El placentero hábito de sentarse en una sala durante una o dos horas a mirar una película, como una instancia social, ha evolucionado en décadas de consumo cultural. Las nuevas modalidades en torno al consumo privado-hogareño no parecen desalentar los rituales aún misteriosos de vivir el séptimo arte. Aportan su mirada dos gestoras y coordinadoras de salas locales
Irma Carrizo es la coordinadora de la sala Cine.ar (ex-Espacio INCAA), que proyecta películas a un bajo costo, tres días a la semana, para la comunidad local en el Centro Cultural Comunitario Leonardo Favio.
Cecilia Audisio conforma el grupo de estudiantes y graduados de la carrera Licenciatura en Producción Audiovisual de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM), liderado por Pedro Klimovsky, que llevan adelante el Cineclub Universitario, que funciona los martes a la noche en la Medioteca municipal.
La excusa y el disparador para charlar con ambas fue la incidencia de las plataformas digitales como Netflix en el consumo de películas a nivel local y posibles cambios de hábitos o pérdida de públicos en las salas.
Desde ahí, los temas se diversificaron, desde las particularidades de un público concreto, como un espectador que llega a sentarse todas las funciones en una misma butaca de la sala, a otro que manifestó convulsiones en la proyección de una película como Trainspotting. También, las políticas públicas para reconquistar espectadores y estimular su presencia en salas que se encuentran ubicadas en el centro de nuestra ciudad fueron parte de la conversación con dos gestoras culturales que ofrecen su dedicación por el séptimo arte.
Nuevas lógicas de consumo
“Creo que lógicamente los consumos culturales van cambiando y hay que contextualizarlos en el momento histórico en que se desarrollan. El espectador de ahora es un espectador que accede a las nuevas tecnologías, a los medios de comunicación virtuales, y así como está Netflix, en Argentina nos encontramos con Odeón, pero son alternativas para ver cine”.
En este sentido, Carrizo comentó que hay una visión en la nueva gestión del INCAA que tiene que ver con ese espectador que quiere ver cine en plataformas digitales. Por eso, desde la época kirchnerista se creó esa web para poder disfrutar de películas argentinas, en un principio fue totalmente gratuito y hoy se debe registrar y pagar un monto menor al de la opción americana.
“Para mí, una plataforma digital como Netflix y un ciclo como el que ofrecemos nosotros son dos cosas totalmente diferentes, por ahí alguna vez alguna persona prefiere quedarse en su casa mirando películas por esa web, pero no es algo que lo afecte directamente”, me comenta Cecilia ante el primer interrogante, y amplía su postura, en detalle: “Por un lado, el cineclub tiene otros puntos a favor. Primero, que la selección de películas que hacemos es más bien de un perfil independiente, que muchas de ellas no se encuentran en la plataforma. Segundo, que nosotros hacemos una reseña con una breve explicación que se entrega impresa al espectador. Y tercero, se ha armado un grupo de público donde ya nos conocemos e interactuamos, que asistimos por el hecho de compartir un espacio semanal y entablar cercanías. Por eso me parece que son dos experiencias diferentes que no se afectan, dos posibilidades para el público interesado”
“La selección de películas de Netflix es algo acotada, por ahí su fuerte son las series, en cambio nosotros proyectamos pelis de diferentes países, variado presupuesto y nivel de producción” amplió.
Una sala con acento
comunitario
“En nuestra sala nos encargamos del espectador ‘de cine’: nuestro proyecto siempre fue en el sentido de un apego cultural enmarcado en nuestra ciudad. No somos cualquier sala de cine, sino que funcionamos en un Centro Cultural Comunitario. La visión desde que estoy a cargo de la sala es contextualizar la programación y las acciones de la sala en perspectiva a la ciudad en la que estamos. Villa María también genera productos audiovisuales, en gran parte a partir de la carrera de Diseño de la UNVM. No todas las ciudades tienen la posibilidad de tener una formación universitaria tan concreta” detalló Carrizo.
“En ese sentido, sostenemos acciones específicas conjuntas, y articulamos labores, como visitas de los realizadores, productores y distribuidores, por ejemplo, el que se denomina ‘Realizadores en directo’.
Otra impronta muy particular de nuestra sala es la de enfocarse en que el acceso deba ser comunitario, por eso generamos redes y articulaciones para que se acerquen espectadores de todos los sectores de nuestra ciudad. En estas vacaciones de invierno estuvimos pasando películas para los niños de los jardines maternales municipales, donde además se les brindaba un desayuno a cada uno.
Se trata de que el Estado esté presente donde por ahí los padres no pueden estar por cuestiones de trabajo o porque no tienen incorporado el hábito o este consumo cultural”.
En esta línea, sostuvo que la política se orienta en estimular un acercamiento a una experiencia cultural para grupos de niños desde los 3 años, por ejemplo. Esto permite una primera experiencia con el cine que de otra forma sería tardía, ya que por cuestiones económicas o sociales se dificulta.
Casi diez años de experiencia INCAA en la ciudad
“La sala se inauguró en nuestra ciudad en el año 2008, en 2013 nos trasladamos para el Centro Leonardo Favio y en 2015 recibimos la digitalización con el nuevo proyector con capacidad 2K, que nos permite proyectar en 2D y en 3D” detalló Carrizo.
Irma considera que el cambio de espacio de la Medioteca al Favio fue muy positivo, ya que “antes no podíamos dar ese salto tecnológico que nos permitimos en los últimos años. Tenemos el mismo proyector que otras salas comerciales, entonces eso nos permite trabajar con las mismas distribuidoras que ellos. Solo que nosotros tenemos la visión en la programación con un lugar preponderante el cine argentino, en conjunción con el latinoamericano y algunas producciones de Europa”.
“En orden de prioridad es el cine argentino y, en esa franja, el cine cordobés. Nuestro criterio es que si sale un estreno nacional, aquel de origen cordobés tiene preponderancia ante otra producción de otra provincia por ejemplo”.
-¿Cómo definen la programación? ¿Es una determinación propiamente local o en conjunto al INCAA en Buenos Aires?
-La definimos en conjunto con el INCAA, es decir, nos dicen ‘éstas son las películas a las que habría que darle pantalla’. Bueno, en esto nosotros venimos a completar un circuito donde el INCAA tiene una gerencia de fomento en la que se generan y distribuyen los aportes económicos para que se puedan realizar películas. Por otro lado, está el circuito de pantalla del Estado, donde se pueden difundir las películas nacionales. Existimos, en ese sentido, para darle espacio a esas producciones porque de todo el fomento que otorga el organismo, muy pocas de las producciones pueden alcanzar pantalla en salas multipantallas o comerciales.
-¿Notaste cambios sustanciales en el público que asiste a ver las películas desde que te encontrás bajo la gestión de la sala a finales de 2009?
-Sí, lo he visto. Estamos de alguna manera cosechando los frutos de esa perspectiva que iniciamos de realizar acciones específicas para buscar audiencia. Por ejemplo, esto de trabajar con las guarderías municipales y traer a muchos nenes que por primera vez pueden ver una peli acá hace que los padres se acerquen al Centro Comunitario, les presentamos la programación para adultos tres días a la semana y se pueden enganchar.
También nos sucede que hay ciclos que están destinados a la escuela secundaria, con ciclos originados desde el INCAA, pero además nosotros les pasamos los tráileres de las películas programadas en el mes. Y les damos una credencial inventada por nosotros en la ciudad, que se denomina “Secundarios amigos del cine argentino”, les regalamos esa credencial para que puedan venir a las funciones de los jueves, viernes y domingos y abonar entradas con un descuento del 50%.
Vamos generando incentivos para buscar al espectador… De acuerdo a los temas propuestos por las películas, buscamos articular con organizaciones de la ciudad, por ejemplo, el Colegio de Psicólogos de Villa María, organización de Derechos Humanos, etcétera.
El Cineclub Universitario, diez años sin interrupciones
El proyecto es impulsado por la Universidad Nacional de Villa María desde abril de 2008 y por la Biblioteca Nacional y Popular Mariano Moreno y cuenta con la coordinación del profesor Pedro Klimovsky acompañado del docente Maxi Lema, del graduado Lautaro Aguirre y de los estudiantes Cecilia Audisio, Itatí Gandino y Joaquín García, alumnos de la Licenciatura en Diseño y Producción Audiovisual.
Cada mes se desarrolla un nuevo ciclo con un grupo de filmes que siguen un eje temático o están vinculados por directores, estilos o escuelas. En el inicio de cada función la película es reseñada -a manera de introducción- por los organizadores del cineclub.
-La experiencia social e íntima de consumir cine.
-El hecho de ir y ver una película en pantalla grande, con un buen sonido, además con un público mucho más respetuoso, que por ahí no está comiendo pochoclo al lado tuyo. Esto es como más íntimo, más cálido. Por ahí, esta experiencia tiene eso extra que motiva a los amantes del cine, son como puntos importantes. Es como un ritual, como el que le gusta escuchar música de determinada manera” explicó Cecilia.
Un aspecto en el que coincidió Irma Carrizo: creo que el cine es una experiencia única. Creo que estas nuevas tecnologías están muy buenas en muchos puntos, pero nos atomizan, nos encierran y nosotros somos seres sociales y comunitarios. Por eso no solamente amo al cine, sino que lo milito.
En esta sala, donde no se permite comer, por ejemplo, estás conectado directamente con la obra y la recepción es totalmente otra. Una hora y media o dos estás conectado con eso. A esa ceremonia me parece que nadie se tiene que privar de asistir, del espacio común, de compartir algunas sensaciones sobre las películas, y demás.
Un público adulto, no tan
“universitario”
Cecilia explica que el público habitual no está muy vinculado a estudiantes universitarios, como podría suponerse, sino que, por el contrario, se conforma por muchas personas adultas y adultos mayores interesados en ver otro tipo de cine, que son concurrentes fieles de todas las funciones.
“En el tiempo que estoy colaborando en este proyecto, vi que el público se mantiene, casi no ha variado. En mi caso, por ejemplo, empecé como asistente al cineclub y luego pasé a conformar el grupo que coordina la programación”.
A veces nos hacen comentarios, si les gustó o no alguna peli, sobre los actores. Además, nosotros hacemos una breve presentación de cada película y se enganchan con esa propuesta.
Ciclos temáticos durante 2017
El proceso de gestación de cada ciclo de películas se inicia a finales del año anterior y durante las vacaciones de verano, cuando los integrantes del grupo encabezado por Klimovsky tira ideas sobre la mesa y se divide la tarea de ir visualizando películas para organizar la grilla durante el año. Es decir, todas las películas que se proyectan en 2017 fueron estipuladas y agrupadas en cada ciclo, desde febrero-marzo.
Los ciclos de 2017: uno fue denominado “Imitadores”, con todas películas donde había un personaje que imitaba a otro. El que terminó el martes reciente era sobre “Géneros”, donde se tomó al western y el terror como dos géneros marcados y más populares.
También se exhibieron películas en un ciclo enfocado en el melodrama que, según comentó Audisio, fue uno de los que despertó más interés entre los asistentes.
El martes 18 arranca un nuevo ciclo dedicado al cineasta japonés Akiro Kurosawa.
Vale recordar que la entrada es gratuita y las funciones son los días martes a las 20.30.