Son cuatro, quienes siempre estuvieron en el rubro de la construcción y que actualmente atraviesan un período de trabajo muy precario. Los lunes y viernes ponen manos a la obra para levantar la sede
Darío Arce (26), Sebastián Gaido (27) y David Arce (29) trabajan desde sus 15 años en la construcción, pero ahora su laburo tiene un sentido muy especial: desde hace dos meses están levantando lo que será la primera sede del centro vecinal de La Calera.
Las instalaciones se construyen en una manzana donde está el playón deportivo Guillermo García, una franja de tierra que el municipio cedió recientemente al sector con este fin.
Los jóvenes viven de changas y últimamente “está duro” conseguir empleo, por lo que esta oportunidad les viene muy bien, según dijeron al ser entrevistados por EL DIARIO. Trabajan en el lugar los lunes y viernes, mediante un plan financiado por el Estado nacional que comprende 15 horas semanales y que abarca a las organizaciones que están dentro de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), mediante un acuerdo que derivó en este salario social complementario.
“Nos dieron este trabajo, junto a un compañero más que hoy no está, y lo aprovechamos”, explicaron los jóvenes.
“Ya hemos cobrado algo y se está viendo de que nos paguen más, trabajando más. No sabemos cuánto tiempo nos llevará construir la sede, pero en eso estamos y lo hacemos con felicidad”, dijo Darío.
Los Arce siempre se desempeñaron junto a su papá en este rubro, que les gusta mucho.
“Hay que hacer la plata, tenemos hijos”, señaló Darío, padre de dos.
“Estamos agradecidos por esta oportunidad que nos consiguió Tito (Enrique) Godoy (integrante de la comisión vecinal y dirigente social), justo cuando nos hacía falta esta moneda”, subrayó.
La Calera es mucho más que el barrio en el que habitan. Es su hogar. Residen desde hace varios años aquí, tras vivir previamente en el sector vecino, el Roque Sáenz Peña. En la charla con EL DIARIO consideraron que esta zona “está progresando, las calles están todas limpias y vemos que se lo mantiene así”.
“Estamos de diez, pero nos hacía falta una sede, que será muy importante para los vecinos y para nosotros también”, definió Darío con el visto bueno de su hermano David y de Sebastián.
“Nos gusta vivir acá, tenemos todos los amigos cerca. Grande La Calera, que ya no es más General Roca”, acotó, en referencia al cambio de nombre ocurrido hace ya casi un lustro.
En la charla con este matutino expresaron que les gusta mucho la albañilería, pero también admitieron que les agradaría probar suerte en otro rubro.
“Ahora estamos casi sin laburo, está flojo conseguir para los martes, miércoles y jueves (son los días en que no están en el predio donde se levanta la sede), hay changuitas, pero muy flojo”, explicaron.
