Este año se cumplen seis décadas del primer viaje de un ser vivo al espacio. Fue la perra callejera Laika la héroe de la historia, cuya vida acabó trágicamente para convertirse en inmortal
Existió en el mundo una perrita callejera que significó un antes y un después para la historia de la humanidad. Y como varios mártires de este planeta, tuvo que pasar por una vida algo triste en pos de ese objetivo fundamental en el planeta.
Laika tuvo la dudosa suerte de ser el primer ser vivo lanzado al espacio para experimentar los efectos que un viaje espacial podía tener antes de enviar a una persona humana.
A finales de 1954, principios de 1955, nació en las calles de Moscú una perrita vagabunda de raza callejera que fue recogida para ser incluida dentro del programa espacial ruso, con la finalidad de experimentar las consecuencias que un viaje espacial podría tener en el organismo de un ser vivo, ya que muchos científicos pensaban que una persona no podría ser lanzada al espacio y regresar viva.
Originalmente la llamaron Kudryavka (rizadita), después Zhuchka (bichito), y luego Limonchik (limoncito), para finalmente llamarla Laika, que significa “ladradora” .
Los perros elegidos para ser entrenados debían pesar menos de 6 kilos, medir menos de 40 centímetros de altura y ser callejeros, ya que según los científicos rusos, un perro callejero acostumbrado a luchar diariamente por la supervivencia soportaría mejor los entrenamientos que un perro de raza y además tenían más capacidad de aprendizaje.
Entre cientos de canes, y tras durísimas pruebas de gravedad, adaptación a espacios extremadamente pequeños y a estrés provocado por ruidos y vibraciones que mermaban el físico de los canes, destacaron tres perros, Albina, Mushka y Laika, pero Oleg Gazenko, el director del programa de adiestramiento de perros cosmonautas se fijó que uno de ellos era especialmente tranquilo, y ese animal elegido fue Laika, que tenía dos años de edad.
La protagonista
Los nervios de la carrera espacial estaban a flor de piel, no solo por la competencia con Estados Unidos, en la que la Unión Soviética llevaba ventaja por haber sorprendido al mundo al conseguir el primer vuelo al espacio no tripulado con la nave Sputnik y querían ser los primeros en enviar una nave tripulada, sino además porque Nikita Khrushchev, el jefe del partido comunista, quería conmemorar el 40º aniversario de la Revolución con un vuelo tripulado que además serviría para situarse en la cima de la conquista del espacio y de la supremacía rusa frente a Estados Unidos.
Sin embargo, los científicos temían los efectos de la radiación solar y la gravedad en el organismo y por ello Serguéi Koroliov, cerebro de la carrera espacial rusa, dispuso satisfacer a Khrushchev enviando un perro en lugar de un humano, entonces apareció Laika como máxima protagonista de la historia.
La nave se llamaría Sputnik 2, de 500 kilos de peso y que transportaría instrumentos para medir la radiación solar, un sistema de generación de oxígeno y absorción de dióxido de carbono, y un pequeño cubículo hermético de 80 centímetros de largo donde iría Laika, que contenía un pequeño ventilador para mantener su temperatura y comida para siete días en forma de gelatina.
Laika llevaba puesto un traje espacial que recogería sus desechos y limitaba sus movimientos con un arnés a prácticamente sentarse y tumbarse. Desde el traje también se monitorizaba su frecuencia cardíaca, respiración y presión arterial.
El despegue
El 3 de noviembre de 1957, a las 22.28, hora local de Moscú, la agencia de noticias soviética emitió un comunicado en el que anunciaba al mundo que había sido lanzada la Sputnik 2, y que por primea vez un ser vivo era lanzado al espacio.
En un principio, la agencia de noticias soviética TASS informó de que Laika regresaría a la Tierra en paracaídas, ya que la propaganda soviética temía la reacción de sus ciudadanos y del mundo entero, para quienes Laika era mucho más que un perro, pero las verdaderas intenciones eran bien distintas, y se sabía que Laika nunca regresaría, de hecho la última ración de comida contenía veneno para que la perra muriera al séptimo día, y no se abrasara en su reentrada en la atmósfera terrestre, pero las cosas no salieron como se esperaba.
Desde el control en Tierra, después del lanzamiento, escucharon a Laika ladrar, y percibieron los latidos de su corazón, pero a las cinco horas del despegue sus constantes se perdieron.
La verdad
Los soviéticos anunciaron que murió por falta de oxígeno, sin dolor, y apaciblemente a la semana de estar en la órbita terrestre, incluso mintieron afirmando que escucharon sus constantes vitales todos los días, pero hasta 2002 no se develó la verdad, cuando la BBC de Londres, el 28 de octubre de ese año publicó la siguiente noticia:
“El primer ser vivo que viajó oficialmente al espacio no vivió alegremente una semana dando vueltas sobre la Tierra, sino que tuvo una muerte muy dolorosa”.
“Al parecer un fallo técnico elevó la temperatura de la cabina al expandirse el calor de uno de los motores que no se desacopló en el despegue haciendo que su cubículo se recalentara, provocando su dolorosa muerte entre cinco y siete horas después del despegue. Los últimos registros de sus constantes vitales eran aterradores, su corazón latía tres veces más deprisa de lo normal, provocado por el pánico”.
Tras difundirse la noticia, Rusia tuvo que rectificar su versión, y el científico del Instituto de Problemas Biológicos de Moscú, Dimitri Maláshenko, declaró durante un congreso espacial en Houston, que Laika había muerto debido al calor y al pánico.
El Sputnik 2 dio un total de 2.570 vueltas a la Tierra antes de desintegrarse, el 4 de abril de 1958, es decir, estuvo girando alrededor de la tierra con Laika muerta en su interior durante medio año. Pero Laika ya era inmortal para el mundo.
Una bisagra
Lo de Laika fue una bisagra para el mundo de la ciencia. Después de ello, Rusia realizó 29 vuelos espaciales con perros entre julio de 1951 y septiembre de 1962, de los que ocho acabaron trágicamente, mientras los 21 restantes regresaron en paracaídas con máscaras de respiración y trajes espaciales.
Por cierto, para los que crean que esto fue necesario antes de mandar un humano al espacio, vale recordar las del responsable de la misión Oleg Gazenko:
“Cuanto más tiempo pasa, más lamento lo sucedido. No debimos haberlo hecho… ni siquiera aprendimos lo suficiente de esta misión, como para justificar la pérdida del animal”.
Pasaron tres años y medio antes de que un hombre se atreviera a ir al espacio. El 12 de abril de 1961, el piloto soviético Yuri Gagarin despegó en la cápsula espacial Vostok. Fue el primer viaje humano al espacio. A diferencia de Laika, el héroe soviético, tras haber dado una vuelta a la Tierra, regresó sano y salvo y declaró: “Aun hoy en día no sé si soy el primer hombre o el último perro en volar al espacio”.
Monumental: Laika murió hace casi 60 años, pero su nombre siempre ha sido recordado, incluso hay una región de Marte con su nombre, y el 11 de abril de 2008 se inauguró en Rusia, cerca del lugar donde se desarrolló el triste episodio de la carrera espacial, un monumento en honor a la ladradora.
En su momento también hicieron estampitas, remeras y miles de pósteres con su imagen.
¿Sabías qué?: Según los científicos rusos, un perro callejero acostumbrado a luchar diariamente por la supervivencia soportaría mejor los entrenamientos que un perro de raza.
La canción
Era rusa y se llamaba Laika
ella era una perra muy normal
pasó de ser un corriente animal
a ser una estrella mundial
La metieron dentro de una nave
para observar la reacción
ella fue la primera astronauta
en el espacio exterior
Preparando esta ya el cohete para zarpar
el control en tierra dice a Laika adiós
En la base todo era silencio
esperando alguna señal
todos con los cascos en la oreja
oyeron a la perra ladrar
Mientras en la tierra una gran fiesta
gritos, risas, llantos y champán
Laika miraba por la ventana
que será esa bola de color
y que hago yo girando alrededor
Preparando esta ya el cohete para zarpar
el control en tierra dice a Laika adiós
una noche en el telescopio
una nueva luz apareció
nadie pudo darle una explicación
al asomo del nuevo sol
Y si hacemos caso a la leyenda
entonces tendremos que pensar
que en la tierra hay una perra menos
y en el cielo una estrella más.
Tema del grupo español Mecano
El poema
Más arriba del aire
tu suspiro y tu pulso
iban abriendo el cauce
morado del vacío.
Las hondas enredaderas del espacio
florecían sus orquídeas siderales.
Tú allá, ultrasónica,
girando y girando.
Tu hociquito de rosa,
tu voz de nieve,
tu corazón tupido de crepúsculos…
¡Layka mía…!
¡Layka de todos…!
¡Layka interplanetaria…!
Jamás subió tan alto
la vieja de la muerte,
con su guadaña cósmica
a recortar tu aullido.
Mientras la luna nueva,
sorprendida y desnuda,
saludaba tu carro
de estrella nunca vista…
yo, bajo la noche
presentía tus latidos,
y dibujaba rutas
para posibles viajes.
En Marte,
la espesura
aguardó
tu mensaje.
Las constelaciones
pasaron la noticia.
Y hasta Andrómeda azul
miraba tu aleteo.
Algo está haciendo el hombre
-comentó el universo-
mirando hacia la Tierra,
con sus millones de ojos.
Y tú, perrita mansa
de siberiano encaje,
con tu abrigo de ciencia
escribiendo la historia,
barriendo meteoros
para los pies del hombre
girabas y girabas…
Allá arriba moriste,
pero estás viva en mi alma
y en todos los corazones
grabado está tu nombre.
Carlos Chagmarín
(escritor panameño)
Animales en el espacio
La mosca de la fruta (más conocida en el ámbito científico como “Drosophila melanogaster”) es uno de los organismos más utilizados en investigación, pionera para el estudio de la genética y todavía muy utilizada en la actualidad. Como no podía ser de otra forma, estos insectos fueron también los primeros animales en viajar al espacio.
En 1947, la NASA envió un contenedor lleno de Drosophila melanogaster que alcanzó una altitud de 170 kilómetros antes de ser recuperadas sanas y salvas. Fue el primer paso para comprobar si los seres vivos podían sobrevivir a la radiación cósmica. Tras esta prueba, comenzó una “carrera animal” para determinar si un astronauta humano resistiría las condiciones de aceleración y microgravedad propias de todo viaje espacial.
Así nació el proyecto estadounidense Albert, bautizado en honor del mono Rhesus protagonista. Albert iba a convertirse en 1948 en el primer mono astronauta, pero una serie de fallos técnicos provocó que la misión fracasara. No solo la cápsula se estrelló contra la Tierra durante el aterrizaje: Albert había muerto antes de que el cohete V-2 se levantara del suelo, al no poder respirar en el interior de la cápsula.
Albert II tuvo más suerte, si es que puede llamarse así. El 14 de junio de 1949 su cápsula alcanzó los 134 kilómetros de altura, certificando el récord que su compañero no pudo lograr. Su destino, por desgracia, fue similar: el animal falleció durante el aterrizaje debido a un fallo en el paracaídas.
Gracias a esta pareja de monos se confirmó que un organismo complejo podía sobrevivir al despegue y aterrizaje de un cohete espacial (siempre y cuando el paracaídas se abriera durante el descenso). Pero todavía quedaba mucho trabajo que hacer antes de poder enviar a un ser humano más allá de la atmósfera terrestre.
Tsygan y Dezik fueron los primeros perros en viajar al espacio, en 1951. No llegaron a estar en órbita, pero sí fue la primera vez que organismos “superiores” eran recuperados con vida tras el aterrizaje. Dezik moriría en una misión posterior, pero Tsygan fue adoptado por el físico soviético Anatoli Blagonravov.
Mejor suerte corrieron los perros Belka y Strelka, los primeros animales en volver con vida tras ser puestos en órbita en 1960. Pero aunque los canes han jugado un papel fundamental para la investigación aeroespacial, el primer animal en dar una vuelta a la Luna y regresar (y por lo tanto en alejarse tanto de nuestro planeta) fue uno de los seres más lentos del planeta.
La Zond 5 fue lanzada el 15 de septiembre de 1968 y se convirtió en la primera nave en circunvalar la Luna y volver a la Tierra. A bordo, junto a varias plantas, moscas y bacterias, se encontraban dos ejemplares de tortuga rusa.