Se cumplen hoy 48 años de la primera victoria del auto que creó el villamariense Heriberto Pronello. Una belleza de la ingeniería que puso “a volar” a Reutemann y Pascualini
Escriben: Diego Pellegrini y Adolfo Carlström
Hace una semana, el constructor villamariense Heriberto Pronello fue reconocido en la ciudad por todo lo que hizo para hacer trascender no sólo esta tierra, sino también la vecina Villa Nueva. Una trascendencia no solamente en el país, sino en el mundo.
En tal ocasión fue presentado el mítico Huayra, que fuera encontrado y reconstruido por Ricardo Zeziola (Buenos Aires). Además estuvo en Villa María, Carlos Pascualini (de Villa Carlos Paz), quien fuera el piloto que condujo a esa máquina en el autódromo de Rafaela, donde hace 48 años alcanzaba su primera y única victoria.
Origen del nombre Huayra
Pronello cuenta: «Una parienta mía que estaba de novia con un artista plástico vio la maqueta que había hecho para las pruebas en el túnel de viento y al ver las formas que tenía, dijo: «Este auto tendría que llamarse Huayra, que significa ‘viento’ en Lenguas quechuas. Y así se llamó, nomás».
Historia
Desde hacía algún tiempo Pronello venía discutiendo en charlas de café con sus amigos acerca de las líneas de los autos del TC de esa época, haciendo referencia a la Galera de los hermanos Emiliozzi, el Tractor de Eduardo Casa y la Coloradita de Juan Manuel Bordeu, entre otros. Fue así que comenzó a diseñar algunos autos con nuevas líneas aerodinámicas, realizó varios moldes de yeso, tanto en escala real como en 1/5, con la idea de revolucionar el ambiente del Turismo de Carretera.
Comenzó a trabajar junto al equipo IKA, pero siempre con los modelos de Torino y así surgieron las distintas Liebres, quedando el proyecto de lado, esperando una nueva oportunidad.
A mediados de 1967, James Mc Cloud, por entonces presidente de IKA, le pidió a Pronello que adapte su proyecto para la construcción de un nuevo TC, evolución de la Liebre I.
Sin embargo, dado el escaso tiempo disponible, y el requerimiento de Mc Cloud de que llevara un buen número de componentes de fábrica, la maqueta (concebida para llevar mecánica Torino), que por entonces ya tenía invertidas unas 500 horas de trabajo, quedaba nuevamente relegada. Hubiera sido nada menos que la Liebre II, que efectivamente fue una evolución directa del Torino.
Tiempos después, la filial argentina de Ford buscó recuperar los laureles de otros años y eso le permitió a Pronello reflotar su proyecto original: el Huayra, que finalmente giró por las pistas argentinas.
Pilotos
Carlos Reutemann, que venía de un buen año anterior con el Falcon “angostado”, y Carlos Pascualini, fueron los designados para correr en Sport Prototipo, en tanto Jorge Ternengo y alternativamente Carlos Reutemann o Pascualini lo harían en TC con los Halcón. Sobre este auto, cabe decir que si bien en aspecto es casi igual al Huayra, debido a cuestiones reglamentarias era 19 centímetros más largo, y además poseía un chasis -réplica del que equipaba por entonces al Jeep Bronco- además de tener llantas más angostas, entre otras diferencias. Por su parte, se disponían otros dos Halcones para Bautista Larriestra y Dante Emiliozzi, en carácter de pilotos particulares con apoyo de fábrica.
Pruebas
En 1969 Pronello probó su propio auto, girando en el Oscar Cabalén, buscando adaptar al nuevo motor.
Sin embargo, aparecieron los problemas. El 22 de marzo Pascualini tuvo una salida de pista violenta en el autódromo, dañando bastante al Huayra, y de inmediato comenzaron algunas críticas hacia Pronello, que iban a recrudecer cuando el 22 de abril, probando en Buenos Aires, se produce un incendio que destruye en forma casi total el auto. No obstante, Ford mantuvo su apoyo.
Salida a pista
El debut recién se produjo el 18 de mayo en el Cabalén.
Los Huayra de Reutemann y Pascualini empataron el segundo puesto de clasificación, aunque debieron abandonar por problemas mecánicos. Y en la carrera siguiente disputada en Rafaela, el 22 de junio, se produjo el único triunfo absoluto. Recordamos ese fin de semana que mostró la mayor superioridad sobre el resto. El circuito era el mismo óvalo actual, sin chicanas de ninguna especie, aunque girando en sentido de las agujas del reloj.
Ya en las pruebas de clasificación demostraron que eran los autos a vencer, la pole position fue para Reutemann a un promedio de 231,223 km/h, seguido a 7 décimas por Carlos Pascualini.
Al día siguiente, desde el mismo momento de la largada de la primera serie a 40 vueltas, los dos autos azules se fueron adelante, tirando juntos y literalmente copiando los tiempos (empataron el récord de vuelta en 1’ 13’’ 8/10 a 225,583 km/h), hasta que promediando la misma se quedó “Lole” por problemas mecánicos. Pascualini ganó la serie por casi un minuto de ventaja sobre Juan Manuel Bordeu y también se impuso en la segunda serie, con lo cual se adjudicó la prueba a un promedio de 216,078 km/h, récord para ese año en Sport Prototipo.
En esa carrera debutó Jorge Ternengo con un Halcón, debiendo también abandonar la carrera. Al respecto, Picho Pascualini contó: “Me acuerdo que nos zambullíamos en los curvones casi a 300 km/h, fue cuando anduve más rápido arriba de un auto de carrera. Sin embargo el Huayra se agarraba muy bien, estaba equilibrado, doblaba y frenaba en forma impecable. Sin dudas fue el triunfo más importante de mi carrera”.
Primera Pole
Pascualini, quien fuera el piloto que obtuvo la primera pole position en Maggiolo al volante del Huayra-Ford, recordó: “Faltaban 15 minutos para terminar de clasificar y Copello estaba adelante. Se acerca Oscar Gálvez y me pregunta si podía bajar el tiempo, a lo que le respondí que sí. Como ya atardecía, le pedí al ingeniero Mikulán unos anteojos de sol Ray-Ban porque el sol me daba de frente en un sector del circuito. Salí y bajé el tiempo en medio segundo”.
Efecto suelo
El Huayra tenía el denominado efecto suelo, innovación técnica revolucionaria para un auto de competición. Es cuando el aire que entra entre el vehículo y la carretera aumenta su velocidad a medida que el espacio entre las dos superficies disminuye.
Por lo tanto, este efecto puede ser explotado para aumentar la carga aerodinámica que empuja la parte inferior de los coches hacia abajo.
Este detalle aplicado al Huayra por Heriberto Pronello, recién fue incorporado en la Fórmula 1 por Lotus en el año 1970; era algo inédito en el mundo del automovilismo.
Reconstrucción
Ricardo Zeziola es el propietario del Huayra 002. Y le contó el por qué a EL DIARIO: «Hice una réplica de un Halcón que posteriormente lo vendí a un coleccionista; una persona me llamó para hacer saber que en la provincia de Córdoba había un Huayra en un campo (me solicitó como condición que si lo compraba, me pedía por el dato una camioneta Saveiro). Accedí, me llevó al lugar y allí me encontré con el auto destruido, con algunas partes de tren trasero. De las cuatro llantas había dos que estaban rotas, al motor le faltaban algunos elementos… Hicimos negocio, lo llevé a Buenos Aires y con la ayuda de Heriberto Pronello lo pudimos terminar”.
“He recibido en los últimos días ofertas no sólo de nuestro país, sino del Viejo Mundo y el precio oscila entre los 600 mil y 800 mil dólares, pero no lo voy a vender porque esta es una pieza única, según me dijo Heriberto este auto está en mejores condiciones que cuando corría. Lo hicimos de cero y lo mejoramos aún, estoy feliz de poder mostrar esta unidad en Villa María, aunque nació en Villa Nueva».