Por el tratamiento médico, el virus está “dormido”. Con 26 años y desde Inriville, llama a usar preservativo siempre, manteniendo relaciones sexuales seguras
Diego Rochi atravesó todos los estados anímicos desde que un análisis de sangre le reveló, en octubre del año pasado, que tenía HIV. Primero se desmoronó, lloró mucho, se negó a asumir lo que pasaba. Hoy es otra persona.
A casi un año del diagnóstico, gracias a un tratamiento médico la carga viral es indetectable, lo tiene “negativizado”, lo que no significa que el virus no esté, pero, por así decirlo, se encuentra “dormido”.
El joven tiene 26 años y es de Inriville. Ayer dialogó con EL DIARIO y contó que se contagió en una madrugada de descuido en Villa María. “Por una noche de calentura cambió mi vida”, confió.
Sereno y seguro, remarcó en varios pasajes de la charla periodística que lo que hay que hacer es mantener relaciones sexuales seguras, de la mano del preservativo. Instó a protegerse siempre, y también llamó al Estado a colocar cartelería suficiente para concientizar a la comunidad, y que se brinden charlas al respecto.
Nadie le dio la espalda
Diego tiene muy en claro cuándo se contagió. Fue una noche “de descuido”. Hasta entonces “siempre me cuidaba, incluso me hacía análisis cada seis meses”.
Fue duro saberlo. “Primero fue un shock. Yo nunca pensé que podía tenerlo. Cuando me dio positivo lloré mucho y me abracé a un amigo, con quien vivía en Córdoba”, relató.
Señaló que siempre aparece la negación. Además, luego del test que le dio la mala noticia debió esperar varios días la confirmación a través de un segundo análisis, porque siempre se habla de que puede darse un “falso positivo”. “A eso lo veo mal de parte de los médicos, porque te dan una esperanza innecesaria. Cuando confirmé el HIV realmente me quería morir”, admitió.
Durante ese período tuvo mucho temor sobre qué reacción iban a tener tanto su familia como sus amigos. Hasta que en un momento decidió abrir su intimidad en su Facebook personal y se lo contó a todos. Por esa vía se enteraron sus afectos. Hoy puede decir que “son maravillosos”.
Ese miedo que tenía desapareció, porque nadie se alejó.
“No pasó nada de lo que yo imaginé que me iba a ocurrir. Fue un alivio contarlo”, comentó.
Subrayó que amparado por la ley no tiene por qué dar a conocer que presenta el virus, pero tomó la postura de hacerlo para cuidar a los demás. Hoy está en pareja, pero sostuvo que si se encontrara solo y tuviera relaciones sexuales esporádicas, siempre lo informaría, “porque no pondría a nadie en riesgo”. Luego, “ya si el otro no se quiere cuidar es una cuestión del otro, pero siempre diciéndole”.
En cuanto al tratamiento médico, no se inició de inmediato. Explicó que tenía poca carga viral, lo que le dio tiempo a su médica a estudiar bien la situación hasta decidir comenzar la ingesta de pastillas. Actualmente toma una por día.
“Tengo las defensas altas, si quisiera no me hago un tratamiento hoy, pero dejaría que el virus avance”, apuntó.
Los test le dan negativo porque el abordaje científico ha marchado con eficacia. “El virus estará de por vida, pero quedó como dormido. Las pastillas hicieron que se duerma, lo tengo, pero no molesta, no me daña”, graficó.
Indicó que no puede abandonar la pastilla. Repasó que al principio sufrió muchos mareos, dolores de cabeza, insomnio. “Fue una pesadilla el inicio del tratamiento y mi estómago lo sufre”, aclaró.
Pero se levantó. “Me han pasado muchas cosas en la vida y esto no me iba a derrotar. A veces me bajonea, las pastillas me agotan, pero lo primordial es cuidarse”, expresó.
Ante preguntas de este cronista, llamó a la prevención, a pensar antes de actuar y a utilizar preservativo. También, a “concurrir a un centro médico, si no querés ir solo pedile a tu mejor amigo o amiga. Yo he acompañado a muchas personas en este tiempo”.
Rochi está dispuesto a ayudar. “Es difícil, algunos lo van a callar toda la vida y necesitan una contención. El mensaje es cuidarse, pedirle a las instituciones y municipios que pongan carteles, que den charlas porque siempre hay gente predispuesta a informar de la mejor manera. En Inriville no hay cartelería”, concluyó.