El padre Marcos Dequino fue nombrado administrador parroquial en remplazo de Gustavo Casas, el sacerdote cuestionado por los progenitores de los niños
El sacerdote villanovense Gustavo Casas fue apartado por el obispo de la Diócesis de Villa María, Samuel Jofré Giraudo, de la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes de Río Tercero, tras la demanda de los padres de un grupo de niños que lo acusaron de fotografiar a los chicos cuando realizaban la primera confesión.
Si bien los hechos ocurrieron el jueves de la semana pasada tomaron estado público a través de la denuncia de los progenitores de los niños, la que fue difundida por todos los medios de la ciudad cabecera del Departamento Tercero Arriba.
Hace pocas horas, el Obispado emitió un comunicado en relación a la grave situación, en la que precisa que el alejamiento del presbítero cuestionado se produjo “por haber faltado a las normas eclesiásticas en la celebración del sacramento de la Reconciliación”, como se denomina lo que comúnmente se llama confesión.
El desplazamiento del religioso oriundo de Villa Nueva, quien fue ordenado sacerdote hace más de dos décadas, motivó que el obispo Jofré nombrara al padre Marcos Dequino como administrador parroquial en el templo mayor de Río Tercero, a la vez que encomendó al sacerdote Darío Barrera para que investigue los hechos e informe la responsabilidad que le cabe a Casas.
La semana pasada, tras recibir a los padres de los menores, monseñor Jofré había enviado a Río Tercero al vicario general de la Diócesis, Alberto Bustamante, quien llegó a esa ciudad para hacerse cargo de la parroquia.
La denuncia
Lo sucedido, hasta ahora encuadrado como un episodio confuso, llegó a oídos de los padres de los alumnos de cuarto grado del Instituto Diocesano Doctor Alexis Carrel, quienes el jueves 17 del corriente participaron de una jornada de convivencia, ocasión en la que realizaron su primera confesión, en el marco de la preparación catequística para recibir el sacramento de la Eucaristía en el futuro. Fue entonces, de acuerdo a lo relatado por los menores y luego denunciado por los padres, que Casas tuvo todo el tiempo que duraron las confesiones un teléfono celular en su poder con el que fotografió a los niños y gravó lo que decían, al tiempo que también mantuvo conversaciones con terceros, entre ellos una mujer.
“Creemos firmemente que este sujeto no debe tener más contacto con nuestros hijos”, enfatizó un grupo de padres que el martes reclamaron al obispo de Villa María el alejamiento del párroco, quien entre 2010 y 2016 cumplió su misión pastoral en la Parroquia San José de Hernando.
Para los padres se trata, cuando menos, de “irregularidades que resultan inadmisibles desde el punto de vista moral y reñido con los principios básicos de su tarea pastoral”.
Carta al obispo
Los progenitores de los niños de 9 años entregaron una carta a Jofré, en la que apuntaron que “algunos (pequeños) relataron haber sido fotografiados por el señor Casas con su teléfono celular, otros contaron que su confesión había sido grabada con el mismo medio. En algún otro caso, los niños han señalado que su acto de confesión fue interrumpido por llamadas telefónicas y que el sacerdote ‘hablaba con una amiga’”.
Los padres señalaron que la actitud del sacerdote fue, “cuanto menos, sospechosa”, tomando imágenes en el “acto pastoral más profundo”, al tiempo que aseguraron que “el camino en la fe de nuestros hijos se ha visto alterado de modo severo”.
Asimismo, los responsables de los menores expresaron que “se pusieron de acuerdo para realizar una denuncia judicial y también le manifestaron lo ocurrido a las autoridades del establecimiento educativo.
Así también se pudo saber que los padres organizaron una reunión con el sacerdote para esclarecer la situación, que debió realizarse el martes último, pero Casas nunca se presentó y dejó una carta escrita en la que acepta haber estado con el teléfono mientras confesaba, pero negó “que sea con fines espurios”.