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“No es cierto que los analistas tenemos la respuesta para todo”

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“No es cierto que los analistas tenemos la respuesta para todo”
“Estamos en un momento complicado del país, pero tenemos capacidad de volver a ponernos de pie”, comentó

Ante la prensa y asistentes habló de sus casos más complejos de análisis y acerca de cómo ve al país desde su óptica profesional

“Estamos en un momento complicado del país, pero tenemos capacidad de volver a ponernos de pie”, comentó

Anoche se presentó nuevamente en el Teatro Verdi el reconocido psicoanalista Gabriel Rolón con su puesta ficcionalizada “Historias de diván, segunda temporada”, a sala prácticamente colmada.

Junto a Carlos Nieto (también director de la obra), Alejo García Pintos y Malena Rolón, hija del profesional, se escenificaron dos de las casos verídicos más renombrados del libro que resultara un fenómeno editorial una década atrás.

“‘Historias…’ cumple 10 años, fue el primero de mis libros y quizás el más importante por la llegada con la gente. Además, me habilitó para muchas cosas, como la miniserie de televisión que se hizo en Telefé con el protagónico de Jorge Marrale y esta misma pieza que inició fortuitamente años atrás por insistencia de un amigo”, contó Rolón, ayer por la mañana, en conferencia de prensa.

 

Dos casos opuestos

“Un profesor de teatro amigo vino con la loca idea de llevar algunas de mis historias para que las representen sus alumnos en una muestra anual. Fue tan lindo lo que hizo que lo felicité y empezamos a charlar de la obra. El me insistió con tomarlo en serio”.

“Elegí los casos de Majo y Antonio porque son los más fuertes y opuestos. Majo es pura emoción y Antonio es pura razón analítica. Majo, además, era el caso que más había impactado en mis lectores. Ella era una adolescente obsesionada con la muerte que descubre una enfermedad terminal. De algún modo, tenía el deseo de hablar con ella. Y Antonio es un cura que va descubriendo un trauma infantil relacionado con su sexualidad. Ambos me sirven para hablar de la pulsión de muerte, ese impulso a hacernos mal, como también de la irreverencia y de la angustia del analista. Porque mucha gente cree que tenemos todo el tiempo la respuesta para todo y no es así. A veces nos involucramos con lo que le pasa a la persona, nos quedamos pensando”, agregó.

 

La muerte y el amor

Consultado sobre cómo observa al país desde su óptica analítica, Rolón precisó que “es un momento complicado del país y en todo momento difícil es bueno sostenerse con la fortaleza interior. En ese sentido, Argentina siempre ha demostrado tener capacidad de volver a ponerse de pie”. “Sabemos -continuó- lo que son las crisis. Somos casi un pueblo resiliente, que sale fortalecido de las adversidades; hemos llegado a salir de la dictadura. Por eso, miro con ansias a que las cosas mejoren un poco, sobre todo a los que tienen nada o tienen muy poco”.

Posteriormente puntualizó que “cada época cuenta con las patologías que la caracterizan y cada sociedad debe hacerse cargo de las enfermedades que genera, como fueron la bulimia y la anorexia o el estrés. El ser humano recibe tres influencias muy fuertes: la biológica (los genes), la histórica (su infancia, si fue maltratado, si fue estimulado) y la social (en qué cultura vive, si es estable, si la persona puede estudiar o trabajar). Las tres cuestiones ponen en juego la sintomatología de la época. Pero en el fondo he descubierto que hay sólo dos cuestiones que recorren todas las historias: la muerte y el amor, es decir, el dolor de haber perdido lo que se ama y el temor de perder lo que se ama. Cuando uno atraviesa una crisis generacional, ha muerto su juventud; cuando es una infidelidad, ha muerto la ilusión de un amor leal; ante la pérdida de un familiar, ha muerto un ser que amaba; ante una enfermedad grave, ha muerto la salud del cuerpo. Y perder lo que uno ama es perder parte de uno mismo y eso es lo que más cuesta soltar. Si no estamos dispuestos a eso, nos enfermamos, quedamos melancolizados y lo remplazamos con un síntoma, con una angustia”.

Por último, y luego de comentar su experiencia como guionista y actor del filme “Los padecientes” (basado en su exitosa novela), precisó que cuando empezó a ejercer la profesión, hace más de 25 años, “el consultorio estaba lleno de mujeres y de personas de clase media para arriba. Ahora, la cultura y la sociedad, por suerte, han cambiado y eso permite que el hombre hable de temas y dolores que antes ocultaba. A la vez ha crecido el psicoanálisis de niños y en lo gerontológico, donde empecé a ejercer mucho tiempo atrás”.