Por cada cinco kilos de producción vacuna, el país logró alcanzar la generación de un kilo de cerdo, luego de varios años de inversión para crecer y posicionarse
Luego de varios años de fuerte crecimiento de la actividad porcina, la Argentina duplicó su producción y ya dispone de un kilo de carne de cerdo por cada cinco de la tradicional carne vacuna, precisaron ayer especialistas.
Para 2018, los productores locales esperan seguir reduciendo distancias, a partir de un nuevo salto productivo de por lo menos 6% respecto del año pasado.
Silvina Campos Carlés, economista de Coninagro, recordó que “la Argentina duplicó la producción de carne de cerdo en el transcurso de los últimos siete años, pasando de 280 mil toneladas en 2010 a 565 mil toneladas estimadas para 2017”, y el crecimiento sostenido fue del orden del 8% anual.
En el Ministerio de Agroindustria, los últimos datos disponibles sobre el sector remiten al período enero-noviembre de 2017. Según los mismos, en ese lapso se enviaron a faena 5,8 millones de porcinos, aproximadamente la mitad de los bovinos faenados por la industria frigorífica.
Pero como el peso por animal faenado es inferior, la producción de carne porcina obtenida fue de 518.497 toneladas peso res, frente a 2,5 millones de toneladas de carne vacuna.
Sin tradición exportadora (recién en 2017 la Argentina pudo concretar algunos embarques de carne de cerdo, por algo más de tres mil toneladas), la mayor oferta disponible en el país fue absorbida por el mercado interno, donde los niveles de consumo ya superan los 14 kilos anuales per cápita, con un salto de 9,6% respecto del que se registraba en noviembre de 2016.
En este contexto de fuerte expansión, el presidente de la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP), Juan Uccelli, estimó que la producción volverá a crecer en un rango del 6% este año, en niveles aceptables, aunque algo inferiores a los del ciclo anterior.
De todos modos, Uccelli advirtió sobre una serie de amenazas, como una posible suba de los costos en alimentación por la apreciación del tipo de cambio y una mayor competencia de la carne porcina importada.
“Comienza un año difícil y de cinturones apretados, donde los pequeños ajustes para mejorar la eficiencia dentro de un establecimiento determinarán ser rentables o no, sumados a la falta de competitividad país, que no depende de nosotros”, evaluó el directivo de la AAPP.
En el informe de Coninagro se indica que el sector está compuesto por más de 100 mil unidades productivas que en conjunto poseen un stock, a marzo de 2017, de 5,1 millones de cabezas.
Más del 60% de ese plantel pertenece a establecimientos pequeños a medianos y el 70% del stock, además, se localiza en la región Centro (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos) debido a que allí se concentra también la producción de maíz, el principal insumo de la actividad.
Del número total de porcinos unas 962 mil son cerdas, la base de la producción. Desde 2011 las existencias porcinas también han crecido fuerte, aunque en el último tiempo esta tendencia se debilitó bastante y la tasa de aumento de los planteles bajó a entre 3% y 4%, es decir, a la mitad de lo que crecía la producción de carne.
“Con respecto a la cantidad de cerdas, el crecimiento prácticamente se ha detenido, quedando en algo menos de un millón de cerdas”, advirtió Campos Carlés.
Este escenario (más producción con igual número de madres) refleja que la mayor oferta de carne se ha sostenido básicamente en una mayor eficiencia productiva por cerda.
Este indicador “acumula una variación cercana al 50% en la última década. Esto permite una mayor eficiencia del sistema productivo y mejor utilización de los recursos, madres, alimento, instalaciones”, indicó el informe de la entidad cooperativista.