Escribe Juan Manuel Gorno
A pesar de jugar mejor, el Fortinero no tuvo el lujo de la eficacia de Racing, que marcó con su goleador Federico Acevedo, ganó 1-0 en Plaza Ocampo y se llevó algo más que el clásico
Más allá de hacer grandes méritos para quedarse con algo, Alumni perdió 1-0 con Racing de Córdoba, en Plaza Ocampo, y dejó nuevamente la imagen del laburante que se “rompe el lomo” para llegar a fin de mes y, sin embargo, no puede alcanzar parte de los lujos de otra gente.
La efectividad, antes y también ayer, se convirtió en el lujo de la Academia cordobesa, casi como un broche que muestra en todos los partidos, de los pies o la cabeza de un tal Federico Acevedo, su goleador implacable, que finalmente marcó la diferencia en el tanteador, contrarrestando la que hubo en la cancha.
Esa efectividad es la que perdió Alumni, un poco por jerarquía, otro por desequilibrio emocional y un tanto más por el momento de cada jugador en el partido, motivos suficientes para explicar por qué ayer no pudo sumar en el clásico y quedó más embarrado en la zona de descenso que en la pelea por un pasaje a la siguiente instancia del Federal B.
En su segundo partido consecutivo sin marcar goles, el equipo dirigido por Hugo Mattea buscó por todos lados dar el golpe ante uno de los mejores del campeonato y hasta por momentos lo redujo a un rival improlijo, errático.
La presión para recuperar la pelota fue muy buena desde los primeros minutos y animó al equipo villamariense a ser protagonista, incluso ocultando la ausencia de sus dos habituales zagueros con una tarea sin grandes fisuras de los ingresados Tomás Lorca y David Reano. Entonces Racing se sintió incómodo y jugó mal.
Claro que desde temprano, Alumni empezaba también a dilapidar sus situaciones.
Si bien a los 14 minutos, el arquero Leonardo Rodríguez sacó por encima del travesaño un cabezazo de Leandro Martínez, tras una jugada por izquierda de Jeremías Flordelmundo, lo peor del equipo no fue de frente al arco sino metros antes de llegar al mismo.
En ese momento donde se precisa el centro a la cabeza o el toque atrás, la resolución casi siempre terminó siendo al revés. Emisores y receptores del pase o centro final casi nunca pudieron encontrarse y allí fue donde Alumni no supo justificar su propuesta.
En cambio Racing, que prácticamente no había llegado hasta las barbas de Jonathan Scalzo (sólo un desborde de Ezequiel Ocampo que terminó con remate apenas desviado), lastimó en su primer tiro de esquina a favor, a los 24 minutos de juego. La conexión fue el capítulo A del manual de la contundencia: Centro milimétrico de Maximiliano Villa y elevación justa del delantero Acevedo, que ubicó la pelota lejos del arquero rival. 1 a 0.
¿Qué fue?
El gol del clásico rival obligó al local a redoblar su propuesta y el empate estuvo al caer un minuto después, en una jugada polémica, que sólo se podrá visualizar con un “telebeam” que aquí no existe.
Sucede que tras un remate que salió desviado, la pelota viajó por detrás del arquero de Racing y se metía… En eso llegó Juan Pablo Rezzónico para sacarla milagrosamente. Los jugadores de Alumni pidieron gol, el asistente dudó unos segundos, pero no corrió hasta la mitad de la cancha y el árbitro apeló al “siga siga”… Ni siquiera de esta manera se verificó la eficacia villamariense.
Minutos después tuvo su chance Nicolás Delsole con una media vuelta rápida, pero el balón finalizó en las manos de Rodríguez.
Insistente
En el segundo tiempo, hasta los 20 minutos fue todo de Alumni, menos el gol.
Pelota, terreno, movilidad, búsqueda por las puntas… El equipo de Mattea se adueñó del partido para buscar el empate y generó algunas ocasiones que desaprovechó, algunas muy claras como un tiro libre bien pegado a la puerta del área, una pelota picando después de un rebote o un centro preciso al segundo palo para el ingreso del delantero goleador. Nada terminó en la red y el equipo se fue desinflando, incluso con la salida del impreciso Giuliano Bardín por Emanuel Ercoli (que tampoco hizo demasiado).
Sin tener la pelota, Racing fue modificando su estructura y emparejó el trámite con el correr de los minutos, sobre todo cuando Alumni quedó con tres delanteros, a los que trató de dominar con el oficio de sus centrales.
La imagen de Maxi Villa (de lo mejor del partido) teniendo la pelota en los últimos 15 minutos fue lo más productivo que hizo la Academia para quedarse con la victoria en el segundo tiempo. En lo demás, Alumni hasta buscó con el menor de los Delsole, pero no pudo. Le faltó claridad en ataque y, más que nada, esa eficacia que Racing sacó a relucir, como exhibiendo un tesoro difícil de conseguir.
El árbitro
Fernando Márquez El juez de San Francisco manejó el partido con oficio, aunque todo quedó en la duda por el supuesto gol que marcó Alumni y que así no vio el asistente número uno, Agustín López.
La figura
Maximiliano Villa En un partido sin grandes individualidades, el volante de Racing metió el centro del gol y fue lo más claro del visitante en el segundo tiempo. En Alumni fue bueno lo de Franco Flores.
Racing es el primer equipo que le gana dos veces a Alumni en este campeonato. En la ida, la Academia había marcado mediante los mismos hombres y con la fórmula cambiada: Villa hizo el tanto con una asistencia de Acevedo.