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Un obrero del color

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Un obrero del color

Milton Martínez es arquitecto, pero, como él me cuenta, la pintura se “comió todo”. Y basta mirar la fachada del Centro Cultural Comunitario Leonardo Favio, mural en el que trabajó junto a otros pintores. La palabra “artista” le resulta extraña y compleja. Por ello dice: “Me siento más cómodo llamándome un obrero o trabajador del color. Asimismo, la palabra ‘trabajo’ no encuadra. Si bien es una actividad diaria que requiere esfuerzo y dedicación, considero que el ‘trabajo’ es el otro”

Escribe Fran Gerarduzzi

D esde niño, el color siempre le llamó la atención. Los colores hablan de y por él. Es su lenguaje conductivo. En Maipú 51 se encuentra su taller, Fango Creativo, que en noviembre cumple dos años. Y me explica: “Fango es una mezcla de la tierra, lo que pisamos y nos provee de todo, con el agua, una materia prima palpable y maleable”. Es un espacio atiborrado de pigmentos que son tan solo el fruto del instinto diario. Actualmente también está construyendo, después de haber incursionado en la albañilería, una casa museo de adobe. Cuadros, telas y cualquier tipo de objeto cuelga de las paredes y se extiende por el suelo. Los miro. Son palabras orquestadas, inconscientemente, por los trazos de sus impulsos. De fondo las voces de Fabián Lynch y Daniel Bacci, conductores del programa “Los amigos del Rock” que se emite por Radio Universidad, se oyen distantes. Milton, en este sentido, me cuenta que los lunes a las 16 comparte una pequeña columna con ellos: “Es muy interesante y generoso el intercambio que se genera con la gente que me cruzo y que invito al programa”.

“Fango Creativo es un espacio de arrojo de sentimientos, que utiliza el color como lenguaje”, me dice. El pintor francés Henri Matisse señaló alguna vez que, tal vez, lo importante sea buscar la forma más enérgica de color posible, porque el contenido carece de importancia. Sus obras, entonces, son eso: colores que, como melodías, proyectan las emociones y las palabras ocultas en los instrumentos abandonados. Son eso: una corazonada violenta que no puede evitar.

De la arquitectura a la pintura

“La pintura llegó de grande, cuando tenía 17 años y me fui a estudiar Arquitectura a Córdoba. Elegí esa carrera porque un amigo me lo propuso, a partir de los dibujos que vio que hacía. Es decir, aún no era consciente de mis decisiones. Y hoy, a los 35 años, me siento un privilegiado por poder seguir haciendo de la pintura y el dibujo un descubrimiento y una sorpresa diaria.

Nunca pensé en inscribirme en la Academia de Bellas Artes. No sabía qué hacer y como mis amigos se iban a Córdoba me pareció oportuno cambiarme de ciudad y despejarme del círculo familiar. Cuadré en Arquitectura y esa carrera me abrió un mundo increíble. Resultó ser una de las disciplinas del arte que engloba la vida del ser humano. No es ni más ni menos que aquella que le provee una cueva.

En aquel momento hice mi primera muestra. Fue un impulso. Siendo estudiante fui al Colegio de Arquitectos con una amiga, pedimos un espacio y expusimos. Allí, tal vez, mi deseo estaba empezando a despertar.

Cuando regresé a Villa María me encontré con la galería Los Cuatro Gatos, de Marina Bossa y Pablo González. Llegué y, a diferencia de lo que pensaba -que iba morir de soledad-, un grupo de chicos me invitó a participar. Esto fue en 2007. También hicimos una muestra en el Museo Bonfiglioli y se llenó. Luego nos separamos y cada uno siguió, individualmente, con sus proyectos.

Desde ese momento pude tener mis talleres. Fango Creativo es el tercero y es pensado para mí. Pinto todos los días y tengo el apoyo incondicional de mi familia. Y este último año veo y asisto a más muestras. Hay salones y concursos. También conocí más gente y estalló Bellas Artes. Tenemos, por ejemplo, ‘Tardes de Arte’ en Esmeralda y ‘Sabor y Arte’ en Tercer Tiempo. Son puntos independientes, pero fundamentales, porque apuntalan de cierta forma toda la movida de las artes plásticas. Además siento que este año todos han salido a exhibir sus propuestas.

Mi regreso a Villa María, tal vez, haya sido inconsciente. Me había recibido, estaba en Córdoba y una crisis azotaba al país. Salí a buscar trabajo en estudios, pero sin ganas. Y, por ende, no lo conseguí. Probablemente quería volver y así sucedió. Regresé con el rabo bajo, pero me llevé la sorpresa de que mis amigos me activaron al instante. Ahora, después de unos años, comprendo que la movida cultural de Córdoba es tremenda y asisto a muestras. Sin embargo, fue una buena decisión la de retornar”.

 

Jalón y Fango Creativo

“Alquilé una casa en la calle Naciones Unidas, cerca de la costanera, y en esa vivienda tuve un espacio para el estudio de arquitectura y el taller. Junto con Gastón Dré, un compadre de Villa Nueva con el que compartí ese lugar, hicimos un ritual. Pintamos en una tela dos nombres: Jalón y Fango. Dejamos que el azar disponga y, de esa manera, llegamos al primero de los nombres, que terminó siendo ‘Jalón: hábitat creativo’.

A excepción del baño y la habitación donde dormíamos, todo el hogar resultó intervenido. Fue un trabajo intenso. Con la arquitectura me pagaba el alquiler y el resto del día pintábamos. Con él también pintamos murales y elementos de la calle. Gastón, principalmente, traía ensamblajes y residuos y armaba objetos que interveníamos. Nos influenciábamos.

Allí compartí mucho tiempo, estados de ánimo e historias. Eso generó un impulso, decisiones e ideas que aún no se detienen.

A la denominación ‘Jalón: hábitat creativo’ la compartimos por dos años. Luego nos separamos y continué por mi lado con Fango. Trabajé con músicos, escritores, fotógrafos y hasta pinté en vivo. Me interesa el cruce de disciplinas porque de esa manera todo se puede potenciar. Es en esos diferentes lenguajes y objetos donde podemos avanzar, crecer y conocernos más”.

 

Crear

“El acto creativo consiste, para mí, en garabatear sin esperar un resultado o sin saber a dónde llegaremos. Solo hacerlo. En ese lugar es donde me siento mejor.

A veces, no solo es importante accionar, sino también conversar, leer y estar en situación de ocio para alimentar la creatividad. Es necesario un momento de relajación y concentración. Es decir, me parece significativo meditar. Y esto puede consistir en respirar y estar sentado al sol.

A diferencia de, por ejemplo, la arquitectura, cuando pinto me tomo mi tiempo. Llego a mi lugar de trabajo, me establezco, tomo un vaso de agua y miro, que es muy importante. Relajarse es certero. Me distiendo y dejo que venga la energía.

Creo que la energía y las descargas están en los buenos momentos. Hasta ahora me funciona de ese modo. Estar bien mental y físicamente es fundamental. Poder lograr ese equilibrio es imprescindible para obtener esa descarga que nos deja satisfechos.

Estoy asistiendo a un curso de escritura para poder hablar sobre mi obra. Estoy trabajando en los conceptos. La lectura siempre fue un apoyo muy importante para crear: desde cuentos y novelas hasta libros específicos sobre cuestiones creativas y filosofía.

Los niños crecen sin prejuicios. Nacemos y nos alimentamos de un montón de aspectos externos. Todos tenemos la arista creativa y con el tiempo la desarrollamos o no. Inclusive, en lo que defino como ‘trabajo’ -algo que no es artístico-, la creatividad es muy importante. Aporta muchísimo”.

 

Series

“Me di cuenta de que no hago series. Una vez me pregunté: ¿Por qué hacerlas? ¿Por qué algunos artistas se las proponen? Estimo que debe ser para profundizar determinado tema. Hice intentos, pero nunca pude. Cuando algo es forzado, me parece que no funciona. Creo que lo mío es más inconsciente”.

 

Trabajos por encargo

“Es un camino que estoy transitando. Ultimamente me he dado el lujo de rechazar algunos. Interpretar lo que te solicitan es un desafío. Por supuesto, cada uno lo hace a su modo porque si no, sacamos una foto y se terminó. La fotografía es algo extraordinario, pero me refiero a la foto como copia, por ejemplo, en el caso de un retrato. Sin embargo, en ocasiones me cuesta y en otras no. Ahora estoy por hacer un mural cuya temática es de perros y a partir de esa motivación trabajo la idea”.

 

Compartir, un acto político

“He rechazado encargos de personajes políticos porque allí hay algo que no me cierra.

Busqué en el diccionario las palabras ‘político’ y ‘política’ y siempre escuché que todo acto del ser humano es político. Me gusta compartir el arte, aspecto que otrora no consideraba así. Durante un tiempo creí que iba a estar hasta los 80 años pintando solo, en un campo, alejado de todo. Me refugiaba en eso.

Con los años comprendí que es clave compartir el arte: es un acto de amor que genera solidaridad, empatía y un montón de otros sentimientos. Esto sucede en un contexto donde hay, constantemente, guerras y todo tipo de sucesos autodestructivos generados por el hombre. En este sentido, el arte se contrapone a eso. Es ahí cuando me parece que el hecho de compartir es un acto político”.

 

Legitimación

“Cuesta legitimarse en la ciudad. Como villamarienses tenemos un montón de necesidades previas a consumir arte o a abastecernos de lo que se denomina ‘creativo’. Cuando concurrimos a una muestra, a una obra teatral o a un concierto musical vamos a ver esencias, a cultivar el alma y a recibir parte de esa energía que el artista decantó, cualquiera sea el lenguaje.

Sin embargo, noto que cuando el público descubre una obra y se deja llevar obtiene un gran apoyo para el día a día. Es cierto, nos tenemos que alimentar, vestir y educar en las escuelas. Pero acercar a un niño o a un joven a algún tipo de manifestación artística va a permitir que se desarrolle en el futuro con mayor desenvoltura y pensando en los demás.

Los observadores son los que se emocionan o no. Los que lo entienden o no. Y la indiferencia es el acto que mata la descarga artística.

En una gran urbe, tal vez, sea más difícil visibilizarse por la cantidad de gente, a diferencia de lo que ocurre aquí, donde somos menos. De todas maneras, la constancia, el trabajo diario, la paciencia y el amor con que se hace son imprescindibles”.

 

Comercialización

“Comercializar las obras me resulta complicado porque no las veo como un producto. Sale desde la inconsciencia, desde muy adentro y a la hora de vender no sé ni siquiera valuarlas.

Estoy aprendiendo a desprenderme. Sin embargo, creo que no es un producto comercializable como el resto, a pesar de que en las grandes culturas son una mercancía y están cotizadas en el mercado”.

 

Referentes

“Siempre me interesaron los foráneos, a los que absorbí por la lectura y en algunos casos por la televisión. Pero también aprendí muchísimo de mis amigos de Villa María. Esa fue principalmente mi escuela. Eran pibes que se ‘animaban’ y esa palabra me gusta. Estamos tan cargados de preceptos, de conceptos, de aspectos externos al ser, que en ocasiones reprimimos un montón de impulsos hermosos que tenemos para compartir, descargar y estar más livianos en este viaje.

Luis Felipe Noé es otra de las personas que me influyó. Tiene 84 años y continúa trabajando. De hecho, hace muy poco cerró una muestra en el Bellas Artes. Sigue pintando y creando proyectos, lo que demuestra su vitalidad y su actitud creativa para animarse y arrojarse. Lo vi también una vez en el Museo de Bellas Artes Emilio Caraffa, en Córdoba. No es necesario pensar en personalidades europeas en artistas que hayan desaparecido físicamente.

Por supuesto que al ser la historia del arte tan frondosa y gigante sacamos ingredientes de todos. A quién no le va a gustar Salvador Dalí, Francis Bacon o Paul Jackson Pollock. También tenemos al español Pablo Picasso, quien empezó a deformar la figura humana. Marcel Duchamp fue otro de los enormes artistas que se encuentran en la historia creativa. Sin embargo, es indispensable referirnos a lo local. Me atrajo mucho mi ciudad y mi grupo de compañeros.

Ultimamente, los colores fluorescentes, que fueron una referencia en Estados Unidos con, por ejemplo, Andy Warhol y Roy Fox Lichtenstein, que adscribieron al pop art, tomaron mucha importancia en mis trabajos. El año pasado los probé, me interesaron y ahora no los puedo dejar de usar. Me generan una energía particular”. 

 

Proyecto

“El 23 de noviembre haré una síntesis de lo producido en Fango Creativo durante estos años. Haremos una instalación que se denominará ‘Happening: el arte sucede’. Es una referencia al happening de los 60 que se vincula con el action painting. Se intervendrá el Museo Fernando Bonfiglioli y habrá improvisación. Es decir, si bien la muestra estará instalada, el rol del observador activo será esencial”.

Juan Gelman, en un fragmento de su poema ‘Arte Poética’ escribió: ‘Entre tantos oficios ejerzo este que no es mío// como un amo implacable/ me obliga a trabajar de día, de noche/ con dolor/ con amor/ bajo la lluvia, en la catástrofe/ cuando se abren los brazos de la ternura o del alma/ cuando la enfermedad hunde las manos’. Y pienso que Milton, entre tantos oficios, ejerce este que, como un capricho nocturno, lo obliga a robar los colores que habitan las esencias.