Escribe Dr. Mitchell Humphreys Urólogo – Clínica Mayo
La sangre en la orina o hematuria puede ser inquietante. Pese a que algunos casos de hematuria son graves, otros son bastante inocuos y se solucionan con poco o ningún tratamiento. En todo caso, la hematuria definitivamente debe ser evaluada por un médico.
La sangre que se ve claramente en la orina se llama hematuria franca y puede ser de color rojo, rosa o similar a la Coca-Cola, al té o al óxido. La hematuria franca generalmente se presenta sin ningún otro síntoma. No hace falta mucha sangre para cambiar el color de la orina, así que probablemente la pérdida de sangre no sea tanta como parece; sin embargo, un sangrado más fuerte que implica coágulos es un problema urgente, que puede ser doloroso y poner en riesgo de una obstrucción de la vejiga e imposibilidad de orinar.
El primer paso es determinar si el color se debe a la presencia de sangre. La orina puede cambiar de color debido a otras cosas, tal como proteínas sanguíneas (hemoglobina o mioglobina), remolachas y ciertos medicamentos, incluidos algunos que sirven para tratar infecciones urinarias. A veces, un sangrado vaginal puede equivocadamente tomarse por hematuria y viceversa. En los ancianos, la hematuria casi siempre amerita una evaluación para determinar la causa del sangrado.
A fin de determinar qué causa la hematuria, el médico posiblemente solicite primero un examen de orina para saber si el sangrado es producto de una infección de las vías urinarias o del riñón. Los síntomas de una infección pueden incluir urgencia de orinar frecuente, ardor al orinar y dolor o presión abdominal. La mayoría de los síntomas más graves, como fiebre, escalofríos y dolor de espalda o costado, pueden apuntar hacia una infección renal. Aunque no haya síntomas, casi siempre se hacen análisis de orina para revisar una posible infección.
Los análisis de orina y los de sangre en la orina generalmente indican si el sangrado proviene de los riñones, lo que puede deberse a una enfermedad del riñón o a quistes renales. Tener antecedentes familiares o personales de enfermedad renal o de cálculos urinarios puede también brindar pistas importantes.
El riesgo de que la hematuria sea un indicativo de cáncer en alguna parte de las vías urinarias aumenta después de los 40 años y en la mayoría de los casos es el primer síntoma. Ante esa sospecha, los análisis para detectar la presencia de cáncer pueden incluir exámenes del riñón, la vejiga, la próstata y otro tipo de cáncer posible. Los antecedentes de tabaquismo, manejo de sustancias químicas o tintes, radiación en la zona pélvica y otros factores elevan el riesgo de cáncer en las vías urinarias.
Además de infecciones, enfermedad renal y cáncer como posibles causas de hematuria, la lista de las demás posibilidades es larga y algunas son más comunes que otras. Las posibles causas que son temporales y, generalmente, no preocupantes o se solucionan fácilmente incluyen ejercicio vigoroso (sobre todo correr), un golpe en la zona del riñón y varios medicamentos, tales como el fármaco anticancerígeno ciclofosfamida y los anticoagulantes que pueden variar desde aspirina hasta warfarina o clopidogrel.
Otras posibles causas pueden incluir agrandamiento de la próstata, cálculos en el riñón o la vejiga y varias enfermedades hereditarias del riñón, como poliquistosis renal o síndrome de Alport. En quienes tienen ascendencia africana, la anemia falciforme puede ser otra causa.
Con frecuencia, suele ocurrir que no se descubre la causa de la hematuria. En los ancianos con hematuria de causa indeterminada, lo habitual es recomendar análisis de seguimiento. Uno de los objetivos de ello es determinar si la hematuria fue temporal, persiste o se presenta ocasionalmente; otro objetivo puede ser permanecer vigilante o ver otro diagnóstico de cáncer o de alguna enfermedad diferente que antes no se detectó.