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Endeudamiento externo: breve historia de la obviedad

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Endeudamiento externo: breve historia de la obviedad

Luego de que se conociera que Argentina lidera el ranking de los países colocadores de deuda emergentes, el análisis de un especialista local

Los datos financieros de la consultora internacional Bloomberg muestran que a nivel nacional se emitieron USD55.600 millones en dos años

Escribe: Alejandro Pereyra

ECONOMISTA Y DOCENTE

No resulta sencillo escribir sobre lo obvio y esto es aún peor cuando las consecuencias de la obviedad impactan no solo sobre quien lee, sino también sobre quien escribe. Se han esbozado innumerables líneas referentes al endeudamiento externo de nuestro país, sobre sus orígenes espurios o sobre la voracidad de quienes prestaron y prestan esos fondos pero, no será ese el sentido que persiguen estas líneas. Les propongo un camino diferente hacia lo obvio.

Es común que una persona se lastime una mano manipulando una herramienta, como, por ejemplo, un martillo, pero nadie en su sano juicio culparía al martillo del desafortunado desenlace, por lo general los martillos no son ni buenos ni malos en sí.

Tal vez ninguna familia en nuestro país pensaría en tomar de un banco o una financiera un monto importante de dinero en una moneda extranjera muy superior a su ingreso para financiar unas vacaciones de algunos días en algún lugar paradisíaco. Ninguna empresa avanzaría en un proceso de endeudamiento en otra moneda para cubrir el capital de trabajo, salvo que suponga no devolver el dinero. Cualquier persona que tenga en la actualidad aproximadamente 30 años y ninguna formación en economía sabe o presiente lo que ocurre cuando el nivel de endeudamiento supera ciertos umbrales. La pregunta es obvia, ¿por qué nuestro país cae recurrentemente en procesos de endeudamiento? y ¿cuáles son sus efectos?

La primera pregunta posee múltiples respuestas que superan las posibilidades de esta nota, pero arbitrariamente voy a optar por una de ellas. Existen dos tipos de cambio, uno social y otro macroeconómico (1). En otras palabras existe un conflicto entre las posibilidades reales de producción del país en relación a lo que la sociedad considera como deseable en términos de condiciones de vida. Aquí la deuda pasa a jugar un papel protagónico ya que es la que permite compatibilizar ambos tipos de cambio. Esta teoría nos permitiría explicar algunas de las principales características del endeudamiento en economías como la nuestra, como, por ejemplo, que la misma se utilice para cubrir gastos corrientes o que sea necesario luego de profundos períodos de endeudamiento fuertes devaluaciones para compensar la balanza de pagos o contener un proceso de fuga de reservas de la autoridad monetaria.

Esto desde ya no es una crítica a la posibilidad de toma de deuda, ninguna economía desarrollada alcanza tal estadio sin un sistema financiero sano y en expansión. Imaginemos cuántas familias podrían acceder a sus casas en un contexto de créditos hipotecarios o a su primer vehículo, etcétera. Pero esto implica un compromiso no solo con el destino final del capital tomado, sino también con una estabilidad macroeconómica que en nuestro caso por diferentes cuestiones fue y es en suma un objetivo muy complejo de alcanzar.  

La deuda que tomamos a nivel país no cumple con el parámetro de sentido común que enuncié al comienzo de este texto, la misma, solo financia transitoriamente el desequilibrio entre los dos tipos de cambio. Este problema de utilizar, a nivel país, el endeudamiento de una forma que no sería bien vista por ninguna familia o empresa es un problema de vieja data y hoy a diferencia de otros momentos de nuestra historia nuestra dirigencia y la sociedad es plenamente consciente de los riesgos a la que se expone.

 

(1): Sigo aquí un modelo formalizado por Gerchunoff, Pablo y Rapetti, Martín (2016) “La economía argentina y su conflicto distributivo estructural (1930-2015)”. El modelo supone que el tipo de cambio real de equilibrio macroeconómico es el que garantiza el pleno empleo y el equilibrio de la balanza de pagos mientras el tipo de cambio real de equilibrio social es un inobservable.