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Bibliotecas en la ciudad

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Bibliotecas en la ciudad

En la ciudad de Villa María la relación del Estado local con las bibliotecas antecedió el surgimiento de la querida Biblioteca Municipal y Popular Mariano Moreno. Esas casas de libros y usuarios fueron fundadas por diferentes actores sociopolíticos imbuidos de la importancia del desarrollo educacional de la comunidad villamariense. En esta nota mencionamos algunas de aquellas bibliotecas, a la vez repasamos las bibliotecas municipales que sirvieron de base para la organización de la que actualmente tiene sede en la avenida Sabattini.

Bibliotecas de los trabajadores

El papel desarrollado por los libros y las bibliotecas en la historia de Villa María ha sido, y es en la actualidad, de gran importancia. Entre las primeras bibliotecas populares que hicieron camino debemos nombrar la más antigua de nuestra ciudad, que naciera en 1904 parida por el accionar de unos esmerados trabajadores ferroviarios. Institución que hoy lleva el nombre de Bernardino Rivadavia.  

Muchas de las bibliotecas surgidas en la primera mitad del Siglo XX, verdaderos centros de actividad cultural, se desarrollaron al amparo de diferentes organizaciones. No pocas de ellas lo hicieron gracias a los aportes de entidades gremiales o partidos políticos de la ciudad. Entre ellas, no podemos dejar de mencionar a la Biblioteca Popular Obrera fundada en el año 1916 por los socialistas. Por años esta institución funcionó junto al Centro Socialista en la esquina formada por la intersección de las calles San Juan y José Ingenieros. Años después trasladó su sede a una casa ubicada en la esquina formada por la calle Colombia (actual Lisandro de la Torre) y San Juan.

 

Apoyo estatal

El Estado local no ha estado ausente a la hora de acercar recursos a este tipo de entidades.  Los documentos que testimonian esos aportes dinerarios del Estado local permiten conocer nombres de otras bibliotecas que, a lo largo de los años, merecieron el apoyo de las diferentes administraciones municipales. Por ejemplo, en el presupuesto de gastos y cálculo de recursos que las autoridades hicieron para el año 1930 figuran las mencionadas junto a las bibliotecas Nicolás Lenin, Unión Central y Biblioteca Postal y Telegráfica.  

 

La Biblioteca Popular y Obrera, que por años contara con la dirección del señor Soto, aparece en muchos documentos solicitando permiso para desarrollar una intensa actividad cultural. Interesados en elevar la conciencia crítica de los trabajadores, organizaban actos que iban desde un simple evento artístico, hasta la sentida conmemoración anual del Día de los Trabajadores. Existe un importante número de documentos mediante los cuales distintas administraciones municipales concedieron permiso para realizar los “tiros de bombas” de rigor para anunciar encuentros sociales, reuniones de trabajadores o, por ejemplo, la conmemoración del primer día de mayo en la “Cancha de Ejercicios Físicos”.

Esta entidad obrera tenía cierta relevancia en la vida institucional de Villa María. Así lo muestra, en 1938, la nota que el Gobierno local eleva al Registro Nacional de Asistencia Social con el fin de informar sobre las “instituciones de asistencia social” existentes en la ciudad. En el listado figura la Biblioteca Popular Obrera junto a la Bernardino Rivadavia.

 

Bibliotecas municipales

En los años en los cuales el Gobierno provincial era ejercido por Amadeo Sabattini, se dio un importante impulso a la educación en toda la provincia. En nuestra ciudad a lo largo de 1938, como en todos aquellos comprendidos por la Intendencia del radical Emilio Seydell, es decir hasta 1940, se registraron importantes compras de libros para las pequeñas bibliotecas escolares y para la biblioteca que funcionaba en el municipio. Prueba de esto último es la “Historia Universal”, de nueve tomos, que se compró a la editorial “Spasa-Calpe Argentina SA”. Este material se pagó en cuotas mensuales cuyo valor unitario fue de 30 pesos.

Quizás sorprenda saber que por entonces ya existían pequeñas bibliotecas que dependían del municipio. Una prueba documental de esa existencia está dada por la Resolución Nº 13 “C”, del día 11 de enero de 1937, mediante la cual el intendente Emilio A. Seydell  estableció que “las obras y libros” de la Biblioteca de la Secretaría del DE (Departamento Ejecutivo) fueran facilitados al Honorable Concejo Deliberante, para ser “agregadas a la Biblioteca Pública que ese Honorable Cuerpo está organizando, mientras funcione en el mismo edificio que las oficinas municipales”.

Poco tiempo antes, los concejales de la ciudad habían solicitado al Departamento Ejecutivo que se les “facilitaran las obras y volúmenes sueltos de la Biblioteca de la Secretaría Municipal, para agregarle a la biblioteca en formación que ya funciona en la Sala del Honorable Concejo Deliberante”. El mismo Seydell, en su resolución, señala que esa biblioteca funcionaba de “13 a 16 horas para todos los empleados municipales”.  

El intendente, comprendiendo la importancia de la iniciativa de los concejales apoyó el proyecto y, en el mismo instrumento legal generado para expresar aquello, señaló que “algunas de las obras que se pueden facilitar son de las llamadas de consulta”. Luego aclaró que, mientras el Poder Ejecutivo y el Concejo continuaran ocupando el mismo edificio, esas obras “podrán siempre ser utilizadas cuando se necesiten”. El hecho de que se hablara de “obras de consulta”, permite admitir que la pequeña biblioteca del Poder Ejecutivo contaba con, por lo menos, una mínima organización.

Bien podemos preguntarnos cuándo fue fundada la biblioteca pública organizada por el Deliberante. La respuesta puede ser la que aparece en el copiador Nº 53, folio 484, donde hay una nota fechada el día 13 de enero de 1938, que está firmada por el intendente  y dirigida a su par de Leones. En la misiva Seydell manifiesta que mediante la Ordenanza 532, sancionada por el Concejo Deliberante el 12 de julio de 1937, se había creado la biblioteca que dependía de esa organización pero, aclara, hasta ese momento no se había reglamentado su funcionamiento.

 

Preparando nacimiento de la Mariano Moreno

Las subvenciones a las bibliotecas Rivadavia y la Obrera continúan apareciendo en los presupuestos municipales y, también, en las rendiciones de cuentas que estas instituciones realizaban a la administración local.

Por ejemplo, en 1942, se legisla para que el aporte municipal a la Biblioteca Popular Obrera, a lo largo de todo 1943, sea de 25 pesos mensuales.  

El año 1942 sería especial para la historia de las bibliotecas locales pues bajo la Intendencia de Salomón Deiver, y retomando la idea de la biblioteca que ya había fundado el cuerpo legislativo, el concejal y librero Ramón Agustín Videla presentó el proyecto para la creación de la Biblioteca Municipal y Popular Mariano Moreno.  

Las puertas de la nueva institución se abrieron el primer día de mayo de 1943. Allí iniciaba su vuelo ese sueño que había sido acariciado por largos años, la ciudad tendría una organizada e importante biblioteca pública y popular que actualmente continúa trabajando para nuestra comunidad.