Escribe Daniel Rodríguez
En medio de todos los certámenes de fútbol, en Villa María también tienen su espacio los bolivianos, en un campeonato que cada domingo convoca a centenares de personas
Ahí está el “10”. Con sus brazos en jarra. Hace solo un par de horas estaba con sus manos entre la maleza, trabajando en su quinta. Más atrás de él, a sus espaldas, está el “5”, quien estuvo cortando ladrillos colorados y aún sus uñas conservan un poco de la tierra colorada que por momentos parece ser parte de su cuerpo. Trabajaron durante toda la semana, hasta el cansancio, pero ahí está el equipo bien parado bajo el cielo dominical. Listos, preparados, a la espera de la orden para que el “11” se la toque al “9” y toda la familia comience a alentarlos a la vera del césped. Durante todos los domingos se lleva adelante un torneo que reúne a toda la comunidad boliviana de Villa María y la región.
Desde hace muchos años se organiza dicho campeonato de fútbol entre la colectividad boliviana que convoca a propios y ajenos; aunque los equipos son mayormente formados por jugadores de dicha nacional. La convocatoria siempre es óptima, “a veces son hasta 250 las personas”, comenta uno de los jugadores, mientras rememora algunos partidos donde fue figura. “Este domingo tenemos un partido importante” agrega.
La prolija línea de cal, las redes flameando y los familiares apostándose a un costado para apoyar a cada equipo -y a cada pariente- son una postal que se repite y parece que jamás dejara de ocurrir.
De todas partes
Algunos oriundos de Tarija, otros de Potosí, algunos de La Paz, eso es lo de menos. Tampoco importa el cómo ni el por qué; el fútbol tiene esa horizontalidad en la que no importan los yerros o los aciertos, más bien cada uno se vuelve parte de un engranaje eterno para que la pelota nunca deje de rodar y poder aproximarse a generar el grito sagrado.
Pero la unión no queda solamente en el fútbol. También hay un espacio para la gastronomía porque a un costado se ubica un espacio donde se cocinan las comidas típicas de Bolivia: platos como Saise, Pique macho, picante de pollo, sopa de maní, chancho a la olla… acompañados de refrescos de durazno disecado y jugo de maní… Son algunas de las elaboraciones que salen de las manos mágicas del cheff de turno. “También hay espacio para las de acá”, comentan, mientras elogian la calidad de las empanadas y el asado. Son formas de integración y (a la vez) también de añorar menos el lugar que los vio nacer. Hay que pasar el fin de semana en familia y no hay opción mejor que estas; dónde las familias se reúnen y comparten de la compañía de cada compatriota.
Aunque no sucede tan a menudo. “Algunos domingos también se juntan las mujeres, las chicas y juegan al fútbol”, revela otra fuente especializada en el tema.
Para mencionar nombres de los equipos, elegiremos un par porque la lista es gruesa: Taurinos, San Pablo, Mamore, Deportivo Imperial, Alvarez, Barcelona o Chelsea. En algunos casos ellos poseen camisetas propias, otros han comprado nueve remeras de determinado equipo (como el Barcelona) y esas utilizan para representarse (son equipos de 9 con 3 suplentes).
El torneo aglutina al menos a 12 equipos y está estipulado que dicho campeonato termine antes de que el año finalice (incluso antes de la Navidad).
Ya desde las once de la mañana, al predio ubicado en las afueras de Villa María, rumbo a Arroyo Algodón, comienzan a llegar los diferentes equipos y lo hacen de diferentes puntos de la región. Más allá de Villa María y Villa Nueva, muchas localidades también se suman a la actividad que comienza a las 12 y que concluye cerca de las 18, alternando partidos en las diversas canchas. También, cuando ocurre alguna situación especial (o bien tienen que juntar dinero para algún jugador lesionado) se organizan algunos torneos relámpago para poder reunir la plata necesaria y también despuntar el vicio mediante la solidaridad.
En cuanto a la edad, hay jugadores que ya desde los quince años se los ve disputando un balón en búsqueda de un espacio para su equipo en los primeros puestos. “Hay premios hasta el quinto puesto que comprende trofeos, medallas o un lechón”.
Historias redondas que suceden y se repiten como un eterno círculo que sigue cumpliendo años, vigencia y generando un espacio para no cortar lazos ni alejarse. Otra de las virtudes del fútbol: la excusa perfecta para compartir, unir y reunir.