El jefe de la Diócesis sostuvo que hay alimentos pero “falla la distribución” y que luego de ese drama está el de la falta de viviendas. Dijo que hay especulación en torno a la tierra y que los lotes “no tienen precios razonables”
El obispo de Villa María, Samuel Jofré Giraudo, sostuvo ayer que “el déficit habitacional es una de las mayores pobrezas de Argentina” y consideró “hiriente” lo difícil que es poder acceder a la tierra.
Entrevistado por EL DIARIO, el jefe de la Iglesia Católica local afirmó que “es una situación hiriente que se da por especulaciones y por falta de leyes adecuadas sobre el uso del suelo, y de esta manera observamos que los lotes no tienen un precio razonable”.
Asimismo, advirtió que “habiendo desocupación es hiriente que tanta gente no tenga posibilidad de tener vivienda siendo que hay personas que pueden construirla”.
“En el país hay alimentos para todos, pero falla la distribución y después del alimento hay otra necesidad básica fundamental que es la vivienda, pero no hay”, diagnosticó.
En este panorama, Jofré recalcó que “es fundamental que en el país asumamos” este cuadro y evaluó que el no hacerlo es parte de “una ceguera nacional que por años hemos tenido”. “Que un tercio de la población no tenga vivienda propia es hiriente”, añadió.
Cuando se le preguntó si un modelo a replicar es el de autoconstrucción, como lleva adelante Cáritas Diocesana (que ayer inauguró las primeras viviendas en barrio Poetas Argentinos de Villa Nueva, ver páginas 10 y 11), consideró que no es lo óptimo.
“Cáritas se ha empeñado con las poquísimas posibilidades que tiene en dar una mano, no pretende ser la solución, es más un gesto de esforzarnos para estimular este esfuerzo más social y mancomunado”, explicó. “Estas familias (que habitarán las unidades habitacionales) tienen trabajo formal, pagan impuestos, pagan aporte jubilatorio, pagan su obra social y de noche y los días domingo han construido, hicieron una tarea heroica, pero por la experiencia en el tema y por lo que he conversado con los protagonistas no es el modelo para hacer masivamente, porque la gente tiene su trabajo y aparte hace esto, tiene que aprender un oficio, le saca tiempo al descanso, trabajan los domingos”, expresó.
“El modelo para replicar no es el de la autoconstrucción, pero sí el de que cada uno pague por su vivienda”, opinó.
Ante otra consulta, estimó que “todos tenemos que poner el eje en la cuestión habitacional”, subrayando que “hay un serio desorden fruto de una cultura nacional”. “La inflación que vivimos hace 70 años ha destruido la cultura del ahorro, siendo que la vivienda es fruto del ahorro personal y social, del esfuerzo común”, recalcó.
Sostuvo que la inflación, “cultivada por los diversos actores” tienen un rol “principal” en la creación de este déficit.
También evaluó que “el crédito hipotecario bien instrumentado es un cauce para canalizar los ahorros de la población” y agregó que “la expectativa de que los distintos gobiernos regalen la casa destruye la cultura del ahorro y las fuerzas para planear y sacrificarse, algo que he visto como párroco en Córdoba”.
En este marco, el obispo expresó que “la clase media y baja, la clase obrera, está tan imposibilitada de construir su casa como quienes viven en las villas, pero a los de las villa se las regalan y a la clase media que paga sus impuestos no, lo que crea una situación también hiriente, que duele y fastidia mucho”.
“Dios nos ayude a salir de los enfrentamientos, de la cultura demagógica de la dádiva, de la inflación y superar la destrucción de la familia. Las personas solas tienen todo su derecho de tener su casa, pero la familia es la célula de la sociedad, entonces cuando falta la unidad familiar falta el esfuerzo para la vivienda, cuando se dan las exclusiones, la violencia doméstica, también se presenta este panorama”, apuntó.
Diez mil inscriptos
De la necesidad habitacional en Villa María se habla mucho desde hace mucho. Los datos que ha brindado el intendente Martín Gill y sus funcionarios en los últimos tiempos dan cuenta de alrededor de seis mil familias anotadas en los registros municipales, quienes demandan un techo propio.
La cifra sería más elevada: en el municipio hablan de diez mil cuando alguien se acerca para preguntar y pedir ser parte de los registros en los que queda plasmada la necesidad de una casa.