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Trombofilia: ¿qué se esconde detrás de la “moda” de la heparina?

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Trombofilia: ¿qué se esconde detrás de la “moda” de la heparina?
La actriz Florencia Peña tiene trombofilia y aboga por una ley que proteja a las mujeres con esa enfermedad

Esta medicación cobró popularidad en los últimos años a partir de la fuerte promoción por parte de algunas celebridades que supuestamente lograron sus embarazos gracias a su utilización. ¿Es esto cierto?

Escribe: Dr. Fernando Beltramone MP 22.205 – ME 9.064 Especialista en Ginecología, Obstetricia, Medicina Reproductiva y Cirugía videoasistida

La actriz Florencia Peña tiene trombofilia
y aboga por una ley
que proteja
a las mujeres con esa enfermedad

La trombofilia es una condición médica por la cual la persona que la padece aumenta el riesgo de desarrollar coágulos sanguíneos (trombosis) por anormalidades en su sistema de coagulación.

Existe una variedad de situaciones congénitas o adquiridas que pueden provocar este aumento de riesgo.

Lo que hay que preguntarse es: ¿cuáles de estas situaciones tienen verdadera relación con riesgos durante el embarazo (o pérdida del mismo)? Y más aún: ¿existe relación entre trombofilia e infertilidad?

La trombofilia ha aparecido como uno de los temas más mencionados en los consultorios médicos especializados en fertilidad, fundamentalmente porque a menudo circulan datos erróneos, lo cual no hace más que confundir al paciente y generarle falsas expectativas en relación al tipo de tratamiento que debe seguir para concebir.

 

Aborto recurrente por trombofilia

En términos sencillos, el “aborto recurrente” es la pérdida de dos o más embarazos, condición que merece un exhaustivo estudio.

Con la honrosa excepción del síndrome antifosfolipídico (SAF) -que significa la positividad de los análisis específicos en dos ocasiones separadas al menos por 12 semanas uno del otro-, no se han demostrado inequívocamente que las trombofilias hereditarias sean causantes de aborto recurrente. De hecho, un estudio de mutación de genes -excusa muy común para administrar la heparina- no es recomendable en estos casos, ya que el 50% de la población tiene algún tipo de estas mutaciones (son de hecho variantes normales) y los resultados no serían de utilidad, ya que no está demostrado que dar heparina beneficie a estos pacientes. Entonces, ¿por qué se recomienda realizar un estudio que arroja solo resultados relativos?

 

Los peligros del SAF

Los estudios científicos han demostrado que el mencionado SAF sería causante del 5% al 20% de los abortos recurrentes. La pérdida se daría como resultado de la formación de coágulos en el lecho placentario y de una alteración inmunológica en la interacción embrión/endometrio. Por eso es muy importante realizar un correcto diagnóstico para poder combatir el problema de la manera correcta y no apurar terapéuticas no probadas. Debemos saber, incluso, que el suministrar anticoagulantes como la heparina no está exento de riesgos hemorrágicos.

El SAF puede causar también otras consecuencias mucho más graves, como muerte fetal tardía, preeclampsia y partos prematuros.

 

¿Cuándo es momento de un análisis?

Salvo casos muy excepcionales, una sola pérdida de embarazo no justifica el estudio para trombofilias. El verdadero SAF sí debe tratarse con heparina y aspirina para prevenir complicaciones, pero es fundamental tener la certeza absoluta sobre su correcto diagnóstico.

Un metaanálisis (análisis de muchos estudios publicados en torno a un tema específico) de noviembre de 2016 concluyó que el uso de heparina no parecería ofrecer ningún beneficio para los trastornos relacionados a coagulación patológica en el lecho placentario.

La relación de las presuntas trombofilias con infertilidad es un hilo mucho más tenue aún. Si bien algunos estudios parecieran encontrar cierta relación entre algunas trombofilias y la falla recurrente de implantación (transferencias de cuatro blastocistos u ocho embriones de buena calidad sin lograr embarazo), no existe a la fecha ningún elemento que concluya que alguna trombofilia sea causante de falla repetida de implantación, ya que los estudios con mayor número de pacientes y con diseño experimental adecuado no hallaron tal supuesto beneficio.

¿Por qué entonces la trombofilia ha ganado tanta prensa actualmente?

Aclaremos en primer lugar que éste es más un fenómeno regional -y más bien “de moda” en Argentina- que una situación mundial; en otras palabras, en nuestro país se habla mucho más de trombofilia que en otros países del mundo. Cabe preguntarse entonces: ¿Argentina es un lugar donde la trombofilia es más frecuente? La realidad indica que no es así.

El extremo de la “psicosis” se vivió este año, cuando se buscó aprobar una ley de trombofilia, la cual fue correctamente vetada. Si tal proyecto se aprobaba, llevaría a un innecesario desvío de fondos y numerosos estudios sin sentido.

Entonces, ¿por qué esta “fiebre” de trombofilia? Puede haber muchas respuestas para esta pregunta. Una de ellas puede tener con la prensa que se ha instaurado en torno a este tema. Muchas celebridades publican en sus redes sociales esperados embarazos que “aparentemente” se lograron gracias a la heparina. La realidad indica que la inmensa mayoría de los embarazos en mayores de 40 años con tratamientos son por donación de ovocitos (y por eso funcionan), pero por privacidad se omite este hecho y este es el verdadero responsable de que el tratamiento funcionó; no la heparina, a la que se le da un erróneo protagonismo.

Si podemos crear una sensación de inseguridad en la población que provoque que muchas mujeres pidan estudios de trombofilias y, por ende, muchas de ellas reciban heparina, esto sería un muy buen negocio (sarcásticamente hablando). Existen grupos “pro-heparina” que encontrarán cualquier justificativo para incorporar esta medicación en los procedimientos de fertilidad; el tratamiento con heparina cuesta poco más de $95 mil por embarazo a término. En otras palabras, su suministro se trata de un muy buen negocio para quien lo provee. Es responsabilidad de los médicos estar actualizados y educar a la población y sus pacientes acerca de la mejor terapéutica para cada caso.

Al margen de toda conjetura sobre la indicación interesada de este medicamento, también es cierto que la falla repetida de implantación es a menudo frustrante, ya que el profesional no siempre puede encontrar la verdadera razón que está impidiendo la gestación. Esto, sumado a la presión que a menudo recibe por parte de sus pacientes, lo hace buscar otras posibles explicaciones que no siempre “explican” el problema y allí es donde se cae en la indicación de heparina, como supuesto método de ayuda proembarazo; una ayuda poco eficaz y muy cara, por cierto.

 

Debemos hacernos algunas preguntas

Cabe preguntarse: ¿si los ciclos de fertilización in vitro anteriores no funcionaron y el actual en el que recibió la heparina sí lo hizo, ¿es por la heparina en sí o porque en realidad ahora se transfirieron mejores embriones y el éxito se lo atribuí a la heparina (de la cual no tengo evidencia que realmente funcione en estos casos)?

Debemos saber, sobre este punto, que la inmensa mayoría de los embriones que no implantan y se abortan en forma temprana son genéticamente anormales (más del 80% de los abortos espontáneos antes de las ocho semanas son anormales genéticamente). El screening genético preimplantacional está explicando muchos de estos casos que antes no podíamos explicar. Si en el ciclo actual se transfirió el embrión que es normal, entonces estaremos frente a un procedimiento exitoso al margen de cualquier droga utilizada.

En síntesis, la heparina no es una solución mágica a los problemas de concepción. También debemos saber que la trombofilia no es siempre la causa de los problemas de concepción y que en realidad muchas veces está sobrediagnosticada, ante la presión de la falta de resultados (“y… alguna respuesta le tengo que dar”, es más útil decir que no siempre se tiene respuestas para todo). Lo importante es que, como mencionamos antes, la pareja pueda asesorarse bien para caer en manos expertas, profesionales, que se interesen por su caso a fondo, que realicen un diagnóstico adecuado y que gracias a éste les suministre un tratamiento y contención adecuados que reduzca los tiempos de espera y minimice la frustración.