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“La naturaleza siempre nos marca su territorio”

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“La naturaleza siempre nos marca su territorio”

Escribe Luciano Pereyra

Cartel que identifica al lugar como Patrimonio Histórico

Entre el 14 y 28 de febrero de 2014, las ciudades de Villa María y Villa Nueva sufrieron, luego de 30 años, la peor inundación que los contemporáneos pudimos presenciar, demostración magnífica del río más caudaloso de la provincia de Córdoba y que sirvió para que autoridades, inversionistas inmobiliarios y la comunidad en general entendieran que no fue un sueño de trasnochados el proyecto del Ingeniero Luis Huergo con su «Canal de Córdoba al Paraná» o las ideas del Deán Funes o Mariano Fragueiro de convertir al Tercero en río navegable.

Desagüe del Ctalamochita por la Cañada de los Castañones

En la actualidad, con un río bajo, un comité de cuenca creado, las defensas ¿consolidadas? un otoño con lluvias, pero que no hace pensar una crecida, debemos reflexionar sobre lo ocurrido hace apenas tres años atrás.

Cabecera del puente construido en 1891 y arrastrado por la inundación de ese año

Desde el año 2009, la Junta Municipal de Historia de Villa Nueva (hoy desaparecida), había realizado informes sobre la importancia de recuperar el espacio denominado “Cañada de los Castañones”, desagüe natural del río, que habiéndose transformado en un basural abierto, era necesario recuperar, como pulmón verde o bien por la posibilidad de que ante una crecida del río, el taponamiento de basura impidiera el normal escurrimiento de las aguas. Esto fue reafirmado cuando en 2011 se publicó el recorrido histórico de la ciudad de Villa Nueva.

Basural en la zona del puente de hierro

Es sabido entre nuestra gente, que Villa Nueva ha sufrido muchas inundaciones a lo largo de su historia, principalmente la de diciembre de 1891 o la de 1906 que fue la primera en repercutir prácticamente por igual en ambas poblaciones, también que la convivencia con el río tercero marcó la impronta del habitante villanovense y afirmar que el empobrecimiento estructural de la hija del Paso de Ferreira comienza allí, hacía finales del siglo XIX.

El pensamiento liberal de sus pioneros, la planificación y delimitación de un plano urbano basado en el resguardo de las crecidas del tercero y alejando las vías del ferrocarril de las probables zonas críticas, permitió a Villa María nacer y evolucionar como el poblado más progresista del interior provincial, esto refuerza la teoría de que será más probable que ante una inundación, los daños siempre serán mayores en Villa Nueva.

El siglo XX trajo los diques a la cuenca alta del tercero, mermando la impetuosidad de las crecidas. Con el paso de los años los gobiernos de turno y la población en general fueron olvidando y subestimando las crecidas que apenas esbozaban un derramamiento. La corrupción, los negocios personales, la desidia el abandono, la irresponsabilidad, la falta de educación, la falta de información, los silencios cómplices hicieron que el derrame natural del río se descuidara, la zona del puente de hierro se convirtió en un basural a cielo abierto, el terraplén se extirpó y se habilitaron emprendimientos inmobiliarios en zonas de paleo cauces o zonas rellenadas. Un cóctel que tuvo su explosión en febrero de 2014 cuando las aguas llegaron nuevamente.

Lo que se denomina «lago» en la zona del balneario de Villa María no deja de ser el mismo cauce del río, porque a pesar de que las compuertas están levantadas durante una crecida, todavía el río en esa zona, no se salió de madre.

Toda la zona de la costanera nueva, recientemente pavimentada, hasta la zona del Arenero, son terrenos ganados al río con basura, escombros o troncos. Muchos emprendimientos inmobiliarios como Aguaclara, Vista Verde, o barrios como Villa Oeste, Centro de Empleados de Comercio, están muy cerca o dentro de lo que se considera el Paleo Cauce del Ctalamochita.

 

Cañada de los Castañones

Esta cañada, brazo del río, descomprime el caudal en su creciente llevando las aguas hacia los campos del sureste. Desde 1984 no se tenían registros de su actividad, los ciudadanos mayores de cincuenta años recuerdan que éste era un lugar de pesca en su infancia y que aquella fue la última vez que corrió agua por la cañada. “…el agua llegó hasta cerca de la plaza de Villa Nueva…”, dirán los memoriosos. Podemos agregar que el terraplén de la ruta provincial 2 obstaculiza el normal escurrimiento, esto quedó demostrado en 1984 cuando decidieron dinamitar la ruta y en 2014 cuando rompieron el camino con máquinas retroexcavadoras. Como dice el dicho…» todo río vuelve a su cauce».

La historia nos anticipa lo que puede suceder, pero los seres humanos no dimensionamos y subestimamos la fuerza de la naturaleza. Una vez más en la historia, el río nos dio una cachetada como en 1878, 1891 o en 1906. Dos ciudades que nacieron, murieron y resucitaron por el vital elemento no pueden vivir de espaldas al río, y mucho menos considerarlo solamente como paseo público.

Para destacar, el trabajo mancomunado de ambas gestiones municipales y la heroica actuación de Bomberos, empleados municipales, Defensa Civil y organismos solidarios. Este artículo está basado en informes previos, realizados por la Junta de Historia de Villa Nueva, el proyecto institucional de la extensión áulica Cencar del CENMA Villa Nueva e informes correspondiente a noviembre de 2013 y principios de febrero de 2014.

 

El Diario de Villa María, sintetizaba por aquellos días:

            “…A las 3 de la ma­ña­na ve­ci­nos de ba­rrio Pi­nar de las Te­jas, en el oes­te vi­lla­no­ven­se, tu­vie­ron las pri­me­ras se­ña­les de que al­go an­da­ba mal. El agua su­bía. A las 4, los Bom­be­ros Vo­lun­ta­rios de Vi­lla Nue­va ya pa­sa­ban con las si­re­nas y se ini­cia­ba la eva­cua­ción de los re­si­den­tes…”

“…La his­tó­ri­ca cre­cien­te cas­ti­gó tam­bién a ba­rrio San An­to­nio y a me­dia ma­ña­na ini­ció un de­rro­te­ro por el cen­tro (y más allá) de la lo­ca­li­dad, ba­ñan­do las ca­lles de la Vi­lla Nue­va tra­di­cio­nal, cir­cu­lan­do por Mo­des­to Mo­re­no has­ta cho­car con la ru­ta 2 ave­ni­da Li­ber­tad…”.

“…Bom­be­ros vi­lla­no­ven­ses con­ta­ron que a las 4.30 de­bie­ron pren­der la si­re­na y co­men­zó así la eva­cua­ción de Pi­nar de las Te­jas. “La ma­yo­ría se auto evacuó a par­tir de esa ho­ra, pe­ro hu­bo per­so­nas que re­gre­sa­ron lue­go a sus ca­sas a bus­car al­go o aco­mo­dar co­sas y des­pués ya no se ani­ma­ban a sa­lir”, de­ve­ló un miem­bro del cuer­po. Por eso tu­vie­ron que sa­car­los en ca­noa, al­gu­nos sa­lie­ron ca­mi­nan­do con el agua a la cin­tu­ra…”

 

“…Los in­ten­den­tes Eduar­do Ac­cas­te­llo y Gui­ller­mo Ca­vag­ne­ro y au­to­ri­da­des pro­vin­cia­les ha­bían in­for­ma­do ofi­cial­men­te el jue­ves que esa era la jor­na­da más crí­ti­ca y que por la no­che los ni­ve­les sen­ti­rían una le­ve caí­da. Al­go olía mal: an­tea­no­che, en un re­co­rri­do de es­te ma­tu­ti­no, se pu­do ob­ser­var que el Cta­la­mo­chi­ta se­guía en as­cen­so…”