Argentina avanza en la normalización institucional iniciando una etapa de crecimiento y consolidación económica. El mundo incorpora nuevamente a nuestro país como parte de la solución agroalimentaria global, asegura Guercetti
En menos de dos años, la nueva administración puso a nuestro país nuevamente en la pista principal. Fuera de ella desde los años 70, con solo esporádicas apariciones en pruebas de clasificación. Argentina no tuvo en 50 años un protagonismo internacional como el obtenido en solo 20 meses del gobierno actual. Cuando refiero a protagonismo no incluye los viajes turísticos de los 90, tampoco las “misiones comerciales” organizadas por el otrora secretario de Comercio.
Argentina, a partir de diciembre de 2016 inició un camino que la pone nuevamente en carrera, la hace protagonista, imprescindible, del nuevo escenario mundial. La era moderna tiene otros paradigmas, tiene otros tiempos, obliga a estar preparados, necesita dirigentes decididos y capaces. Con visión y convicción. Durante décadas los argentinos soñamos con esa posibilidad. Hoy la tenemos.
La nueva administración puso freno a la corrupción de la obra pública y proyecta para la próxima década el mayor plan de inversión en infraestructura de la historia. Cimienta un inicio de época. Un verdadero cambio que, en sintonía con los países más desarrollados del planeta, será plataforma de solución a los grandes temas de la era moderna.
Nuestro país presentó sus nuevas credenciales que lo acreditan como jugador excluyente en el escenario mundial en materia de alimentos, energía, ciencia e innovación tecnológica.
Los “brotes verdes globales” se comienzan a ver en el horizonte. Debemos prender la luz alta y salir del facilismo populista del corto plazo.
“Muchos años de dictadura en el país nos impidieron aprender a gobernar en la Argentina”, exclamaba el presidente Raúl Alfonsín en el histórico discurso de la Exposición Rural 1988. “Muchos años de encierro en el país nos impiden entender cómo es gobernar conviviendo con el mundo”. Esta exclamación podría explicar gran parte de la gestión del nuevo gobierno. Sin duda, el mundo está cambiando. Y esta vez nuestro país es parte. No hay otra opción en la lógica racional. Este es el camino. El Plan V, es Venezuela.
Mientras, en el escenario internacional, China manda. Es el país con mayores reservas, el mayor inversionista a nivel global, con la mayor demanda de insumos. El poder adquisitivo de la población nivelará hacia arriba exponencialmente. China es socio logístico natural del otro gigante asiático. Junto a India, sumarán más del 70% del consumo mundial.
La firma del acuerdo comercial y de inversiones, celebrado en abril de 2017 entre los presidentes Trump y Xi Jinping, da un marco de mayor previsibilidad a la economía global. Las inversiones chinas en Argentina, imprescindibles para salir del letargo de los últimos 50 años, consolidan una relación internacional que, aunque de cuidado, garantiza la estabilidad racional de nuestro país por los próximos 20 años. Las giras y las recepciones a países como Alemania, Emiratos, Japón, EE.UU., China, Italia, Holanda, nos pone nuevamente en la pista.
A los “brotes verdes globales” se suman los domésticos. Acuerdos con los fondos buitre, salida del cepo, exención de retenciones al agro, plan de obras de infraestructura, energías renovables, créditos, además de innumerables acciones inteligentes que se sustentan en hechos reales. También suman los regionales, a sabiendas de la extraordinaria importancia de Argentina junto a Brasil, sumados a Uruguay y Paraguay, en materia de agroalimentos.
Un párrafo aparte merecen los yacimientos neuquinos de shale gas en Vaca Muerta, segundos a nivel mundial con una extraordinaria proyección de corto plazo. Inversiones mediante, Vaca Muerta podrá bajar los costos de gas a valores de EE.UU. No solo para doña Rosa, significa un impulso extraordinario para la industria que utiliza gas como insumo prioritario, desarrollará la actividad siderúrgica y la cadena industrial en todos sus eslabones Pymes. Significa inclusión con desarrollo.
Las acciones inteligentes generan la posibilidad de realizar nuevas acciones inteligentes.
Sin duda, Argentina tiene un problema serio. No hay posibilidad de que un pensamiento racional explique el 30% de pobreza. No hay forma de explicar cómo nuestro país no es potencia mundial junto a China y EE.UU. No hay forma. No fuimos una sociedad inteligente. Podemos serlo, podemos lograr pobreza cero y mucho más. Podemos ser parte de la solución de la pobreza del mundo. Para eso debemos cambiar. Dejar de reclamar la cosecha que no sembramos. Probar trabajando.
Los “brotes verdes globales”, además de económicos macros con derrames a los sectores más vulnerables, crecerán cobijados por una nueva sociedad. Una sociedad que reclame un sistema de educación moderno, seguridad y lucha real contra la droga. Una sociedad que no acepte la corrupción crónica como una forma de hacer política. Una sociedad de estos tiempos, preparada para los nuevos tiempos. Capaces de comprender y aceptar que para reclamar los “brotes verdes” primero hay que preparar la tierra, sembrar la semilla y cuidarla.