Fernando Murillo disertó en la UNVM y analizó las distintas situaciones que se viven en los asentamientos informales. “Hay gente que está orgullosa de vivir en las villas, en esos casos se respeta este derecho”, comentó
La proliferación de las villas luego de la crisis de los 90 decantó en miles de asentamientos urbanos que ya no se identifican como “villa miseria” -como se las llamó en un momento- sino que se reconocen como comunidades establecidas, en donde en muchos casos se forja una fuerte identidad y sentido de pertenencia.
Sin embargo, aún se lucha por cubrir los derechos y necesidades fundamentales en esos lugares.“El mayor derecho vulnerado es el de la libertad, principalmente de poder decidir”, afirmó el doctor en Arquitectura y Urbanismo, Fernando Murillo, quien es consultor de la ONU en materia de planeamiento urbano-regional.
El profesional brindó ayer una conferencia en el Campus de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM), en el marco del Posgrado en Hábitat y Ambiente que se dicta en esa casa de altos estudios.
Murillo diferenció algunas situaciones por las que suelen atravesar habitantes de asentamientos informales y destacó que “hay villas en las que la gente está orgullosa y está contenta de estar ahí, en esos casos ese derecho (a la libertad) se cumple”.
Por otra parte, señaló que en otros casos “las personas están ahí porque no tienen otra opción y muchas veces ni siquiera tienen el derecho a opinar, sino que pasan una topadora y se los erradica de forma compulsiva”.
“Esa situación es terriblemente dañina porque no respeta ni el derecho a la vivienda ni a la libertad ni a la supervivencia”, dijo Murillo, teniendo en cuenta que muchos de los asentamientos surgieron por ser una salida rápida al problema de no tener un techo en el cual vivir.
Luego analizó que los asentamientos “son una parte fundamental de la ciudad, basado en el derecho humano de los habitantes, pero también entendiendo la necesidad de integración con el resto de la ciudad y los vecinos”.
Fernando Murillo encabeza un equipo de investigación que lleva adelante el proyecto denominado “La Brújula”, que consiste en un método de planificación participativa territorial dirigido a mejorar la situación integral de los asentamientos informales, “con una visión superadora del derecho a la ciudad”, según lo dicho por el arquitecto.
Principalmente, lo que busca esta herramienta es hacer un diagnóstico sobre la situación colectiva de una comunidad y rescatar las ideas y los aportes que puedan surgir de los habitantes para, con el apoyo del Estado, implementar medidas que beneficien a todos.
“A diferencia de diagnósticos tradicionales, se pueden medir concretamente cuáles son las prioridades y los proyectos que la propia gente puede realizar y complementar a la acción del Estado”, detalló Murillo a EL DIARIO.
El equipo de profesionales que integra el equipo de trabajo realizó convenios con municipios de distintos puntos del país y lograron, por ejemplo, prevenir riesgos ambientales al evitar construir viviendas en un humedal, es decir un terreno inundable.
“La Brújula hace mucho hincapié en que la solución del problema no parte de la situación individual de cada vecino, sino en fomentar que se asocien entre sí”, resaltó el entrevistado.
Si bien en nuestra ciudad no hay villas, sí hay asentamientos en espacios como Los Chaleces o La Estrella, ambos en barrio Las Playas, en los que el municipio realiza relevamientos para que obtengan escrituras quienes allí viven.
Los mismo pasa en La Calera, pegado a las vías del ferrocarril, en donde se intenta formalizar la situación de las viviendas que allí se montaron.