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Cómo vive un villamariense el proceso independentista catalán

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Cómo vive un villamariense el  proceso independentista catalán
Enrique Pfeiffer vive en Barcelona desde 1988: “Tristeza, es la mejor forma de definir el sentimiento en estos momentos”, aseguró

Es de gran preocupación las enemistades que se han generado entre familias y amigos por las diferentes posturas en relación al conflicto”, manifestó

Enrique Pfeiffer vive en Barcelona desde 1988: “Tristeza, es la mejor forma de definir el sentimiento en estos momentos”, aseguró

El histórico independentismo catalán cobró fuerzas en los últimos meses y como ocurre con este tipo de movimientos, genera encendidos debates entre quienes lo defienden y quienes se oponen a él.

Enrique Pfeiffer es villamariense, pero el año que viene se cumplen 30 años desde que se fue a vivir a Barcelona. Desde allí, le contó a EL DIARIO cómo es vivir y formar parte de un momento histórico que puede cambiar el rumbo de Europa.

Pfeiffer, tiene 57 años, es oftalmólogo y trabaja como consultor en una empresa americana: “Estudié primaria y secundaria en el Rivadavia, Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba, hice mi residencia en el Instituto Oftalmológico de Córdoba y obtuve el título de especialista ante el Consejo de Médicos de la Provincia de Córdoba”.

Hoy vive en Barcelona junto a su esposa e hijos: “Llegué en 1988, el año que viene se cumplen 30. Viví siempre en Barcelona, no en otra región de España. Solo de 2014 a principios de este año residí en Filadelfia, Estados Unidos, por motivos profesionales».

-¿Nota un aumento en el sentimiento independentista estos últimos tiempos o en la región se mantuvo igual desde que vive allá?

-Es innegable que el sentimiento independentista ha crecido muchísimo en Cataluña, sobre todo a partir del veto al Estatuto Catalán en el año 2010. Ese nuevo estatuto mejoraba la financiación catalana, fue aprobada por el Parlamento español y sometida a un referéndum en Cataluña que lo aprobó en 2006. Por diferentes razones, los actuales dirigentes en el Gobierno (Partido Popular) recogieron firmas y lo denunciaron como inconstitucional ante el Tribunal Constitucional. Fue vetado en 14 de los más de 100 artículos, pero estos eran los que resumían el espíritu de la nueva ordenación. Desde 2010 el Gobierno catalán ha insistido en solicitar a Madrid un diálogo que permita resituar la autonomía catalana (fundamentalmente la financiación) en el contexto español y no ha tenido respuesta positiva alguna. Justo es decir que la crisis vivida desde 2008 hasta hace pocos años hacían casi imposible atender a esta demanda.

-¿Qué piensa del mismo?

-Es un problema que viene de largo, la región más pujante y desarrollada económicamente de España reclama una redistribución de la riqueza más justa y equitativa. No voy a hacer una reseña histórica, que es parte del argumentario soberanista, ya que sería muy largo para explicarlo correctamente y no aportaría mucho más al análisis. Bien es cierto que también forma parte del problema actual. El separatismo reclama que el diferencial de lo aportado en comparación con lo recibido es injusto y excesivo. Hay diferentes opiniones al respecto, pero en líneas generales parece que llevan cierta razón. De ahí a justificar una declaración unilateral de independencia me parece un poco exagerado y muy probablemente difícil de conseguir.

Existe además una cierta antipatía recíproca entre el centralismo español, fundamentalmente ejercido por los castellanos, y los catalanes. Esto no ayuda en nada a que haya un diálogo para el entendimiento que parece la opción más razonable ante una situación como ésta.

-¿Ha participado de alguna manifestación pública?

-No me gustan las manifestaciones populares ya que creo es una herramienta utilizada demagógicamente. Los índices de participación de cada una de las manifestaciones recientes y las que el independentismo viene realizando desde 2010, han sido motivo de controversia. Da la impresión de que la organizada por los “unionistas”, hace pocos días, ha sido atendida por menos participantes que las otras. Esto podría indicar que los que defienden la independencia serían mayoría, pero no es este un modo fiable de evaluar si alguna de las partes es mayoritaria.

-¿Cómo se vive este momento?

-Tristeza, es la mejor forma de definir el sentimiento en estos momentos.

Comparto como casi todos los catalanes y españoles una enorme preocupación sobre la forma en que esto acabará. Los hechos de los últimos días han creado una profunda fractura social que es transversal a la sociedad. Yo tengo disensiones dentro de mi propia familia que creo lo llevamos con altura de miras y dentro de lo que se puede considerar “normal”. Pero es de una gran preocupación las enemistades que se han generado entre familias y/o amigos por las diferentes posturas en relación al conflicto.

-Como argentino, pero residente en Barcelona, ¿tiene posición tomada?

-Desde mi perspectiva personal pienso que los argumentos esgrimidos por ambas partes son atendibles, también han cometido serios errores, como la aprobación de las leyes del referéndum y transitoriedad por parte de los soberanistas o la inacción del Gobierno español ante un problema que todos veían venir, menos ellos.

Tiendo a simpatizar con el soberanismo catalán, sobre todo después de ver la actuación policial del Gobierno español para impedir el referéndum del día 1 de octubre. Esa actuación no puede ser justificada ni tolerada bajo ninguna circunstancia en una democracia que se arroga moderna y evolucionada en el corazón de la Europa del siglo XXI.

-¿Cómo le gustaría que se resuelva?

-Mi deseo es que esto se resuelva de cualquier manera que implique diálogo y negociación. Ambas partes deberían ceder algo y lograr una entente que no permita que se quiebre la convivencia. Lo único que ruego y deseo es que se evite la confrontación que de momento no ha sido violenta, pero que nadie puede garantizar que continúe así, sobre todo teniendo en cuenta que el conflicto está escalando.

Las últimas noticias no presagian buenos augurios sobre cómo se va a resolver el conflicto.

“Finalmente, y para describir todo esto de una forma chabacana y poco formal, se puede decir que este conflicto ha sido creado por la ‘cabezonería’ de unos y la ‘osadía irreverente’ de los otros”, concluyó.