redes.
- Buscar ayuda. Aquellas personas que vean sus vidas gravemente afectadas pueden realizar terapia cognitivo conductual buscando modificar los pensamientos y las conductas asociados al uso excesivo de Internet, así como los síntomas ansiosos y depresivos.