En su regreso a Rivadavia, el Chelo demostró que su estirpe ganadora sigue intacta. “Soy medio loco, pero el jugador me respeta”, afirmó. Agradecido de la gente del club, hoy dice que el Verde es su lugar en el mundo como DT
Escribe: Juan Manuel Gorno
(de nuestra Redacción)
Si a cada ganador hay que hacerle un estudio exhaustivo para detallar sus virtudes, la radiografía de Marcelo Santoni no arrojaría sorpresas ni misterios.
Su personalidad, esa que alguna vez supo ser su talón de Aquiles, es hoy uno de sus signos positivos para sacar adelante a un equipo con el envión suficiente para llevarlo hasta la gloria.
En el repertorio también está su chapa de crack de los 90, las enseñanzas de algunos maestros de cancha como Marcelo Alamo, el ojo para detectar jugadores con el mismo ADN ganador y la forma de darse cuenta cuándo un partido necesita un cambio, entre otras cuestiones positivas.
Ese cóctel quedó nuevamente en la cúspide sobre el final de año, con Rivadavia campeón bajo su mando, como lo fue en 2013, y una sonrisa de felicidad en la familia Santoni, allí donde el Chelo descansa tranquilo.
“Siempre digo que en este medio local uno no gana mucho dinero, por eso se queda con esas satisfacciones. Y lograr este título con Rivadavia me llena de satisfacción”, dice el entrenador, relajado, en este diálogo franco que quisimos entablar para enarbolarlo, otra vez, como uno de los protagonistas de la temporada del fútbol doméstico.
-De siete títulos que tiene Rivadavia, dos fueron con vos de técnico. Ya estás en la consideración de inolvidable…
-Creo que es mi lugar en el mundo como técnico. Allí pasé los primeros tres años, me tuve que ir, volví y soy el único que repitió dos campeonatos, también fui bicampeón en Reserva y llevo más de 120 partidos dirigidos, así que creo que nos complementamos muy bien. En el club hay gente maravillosa y eso es importante.
-¿En algún momento pensaste que no se iba a dar?
-En el primer campeonato arrancamos bien en la primera rueda, después tuvimos seis empates seguidos y quedamos afuera en la última fecha, con Ticino. Ahí medio que se derrumbó todo, empezaron los cuestionamientos, como siempre pasa en el fútbol cuando no ganás. Por eso tengo que agradecerles mucho al presidente, a Zeta, Carry, Margara, el Pato… Un montón de personas que me sostuvieron a rajatabla, Tartaglia se la jugó y se la devolví con creces, aunque más allá de la relación técnico-dirigente, somos amigos, lo quiero mucho. Yo le digo que tuve muchos dirigentes en el fútbol, conozco a muchos, pero que tengan palabra, muy pocos, así que soy un agradecido de él.
-Siempre se remarca que los torneos se ganan o se pierden en el momento en que armás el plantel. ¿Eso fue fundamental en este Rivadavia?
-Sí, para el segundo campeonato fue importante haber traído en la última semana a Chumpita Pedernera, Martínez, el Peto Villagra, al Pulga Villagra, Zalazar y Le Roux, y con lo que teníamos conformamos el equipo. El problema es que arrancamos mal y cuando perdimos con Alem le dije al presidente que si quería cambiar de técnico, no había problema porque entiendo que no es fácil arrancar perdiendo con Alem y Colón en una institución como Rivadavia. Pero el presidente me sostuvo, como lo hicieron los jugadores. La verdad es que no tengo más que palabras de agradecimiento para ellos. Me dijeron que lo íbamos a sacar adelante todos juntos y agarramos una racha muy linda. De 11 partidos, ganamos 10, se acomodó el barco. Los triunfos colaboran y también ayuda conformar un buen grupo. Por eso digo que cuando en un vestuario los jugadores se dicen las cosas por el bien del grupo, casi seguro te irá bien. Y los chicos lograron eso, hicieron un grupo espectacular e, indudablemente, fueron también un gran equipo.
-Por lo general, cuando se conforma un plantel medianamente nuevo pasan estas cosas, de arrancar mal, en resultados echa técnicos…
-Sí, es lo que pasó. Costó mucho. Si perdíamos con Unión, se iba a complicar más y empezamos perdiendo los primeros minutos. Entonces acomodamos un par de piezas, aparecieron jugadores que uno esperaba que aparecieran como el Indio y Chumpita, a quien metí en la cueva. A Pascual Gudiño lo acomodé de cuatro, entendí que el Peto Villagra se siente más cómodo de cinco, buscamos un poco más de fútbol arriba y Gayoso creo que se mentalizó y tuvo un torneo espectacular, demostrando que es un gran jugador.
El jefe
Hay jugadores que influyen en el vestuario más que un técnico en ciertas decisiones. Difícil que esto pueda suceder con Santoni, quien desde que capitaneó a Alumni en tiempos gloriosos y a General Paz Juniors en el ascenso de la B Nacional, dejó en claro que su rol de jefe era innato.
-Tu personalidad es fundamental. No es fácil manejar un plantel con nombres o chapa, algunos llegados desde un equipo que venía campeón. ¿Si no le decís esa palabra justa al futbolista en un momento crucial es cuando te perjudica?
-Es cuestión de respeto. Creo que el jugador me respeta mucho por lo que signifiqué en este fútbol, por lo que le doy, porque saben que pueden ligar una puteada o un grito, pero también le digo cuando juega bien. Yo soy así, soy medio loco, pero el jugador me respeta también porque sabe que soy frontal, si tengo que decir las cosas, las digo de frente. Es porque he tenido muchos técnicos en la vida que te pasan la manito por la espalda y después te clavan un puñal. Entonces prefiero que me putees o me agarres bronca, pero voy de frente, como siempre en mi vida.
-¿Pensás que hace rato tendrías que haber dado un paso adelante como DT?
-En esto de ser técnico, no es fácil ser campeón. Cuando me fui de Rivadavia en su momento, me fui a San Martín (Monte Buey) y me llevé muy buenos jugadores, pero la verdad es que me fue mal como a todos los técnicos les suele pasar. Pero entendí que uno tiene que estar tranquilo con las cosas que hace. Y soy muy feliz dirigiendo Rivadavia, es muy difícil que me vuelva a ir así.
-Que Alem y Argentino jueguen ahora en otro nivel es un impulso también para los jugadores y los técnicos como para dar ese salto…
-Sí, es muy bueno para el fútbol de la Liga. En ambos clubes tengo gente muy conocida y ojalá que les vaya bien. Es una competencia muy dura, pero los jugadores se motivan. Ojalá un día Rivadavia intente o tenga la posibilidad de entrar. Indudablemente, a uno le gustaría, pero eso depende más de la gente del club.
-Entonces la idea es seguir en Rivadavia…
-Ahora estamos festejando y habrá que preguntarle al presidente. Si ellos quieren que siga, estoy dispuesto como siempre porque Rivadavia, en mi función de técnico, es casi como mi mujer.
Tirate una pared con Alba
En la máquina del tiempo para volver a ver en acción a los cracks del fútbol local alguna vez en la vida, no hay dudas de que Marcelo Santoni y Fernando Alba estarían en la consideración popular.
De diferentes décadas y momentos del fútbol, estos dos genios nunca pudieron cruzarse ni compartir cancha.
El Negro Alba era contemporáneo del Negro Miguel Angel Ludueña, su compinche en una cancha, y Santoni llegó décadas después, cuando los botines de los otros ya se habían colgado.
Sin embargo, el conocimiento futbolero del Negro y del Chelo se plasma hoy ante el plantel campeón del fútbol local, un lujo para los futbolistas que lo integran.
Entonces, como los dos exjugadores ya no pueden reparar en un caño o un pase profundo dentro de una cancha, queda lo que diga el técnico de su ayudante de campo, como una especie de centro de elogio.
“Fernando Alba me acompañó en los dos procesos. Es una leyenda del fútbol de Villa María a quien no tuve la suerte de ve jugar; todos dicen que fue un crack”, dice Santoni, sin dudarlo.
En otra pared que tira el Chelo, destaca: “Cuando uno andaba loco, Alba imponía su tranquilidad. Es más viejo que yo, pero siempre estuvo al lado mío, así que soy muy agradecido de él”.
Claro que Alba no fue el único ladero de Santoni. Sobre el preparador físico Rodrigo Vincenti, el Chelo opina: “El profe es un maestro, es del club, fanático de Rivadavia, la llevó bien, trabajó mucho, se llevó muy bien con los jugadores y demostró ser un pibe bárbaro. Lo tiene merecido al título”.
Además, el DT remarca la importancia del Pato Bosco, otro que camina a full por el costado del banco durante los partidos.
“El Pato me acompañó en 2013, cuando fuimos campeones, así que se podría decir que es mi amuletto, un talismán”, indica Santoni, feliz por el grupo de trabajo que armó para ser campeón.
Más que centenario
En el año del Centenario del club, Rivadavia tiene a un técnico que ya lleva más de 100 partidos como DT del equipo.
Concretamente, en diferentes procesos al frente del Verde, el Chelo dirigió 124 partidos, de los cuales ganó 63, empató 30 y perdió 31.
En total, obtuvo entonces el 58,87% de los puntos, con dos títulos y un subcampeonato.