Una joven se hizo pasar por la nieta de la víctima al teléfono y un cómplice terminó el “trabajo” antes de que la mujer pudiese sospechar nada. Los timadores manejaban información precisa de la familia de la mujer estafada
Una mujer de 84 años fue víctima de al menos dos estafadores que, trabajando en conjunto, le sustrajeron 40 mil pesos en efectivo valiéndose del antiguo, pero no por eso menos efectivo, “cuento del tío”.
El episodio ocurrió el pasado sábado en una vivienda de la calle Madrid, en el barrio Santa Ana y, a pesar de haber sido denunciado, no tomó estado público.
Todo comenzó cuando la víctima recibió un llamado telefónico en el que una joven se hizo pasar por su nieta, dándole detalles familiares que no alertaron a la víctima de que podía tratarse de un engaño.
Sintéticamente, con el argumento de que iba a “cambiar la plata”, es decir, la denominación y la gráfica de los billetes, la impostora le dijo a la mujer que preparara todos sus ahorros y los tuviera listos porque tenían que llevarlos al banco ya que se vencía el plazo para hacer dicho cambio.
Asimismo, la estafadora le explicó que ya su madre y sus dos tíos (todos hijos de la víctima), a quienes llamó por su nombre de pila, le iban a “mandar a un contador amigo, de confianza, a buscar el dinero”, muy poco después.
Efectivamente, al rato de haber recibido la llamada de su supuesta nieta, y antes de que la mujer consultara con sus otros hijos, el supuesto contador se presentó en la casa. De muy buen aspecto y bien trazado, el timador tampoco despertó sospechas en la octogenaria, que lo invitó a ingresar a la vivienda mientras le entregaba el dinero (40 mil pesos en efectivo, fruto del ahorro de varios años), en fajos y en una bolsita.
El estafador se disculpó de no quedarse más tiempo porque había dejado “estacionado el auto a unos 50 metros y sin llave en la puerta”, por lo que no quería demorarse más.
Tomó la plata y se marchó.
Pasadas unas dos horas sin recibir noticias del dinero cambiado ni de su nieta, la víctima se comunicó telefónicamente con uno de sus hijos y le preguntó si sabía algo acerca del cambio de moneda.
Así, quedó al descubierto la estafa.
La precisa información sobre la familia de la víctima (nombre de los hijos y de la nieta, por ejemplo), que manejaban los estafadores, hace suponer que hay un prolijo trabajo de inteligencia detrás; más allá de la sangre fría que hay que tener para presentarse en el domicilio.
No es el primero
Cuando la noticia comenzó a correr boca a boca entre los vecinos del sector, comenzaron a saltar otros casos, similares, ocurridos en las inmediaciones, en un radio de cuatro manzanas, en las últimas semanas.
Se contabilizaron al menos cuatro hechos de similares características, aunque con distintos “versos” o argumentaciones.
Y eso, en un solo barrio de la ciudad.
Como estos hechos no son informados oficialmente, muchos de ellos no trascienden y por ende los vecinos están desprevenidos, imaginando que viven en una ciudad más segura de lo que realmente es.
Convendrá, entonces, estar alertas y desconfiar; tomarse el tiempo para chequear que la información que le dan por teléfono o desconocidos en la calle sea veraz.