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El preocupante futuro de los «sin techo»

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El preocupante futuro de los «sin techo»
Natalia y sus hijos no pierden la esperanza de conseguir un techo digno

La joven mujer y su familia deben dejar el “rancho” en el que viven, dado que se vendió. No encuentran quién les alquile sin garantía

 

Natalia y sus hijos no pierden la esperanza de conseguir un techo digno
Natalia y sus hijos no pierden la esperanza de conseguir un techo digno

Los vecinos del barrio Parque General Paz llamaron a EL DIARIO para hablar de la preocupante situación que vive la familia de Natalia Salazar (36). “Son muy trabajadores, se esfuerzan por tener a todos los chicos impecables a pesar de no tener condiciones en la casa, los mandan a la escuela. Pero al no tener recibo de sueldo, no tienen acceso a ninguna vivienda social”, lamentó la vecina que anotició de la situación.

Con un reportero gráfico, fuimos a visitar a Natalia. La joven mujer, madre de cinco hijos de 1, 3, 6, 7 y 10 años, no pierde la sonrisa, al igual que sus hijos que mostraron con alegría sus mochilas con la imagen de Messi o los peluches con los que juegan.

Hace más de dos años, Natalia y su familia alquilaron la humilde vivienda de la calle Tucumán, casi esquina Bolivia. En la coqueta cuadra subsiste esa precaria vivienda por la que pagan mil pesos mensuales, más 150 pesos de impuestos municipales y el gasto del agua, que la familia paga puntualmente, a pesar de las graves deficiencias de la propiedad. En julio se terminó el contrato y la dueña no se lo quiso renovar, pero siguen abonando.

«Creo que nos cobran por la ubicación porque la casa no está muy en condiciones. Vamos a decir la verdad, es un rancho», admite Natalia Salazar, quien está preocupada porque dentro de un mes la propietaria del lugar le pidió que dejara la vivienda.

“Me dijo que vendieron la casa y que si no se la dejo en un mes, me saca todas las cosas a la calle”, señaló.

Uno de los principales problemas es que no tiene garantías ni recibo de sueldo. “Mi esposo trabaja todo el día en la construcción. Es albañil y se da maña para hacer de todo. Yo me dedico a atender a los chicos”, dijo. “Somos responsables, pero no tenemos garantías ni recibo de sueldo”.

La casa era un basural antes de que ellos llegaran. “Me las arreglé para limpiar el frente, que estaba lleno de porquerías. Ahora le pusimos unas plantas para alegrarlo y que los chicos tengan un lugar mejor”, dijo.

Muestra orgullosa el frondoso ficus del frente y con humildad, también da a conocer las deficiencias de la casa. “El techo se llueve. La otra noche de lluvia nos la pasamos en vela porque entraba agua por toda la casa”.

“Además, se va cayendo. Hace unos días tomaba mate en la cocina y se me cayó al lado un pedazo de techo. También pasó lo mismo allá, donde lavo los platos”, informó.

La casa consiste en una pieza donde duermen los seis, un espacio para la cocina sin instalación de agua ni gas y otro espacio donde tiene una canilla (la única de toda la vivienda), que le sirve de lavadero. “No tenemos baño, hay un excusado que no está conectado a las cloacas y que se tapa siempre”.

Ni ella ni los chicos abandonan la esperanza. Tienen más que muchos que pueden ostentar bienes y lo valoran: “Los chicos son buenos, mi marido es trabajador y los vecinos de acá son fantásticos. Todos los días, sin que le pidas nada a nadie, te ayudan. Hay un vecino que semanalmente toca la puerta y me deja leche y pan, otros me traen ropa. Siempre se preocupan por nosotros”, dice Natalia. Pero también sabe lo que les falta. “Si tuviéramos un terreno, mi marido puede construir. Haríamos con esfuerzo nuestra casa. Pero no podemos comprar un terreno y eso nos frena”, señaló.

Natalia recibió a EL DIARIO y contó su situación
Natalia recibió a EL DIARIO y contó su situación

Cada mañana levanta a los cinco pequeños para llevarlos a la Escuela Nicolás Avellaneda. «Son un montón de cuadras -alrededor de 30- pero no los pude cambiar al principio a una escuela más cerca y ahora menos porque no se dónde vamos a estar viviendo el mes que viene”, dijo.

Como sabe de las necesidades en carne propia, no duda en ser solidaria con otros en su situación. “Hace unos días me trajeron dos camas de regalo y la cucheta que teníamos la di a otra gente a través de la radio Capicúa, que escucho siempre”, agregó.

Le preguntamos si no estaban inscriptos en el Registro Unico de Personas Sin Vivienda. “Sí”, contestó. “Incluso salimos sorteados en las 250 viviendas del barrio Industrial, pero no pudimos completar los papeles porque a mi esposo no le dan recibos de sueldo”, señaló.

En medio de esas paredes sin reboque y el techo que se cae a pedazos, Natalia, sus sonrientes hijos y su esposo esperan una solución para contar con un techo digno que ellos se encargarán de convertir en hogar.

Quien quiera ayudar a la familia puede comunicarse al teléfono de Natalia: 154193919.