
Una joven relató la experiencia que tuvo con mensajes “subidos de tono” de parte de Sergio Pindo. La comunicación se extendió por un mes aproximadamente, pese a que prácticamente no hubo respuestas de parte de ella
Al leer en EL DIARIO la noticia en la que se abordó la denuncia por acoso sexual a una menor de edad a través de las redes por parte del exfuncionario municipal Sergio Pindo, la joven de 24 años E. G. rememoró lo que le tocó vivir durante marzo de este año.
“El lenguaje era el mismo: ese desubique de que le gustan las nenas o que puede ser mi papi. Yo me pude defender porque no le contestaba y en un momento lo paré pidiéndole que no se desubique. Pero entiendo que hay gente que no puede defenderse frente a estas situaciones”, dijo la joven a nuestro medio.
El contacto con Pindo fue por una cuestión laboral: “Yo tenía que hacer unas fotos como modelo de un salón de belleza y la empresa había contratado a este hombre para ese trabajo”, dijo.
Tras los primeros cinco o seis mensajes de índole laboral, le siguieron otros “subidos de tono”.
“Acepté venir a EL DIARIO porque es evidente que usa la misma estrategia, el mismo tipo de palabras. A mí también me invitó a su casa. Es claro que la chica cuya familia denunció no fue la única. Uno por no exponerse termina cubriendo esos hechos desagradables”, dijo.
Al relatar algunos de los mensajes recibidos, recordó que “empezó diciéndome que era muy bonita y que le gustaría hacerme un book de fotos. Al principio no me pareció tan mal, pero después sugirió que el book fuera con fotos sexis o vestida de nena”, agregó. “Después hacía comentarios sobre mi cuerpo, buscaba fotos mías en Instagram y en otras redes sociales”, dijo.
“Gente que lo conoce me había advertido que no era muy confiable, así que directamente, junto a mi mamá hablamos con la dueña de la empresa y le dijimos que no iba a hacer las fotos con ese hombre”, planteó.
Pese a que ella cortó la comunicación dejándole de contestar e interrumpiendo la eventual relación de trabajo, los mensajes seguían. “En un momento le pedí que no se desubique. Después de eso vinieron algunos mensajes más hasta que se terminó”, agregó.
“Si me lo cruzo, lo evito, porque me parece lamentable que las mujeres tengamos que recibir este tipo de mensajes. Es cierto que te pasa también en la calle, que te dicen cosas sobre tu cuerpo, como invadiéndote. Es común, pero nunca hay que aceptarlo como algo normal”, dijo.
Ella borró todos los mensajes. No quería que le quedara ni el recuerdo ni la imagen de esa correspondencia virtual. “Igual, si la Justicia me llama, iría. Si pueden rescatar los mensajes del teléfono, lo dejo a disposición. No quisiera que nadie más pase por esto”, concluyó.