Por el Peregrino Impertinente
Se llama Baintha Brakk, tiene casi 7.300 metros de altura y es una de las montañas más peligrosas del mundo. Y no precisamente porque sus laderas estén repletas de bandidos, caníbales o delegados de la UOCRA, sino más bien por lo particular de su inclinado perfil.
Una silueta y unas formas que provocan a los escaladores más avezados, quienes se excitan sobremanera y, jadeantes y enloquecidos, buscan montarla a como de lugar “Yo diría que es un comportamiento libidinoso absolutamente normal, si no fuera porque estos tipos son unos enfermos sin cura que deberían ser enviados a campos de concentración y condenados a trabajos forzados de por vida”, opina al respecto el psiquiatra Juan Carlos Lamierd.
El cerro en cuestión se ubica en el norte de Pakistán, país de fuerte raigambre conservadora que está muy bueno para recorrer siempre y cuando uno no pasee por la calle con remeras de “Ni una menos” y cosas por el estilo. Para ser más concretos, habrá que decir el Baintha Brakk sienta domicilio en el Panmah Muztagh, cadena perteneciente a la Cordillera del Karakórum, en la región de Baltistán o Balawaristan. “Claro, en Asia”, simplifica el aturdido e impaciente lector, mientras piensa que para complicaciones ya existe la vida misma.
Pero no nos vayamos de tema, dijo Macri cuando le preguntaron a que se refería específicamente con frases como “segundo semestre”, “el obrero debe ser más flexible” u “o shea, tipo nada”: más allá de su belleza natural, la fama del Baintha Brakk radica en lo que citábamos antes, en su carácter indomable y en su fama de inexpugnable entre los escaladores del planeta entero. Tanto así, que en el ambiente montañero lo llaman “El Ogro”, el cerro que no se deja conquistar. “Si supieran estos giles”, dice el pakistaní que vive en la cima, quien cada vez que escucha a alguno subiendo, empieza a tirar piedras y paladas de nieve, y a hacer ruido de avalancha con la boca.