Escribe Jesús Chirino
Nota Nº 503
El ocultamiento de la importancia de la mujer en la historia ha sido una constante. En Villa María tenemos, por ejemplo, la repetición de la lectura que han realizado numerosos historiadores de las memorias de Bernardo Fernández.
Ese documento menciona los supuestos primeros moradores de esta localidad, sin dejar muchas pistas de las mujeres que acompañaron los hombres que allí figuran. Esto también pasa en el registro de la historia a nivel nacional, al igual que en lo que respecta a lo social.
Así se opera sobre una visión del pasado mediante una suerte de desfeminización de la historia. Se sustrae el registro de la presencia femenina en diferentes ámbitos.
También suele darse la ubicación de lo femenino en posiciones subalternas. Todo esto suele sostenerse en operaciones lógicas que inician en verdades, pero terminan en simples justificaciones que poco han tenido que ver con lo que pasó. Se parte del reconocimiento del rol subalterno de la mujer en la sociedad para, erróneamente, concluir que la misma no jugó un papel verdaderamente importante en el desarrollo de la historia.
Todo esto se acentúa cuando se trata de la mujer trabajadora. Salvo honrosas excepciones y las investigaciones que se vienen haciendo en estos últimos años, es difícil encontrar el reconocimiento del papel activo e importante que tuvieron las mujeres trabajadoras en la historia.
En el pago chico también existe una historia oficial a la cual le cuesta mucho reconocer el papel de las mujeres trabajadoras. Claramente son olvidadas quienes se animaron a romper moldes y, de manera valiente, lograron escapar al mundo de lo privado que les asignaba la sociedad de entonces. Algunas de ellas tuvieron activa participación en la lucha obrera y estudiantil.
La de los 30 fue una década en la cual se registró una activa participación femenina en las luchas de esos sectores. Durante esos años se registra la actividad de organizaciones obreras con importante participación femenina o directamente dedicadas a la defensa de las trabajadoras. Una de ésta fue el Centro Obrero Femenino, organización que funcionó en calle Buenos Aires al 1337, donde tenía su sede el Sindicato de Oficios Varios. Resulta inevitable el recuerdo de este centro a la hora de repasar los ámbitos desde los cuales entonces se articuló la lucha por los derechos de las trabajadoras villamarienses.
En los mismos años, durante pleno avance fascista en el país, en nuestra ciudad se creó el Frente Estudiantil Anti-Fascista. Fue una iniciativa del estudiantado del entonces Colegio Nacional, el mismo que luego pasaría a denominarse Instituto Secundario Bernardino Rivadavia. Allí se destacaron algunas mujeres, entre ellas podemos citar a Luganda Lara, Rosa Gladstein y Onfalina Casas. Jóvenes que participaron en las distintas actividades del mencionado Frente Estudiantil.
En la misma época Angélica Agüero Belga, en 1936, era la secretaria de la filial local de la Confederación Nacional de Maestros. Su nombre no puede despegarse del largo camino de la lucha sindical de los docentes. Entonces el liderazgo de la agremiación, en Villa María, era ejercido por Santos Caggia, pero Angélica tuvo un papel activo, es así que, por ejemplo, representó a los docentes locales ante el Primer Congreso de Maestros de la provincia de Córdoba.
El haber sido la delegada al primer congreso de maestros cordobeses no es un dato menor y quizás debería ser tenido en cuenta ahora que se están señalizando lugares importantes en la ciudad. Cuando Angélica Agüero Belga fue a representar a las compañeras maestras, la sede de la Confederación Nacional de Maestros funcionaba en calle Perú al 237.
Juana de Rosales fue la pro-tesorera del Congreso de la Federación Obrera Villamariense, constituido durante 1936, el mismo año en que se inició la guerra civil española. Bernardino Calvo, en el Tomo I de su “Historia Popular de Villa María”, sostiene que en su primera declaración de la Federación formuló una dura crítica al Gobierno por la persecución de los militantes obreros, la clausura de sindicatos, la prohibición de actos, la desocupación creciente y “porque en el orden local se violan las leyes obreras y se desconocen los legítimos derechos que las mismas acuerdan a los trabajadores”. Lamentablemente en nuestro trabajo investigativo no pudimos dar con el apellido de soltera, pero eso no le quita mérito a la participación de Juana de Rosales en una organización que luchó por los derechos de los trabajadores.
Durante el mismo 1936, el 30 de agosto, en nuestra ciudad se fundó la Asociación Femenina Antiguerrera, que se proponía luchar contra los presupuestos militares y la guerra, a la vez que demandar el aumento de los salarios que percibían los integrantes de la clase trabajadora.
Poco tiempo después y en el mismo contexto de lucha contra el fascismo y el ataque a problemáticas sociales como lo era la desocupación, el 3 de octubre, la Federación Obrera realizó un acto en la esquina de San Martín y Buenos Aires. Allí, con la participación de otros importantes dirigentes gremialistas de la ciudad, subió a la tribuna para hacer escuchar la voz femenina la dirigente María de Moreno, quien luchaba por los derechos de las mujeres trabajadoras de Villa María.
En la misma época, la posición femenina también se hacía sentir en la defensa de aquellos que eran perseguidos por su ideologías. Por ejemplo, Sara L. de Barcky, integraba el Comité de Defensa Popular.
Esta organización había quedado constituida en una reunión desarrollada en el Cine Capitol, el 25 de julio de 1936, y tenía como objetivo ayudar a los militantes sociales perseguidos “sin distinción de ideología” y pedir la derogación de la estructura jurídica y organización estatal que por entonces hacía legal la persecución de quienes profesaban el comunismo.
En 1938, ya bajo la Gobernación provincial de Amadeo Sabattini, que era una bocanada de aire fresco ante el sombrío panorama de la situación nacional, la lucha sindical continuaba. En ese período debemos recordar a las mujeres de la fábrica de calzados Tate.
Allí se produjo un importante conflicto entre la patronal y el personal. Ante el pago de salarios mínimos los trabajadores presentaron demandas antes las cuales los patrones respondieron cerrando las puertas de la fábrica. La participación femenina en el conflicto no solo estuvo dada por la cantidad de trabajadoras que fueron cesanteadas, sino también por la participación de entidades gremiales que rescataban la importancia del trabajo y la lucha femenina.
Es así que participó del conflicto la Sociedad de Obreros y Obreras del Calzado y, dentro de la misma fábrica Tate, se constituyó la Sociedad de Obreros y Obreras de Tate, que intervino activamente en la solución del conflicto gremial, instancia en la que jugó un rol trascendental Sabattini. Entre las dirigentes gremiales que participaron en las tratativas, estuvo Elena Bucolino, representando a los trabajadores de Tate.
Son estas algunas de las organizaciones y nombre de mujeres que lucharon por los derechos de las trabajadoras en la ciudad.