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“No queremos que la guardería sea un depósito de sus hijos”

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Brindan un espacio de contención a niños a partir de actividades musicales, deportes y huerta orgánica. Padres y madres tienen amplia participación en el proceso y van dos veces al mes a natación junto a sus hijos y personal del jardín maternal

Tienen tres turnos en el día que van de 7.30 a 20.15. Abajo, María José y Lucas, la pareja que lleva adelante el emprendimiento. Ella es maestra
jardinera y él, profesor de Educación Física

Niños que tienen entre 6 meses y 4 años tienen contacto con la tierra, con la música y desarrollan sus cuerpos mediante el ejercicio físico en un espacio que brinda una educación alternativa en la llamada primera infancia.

Se trata del jardín maternal Mi Pollito Amarillo, de barrio Ameghino, que es administrado por una pareja, María José Destéfano y Lucas Juárez, y que cuenta con la colaboración de distintas docentes especializadas.

“Siempre nos da una mano la mamá de María José y los chicos le dicen abuela Cris, es un ambiente muy familiar”, comentó Lucas.

El 7 de diciembre pasado tuvieron el cierre de año que se dio con una gala seguida de una cena integradora en la que participaron cerca de 400 familiares de los alumnitos, algo inusual para un jardín maternal.

“Podríamos haber hecho un acto y cada uno a su casa, pero la idea es que se conozcan entre las familias”, destacaron.

“Tenemos taller de Música, Expresión Corporal y Educación Física, apuntamos mucho al deporte”, afirmaron. Dos sábados al mes, los niños asisten con algún mayor responsable a una de las piletas de natación de la ciudad acompañados por los profes de Mi Pollito Amarillo y es una de las actividades extra áulicas más importante.

“Los chicos están más relajados, tienen una buena atención; a veces piden los fines de semana venir a la guarde”, señalaron Lucas y María José.

“No queremos que sea un depósito en donde dejan sus hijos, la idea es compartir, conocerse entre los padres y que sea un espacio sociable para los grandes también”, contó la docente a EL DIARIO.

En el taller de Música, por ejemplo, aprenden a hacer sus propios instrumentos con la seño Romina.

El jardín tiene un patio que es aprovechado para hacer una huerta orgánica, acercando a los más pequeños al contacto con la tierra.

“Cuando cosechamos les damos las verduras a los padres para que las utilicen en sus casas. También invitamos a personas a que den charlas sobre alimentación saludable”, concluyeron los administradores de la guardería.