Se trata de Pablo Medina, quien estaba detenido desde principios de octubre de 2016. Unos días antes había acosado en la vía pública a una estudiante del Trinitarios y le imputaron el delito de “abuso sexual simple”, pero las pruebas fueron insuficientes como para condenarlo
Un trabajador de la construcción fue absuelto ayer en la Cámara del Crimen local, al cabo de un juicio en el que compareció como presunto autor de un hecho de “abuso sexual simple” en perjuicio de una estudiante del Instituto La Santísima Trinidad.
Pablo Carlos Medina (33), alias “Negro”, fue liberado ni bien concluyó la audiencia en la que se lo absolvió por el “beneficio de la duda”, ya que la prueba colectada en el expediente fue considerada “insuficiente” como para imponerle una sanción penal.
Medina, nacido en la provincia de Buenos Aires el 23 de mayo de 1984, pero radicado en Villa María desde hace bastante tiempo, fue detenido el 5 de octubre de 2016 en pleno centro de la ciudad.
Por entonces, el albañil arrestado a pocos metros de la plaza Centenario y domiciliado en Deán Funes 350, en barrio Roque Sáenz Peña, estaba sospechado de haber acosado, atacado e incluso intentado abusar de varias alumnas del mencionado establecimiento educativo, a las que había sorprendido a primera hora de la mañana cuando iban a clases.
Hablaban de un sátiro
A poco de ser detenido, algunos medios arriesgaron a llamarlo “el sátiro del Trinitarios” (en alusión tanto al barrio como al colegio) ante la presunción de que era el sujeto que estaba alterando la tranquilidad de las mujeres de ese sector de la ciudad.
Pero con el correr del tiempo, la investigación judicial de los hechos permitió establecer que Medina estaba vinculado a un solo hecho de acoso callejero, obviamente en perjuicio de una alumna de 17 años, que lo reconoció como el hombre que la había seguido a lo largo de dos cuadras, diciéndole cosas como “qué linda mochila”, “tenés que estudiar mucho” o “sacate buenas notas”, pero no improperios ni agravios relacionados con su integridad sexual.
En un primer momento, el fiscal Gustavo Atienza lo imputó como supuesto autor de “abuso sexual simple en grado de tentativa”, pero terminó elevando la causa a juicio bajo la calificación legal del “abuso sexual simple” (figura que describe lo que antes se conocía como “abuso deshonesto” por tocamientos impúdicos), pese a que la menor que denunció el incidente declaró que el acosador la había rozado en un hombro y no que la hubiere manoseado.
Así las cosas y pese a no tener antecedentes penales, Medina quedó detenido y en esa condición fue llevado en la víspera hasta los estrados judiciales, donde terminaron absolviéndolo (por el “beneficio de la duda”, insistimos), lo que le permitió recuperar la libertad luego de 338 días “a la sombra”… o lo que es lo mismo, 11 meses y tres días.
Los alegatos
Si bien la audiencia de debate se realizó a puertas cerradas por tratarse de un hecho de instancia privada, pudo saberse que el fiscal de Cámara, Francisco Márquez, solicitó que se le impusiera una pena de 11 meses de cárcel, que la misma se le diera por compurgada y que se le otorgara la libertad.
A su turno, la asesora letrada Silvina Muñoz planteó que las pruebas en contra de su defendido eran insuficientes y que, por ende, debía ser absuelto y excarcelado de inmediato.
Finalmente, el juez Félix Martínez dictó la absolución de Medina, pero para ello invocó el “in dubio pro reo”, locución latina que expresa el principio jurídico de que, en caso de duda (por ejemplo, por insuficiencia probatoria, como ocurrió en este caso), se favorecerá al acusado. Puede traducirse como “ante la duda se debe beneficiar al reo”.
En su momento, el caso generó mucha preocupación
Bajo el título “Capturaron a un sujeto que intentó abusar de alumnas de un secundario”, el jueves 6 de octubre del año pasado EL DIARIO difundió la noticia de la detención de Pablo Medina, quien por entonces estaba sospechado de haber atacado a varias adolescentes cerca de una obra en construcción, cuando se dirigían al colegio Trinitarios.
“Se hizo efectiva ayer, en pleno centro de Villa María, la aprehensión de un individuo que durante varios días acosó, atacó e intentó abusar de alumnas de un establecimiento educativo de la ciudad, a las que sorprendió durante las primeras horas de la mañana”, comenzaba diciendo la nota.
La información proporcionada por la Unidad Departamental San Martín precisó que el arresto del presunto delincuente se había concretado el día anterior, a las 18.30, en la primera cuadra de la calle José Ingenieros, entre Santa Fe y Catamarca, en proximidades de la plaza Centenario.
“Se trata de un hombre de 32 años, sobre quien pesaba una orden de detención por la supuesta autoría de abuso sexual en grado de tentativa”, se indicó en la nota publicada por este matutino.
De acuerdo con los datos conocidos en ese momento, “los intentos de abuso fueron sucesivos, al punto que la información de la Policía precisa que se trató de una ‘seguidilla de hechos de similares características’ y en todos los casos los progenitores de las víctimas fueron los denunciantes”.
“Los violentos episodios se iniciaron hace poco más de un mes -agregaba la nota-, en una cuadra próxima al bulevar Argentino, pero en jurisdicción del barrio Carlos Pellegrini, donde el acusado esperaba el paso de alumnas adolescentes que concurren a la Escuela Superior Integral de Lechería (ESIL) y Anexos”.
Según los investigadores policiales, “el acosador se amparaba en la oscuridad que aún había poco antes de las 7 (horario de ingreso de las estudiantes) y salía al cruce de las chicas mientras éstas se dirigían a pie al colegio e intentaba hacerlas ingresar a una obra en construcción”.
Siempre de acuerdo a la información conocida tras los hechos, “en algunos ataques las víctimas resultaron lesionadas cuando, al percatarse de la intención del agresor, procuraban escapar, pero tropezaban y caían al suelo”.
Por último, la Policía informó ese mismo 5 de octubre que había “serios indicios de que se trataría del abusador serial, el cual era intensamente buscado” desde hacía varios días.
Sin embargo, nunca se pudo establecer fehacientemente que Medina haya sido el autor de todos los ataques denunciados y solo la joven de 17 años, que lo reconoció como el sujeto que la había acosado durante un par de cuadras, fue quien aportó la prueba más firme en su contra, pero incluso no alcanzó como para condenarlo por las muchas dudas que surgieron respecto de su proceder.