Escribe Jesús Chirino
Nota Nº 514
En pocos días Villa María celebrará el paso de 150 años desde aquel 27 de septiembre de 1867, día adoptado como el de inicio de la existencia de esta población.
Es sabido que la conmemoración del aniversario del “nacimiento” de la ciudad no siempre se hizo en esta fecha, pero luego de discusiones un grupo de estudiosos de la historia local acordaron que la misma sería considerada como la de la fundación de Villa María.
El criterio que se tomó no fue el registro de las primeras casas u otro similar, sino que se prestó más atención a los trámites administrativos ante el Gobierno provincial.
Si quedó establecido el 27 de septiembre de 1867 fue porque ese día en el Departamento Topográfico de la provincia, con la firma de un vocal de la repartición, se firmó el archivo del plano de Villa María. A partir de eso la localidad tenía plano aprobado.
Construcciones y ventas antes del 27 de septiembre
Pero, como bien nos recuerda el historiador Bernardino Calvo, en su trabajo “Orígenes y desarrollo de la ciudad de Villa María entre 1867 y 1967 y su relación con el surgimiento de los primeros barrios”, ya “para fines de agosto de 1867 existía en Villa María, además de un galpón en construcción para depósito de mercaderías, “varias casas de alojamiento para empleados y obreros, cuando aún no se había procedido a su loteo regular, agrupadas en torno a la, todavía, inexistente estación de pasajeros”.
Es decir que antes de la existencia jurídica de la población ya había un núcleo urbano.
El mismo historiador señala que, según su visión, “en rigor el proceso fundacional de Villa María se había iniciado el 7 de junio de 1867 con la mensura y amojonamiento del terreno que Ocampo vendiera al Gobierno de la Nación, a través de su representante Juan Manuel Perdriel -seis cuadras de su estancia “Paso de Ferreira”, frente al pueblo de Villa Nueva- con la expresa “condición de hacer en ella la Estación del Ferrocarril Central Argentino”, luego pasa a señalar la venta de otro terreno que consta en una escritura del 6 de agosto de 1867, cuando Pablo Barrelier, en su condición de apoderado de Manuel Anselmo Ocampo, le vendió un terreno a Manuel Irigoyen.
El registro notarial señala que se trata de “un sitio esquina ubicado en la Villa María pueblo deslindado en derredor de la Estación del Ferrocarril Central en Villanueva (sic), manzana cincuenta i (sic) tres del plano depositado en el Departamento Topográfico…”. Es decir que no solo ya existían casas en Villa María, antes del 27 de septiembre de 1867, sino que también se habían realizado operaciones comerciales con los terrenos.
En la pedanía de Villa Nueva
Regresando a Calvo podemos notar que no habla de “fundación”, sino de “proceso fundacional” y esto es así porque en el caso de Villa María no existió un acto fundacional a estilo de otras poblaciones más antigua que fueron fundadas según la usanza de tiempos pretéritos cuando el pensamiento liberal aún no era hegemónico.
Es claro que esta localidad no nació en tiempo de la denominada “conquista”. En el prólogo de esa obra fundamental que es “Historia de la ciudad de Villa María”, de José A. Pedernera, Antonio Sobral escribió que “nuestra ciudad no se constituyó respondiendo a un plan de colonización, sino, por su singular condición de nudo troncal de caminos y líneas ferroviarias, respondía a un plan de urbanización.
El monte que cubría fue abierto no por el arado, sino por la vía de acero que impulsaba el progreso. Su posición geográfica la hizo nudo ferroviario y determinó una población inestable, aluvional y flotante hasta su definitivo asentamiento”.
Resulta indiscutible que Villa María nace en la pedanía de Villa Nueva, es decir en territorio de ese municipio. En el capítulo “Villa Nueva, precursora inmediata de nuestra ciudad” José Pedernera escribe que “el 11 de agosto de 1866 el gobernador Doctor Mateo de J. Luque restableció a Tercero Abajo su corporación municipal, cuya residencia oficial fue Villa Nueva, por ser entonces cabecera de del Departamento…”, esto sucedía luego de que en 1860 se había ordenado hacer cesar ese municipio.
Aunque Pedernera sostiene “que al venderse solares en Villa María, durante los primeros meses de su existencia, se dijera que aquellos se ubicaban en Villa Nueva (sic), significa solamente que se encontraban situados en la pedanía individualizada con dicha denominación”.
Tanto en la demarcación como las ventas de terrenos, antes y después de la aprobación de los planos por un lado actuaron funcionarios y, por otra parte, el apoderado de Manuel Anselmo Ocampo, terrateniente y político encumbrado de Buenos Aires que era propietario de estas tierras.
Aquí debemos citar el documento mediante el cual Ocampo otorgó el poder a Pablo Barrelier. En la venta del terreno que hace a Irigoyen exhibe ese poder y el mismo queda registrado con la letra del escribano Carlos Valladares.
Dice “en esta ciudad de Córdoba, a cuatro días de julio del año mil ochocientos sesenta i (sic) siete compareció ante mí escribano público de número i hacienda, i testigos al final nombrados Don Manuel Anselmo Ocampo de Buenos Aires i residente en esta ciudad accidentalmente…” otorgándole un “poder especial” a Barrelier y autorizándolo “para que en representación de mi persona, acciones i derechos, venda manzanas i sitios que me pertenecen en el lugar denominado Paso de Ferreira, en el cual debe fundarse un pueblo y hacerse la estación del Ferrocarril Central Argentino…”.
La orden del patrón
Es claro que Villa María nace en pedanía de Villa Nueva, donde estaba planificada una estación ferroviaria que establecida en su primer tiempo se denominó Villa Nueva. Recordemos, tal cual señalamos en notas anteriores, que el trazado del ferrocarril se realizó respetando, sin muchas variaciones, la planificación del ingeniero Allan Campbell.
La misma había sido presentada el 3 de noviembre de 1855 en la ciudad de Rosario en un escrito denominado “Informe sobre un ferrocarril entre Córdoba y el río Paraná por el ingeniero Allan Campbell”.
No puede dudarse acerca de la importancia del ferrocarril en el desarrollo de Villa María, tanto es así que algunos han llamado a esta población “hija del riel”.
Pero tampoco debe dejarse de lado que Ocampo, el terrateniente dueño de las tierras, no vino a trazar la localidad, sino que solo ordena, por un lado fundar “un pueblo”, como también que Barrelier “gestione la permuta o indemnización de parte de dichos terrenos (los de la estación) que deben ser expropiados por el Gobierno de esta Provincia para cederla al de la Nación, que a su vez cederá a la empresa del mencionado ferrocarril”.
Mucho se ha escrito acerca de si el interés de Ocampo se reducía a lo comercial, pues sus tierras se verían revalorizadas a partir del establecimiento del ferrocarril y la estación. Esto ha sido tema de debate básicamente a partir de que a lo pocos años vende las tierras, a un buen precio. Pero de lo que no pueden quedar dudas, por las pruebas documentales existentes, es que él da una orden para que se haga según su voluntad.
Es decir que una lectura posible es que la nueva localidad nace de la orden de un patrón que pide expresamente que se funde una población, se la diferencie de la existente Villa Nueva y se construya la estación ferroviaria. Bien podríamos decir que es hija de la orden de un patrón, aunque sabemos que ninguna población es fundada para siempre, en realidad está en proceso de construcción de manera permanente. Y son los que viven en ella la que encaran el diario desafío de laborar en la construcción de la misma.