
El gato es de los animales que no se mueve tan rápido como el perro, pero sabe demostrar su cariño y también su odio hacia alguien o algo.
Considerado sagrado en muchas religiones, su figura es mitológica y, por ello, desde hace miles de años fue domesticado.
A pesar de que esa domesticación tomó bastante tiempo, en la actualidad hay comportamientos humanos que ellos no soportan y que incluso, sacan lo peor de sí. Por esto, KienyKe.com analizó diferentes estudios que se han realizado sobre el comportamiento de los mininos con el fin de determinar cuáles son esas conductas que realiza el hombre y que los gatos no soportan.
Abrazarlos fuerte
Por más que los gatos se vean como animales pequeños, peludos y acariciables, abrazarlos de manera constante y hacerlo con fuerza es algo que les resulta sumamente molesto. Se les debe respetar su espacio y brindar cariño de forma en que él lo disfrute.
Obligarlo a que se relacione
Hay que ser consciente del tipo de mascota que se tiene. Por ende, cuando se posee un gato no se puede pretender que se comporte como un perro es algo supremamente nocivo para su animal. No lo obligue a socializar, es algo que para ellos resulta incómodo y molesto, cuando un gato siente la necesidad de socializar lo hace sin complejo alguno.
Mascotas
Normalmente los gatos socializan cuando entablan una relación de confianza con otro animal o seres humanos, pero esto es un proceso que puede llegar a ser largo.
Castigarlos de forma severa
Los gatos, al igual que cualquier otro animal, no toleran los castigos y menos por cosas que ellos suelen realizar adentro de su cotidianidad como el rascarse, ronronear, subirse a lugares altos y arañar.
Según los expertos, lo único que se logra con los castigos es volverlos mascotas temerosas e inseguras, que con el paso del tiempo incluso pueden presentar comportamientos agresivos.
Cambios de entorno
Los médicos veterinarios aseguran que son constantes las consultas que se realizan debido a que sus gatos no se acostumbran a su nuevo hábitat. Los cambios de entorno para ellos pueden llegar a ser traumáticos, ya que son mascotas a las que les cuesta confiar y adaptarse a su espacio.
En este tipo de situaciones se recomienda rodearlo de aquellos objetos que son de gran valor simbólico para ellos con el fin de que se sientan en su espacio habitual.
“Discriminados” en la Biblia
Curiosamente, aunque muchos no sepan, el gato no aparece en uno de los libros más importantes en la historia mundial: la Biblia.
Los escritos sagrados del cristianismo prácticamente no tienen una línea sobre este mitológico animal, lo que genera dudas a nivel mundial.
Según pudo saberse, la mención de este animal se produce solo una vez en la Biblia, a saber, en Baruc 6,21. No obstante, el texto original de Baruc está perdido, y no se posee ninguna indicación en cuanto a lo que pudo significar el nombre gato para los hebreos.
Posiblemente no había ninguno, pues aunque el gato era muy familiar para los egipcios, parece haber sido del todo desconocido para los judíos, así como para los asirios y los babilonios, incluso para los griegos y los romanos antes de la conquista de Egipto. Estas y otras razones han llevado a algunos comentaristas a creer que la palabra gato, en el antedicho versículo de Baruc, no es muy probable que denotase otro nombre ahora imposible de restaurar.
La historia remarca que el gato vive desde el nacimiento mismo del Universo, pero fue más fuente de inspiración para egipcios que para judíos y no estuvo en la consideración de los primeros cristianos.
La Iglesia Nueva Era, compuesta por cristianos conservadores, va más allá y afirma, en una de sus páginas web, que “los gatos son una muy mala influencia para un cristiano y su insolencia anima a los seres humanos a ser ateos”.
“Dios los creó como una mascota etérea de Lucifer cuando este era el más elevado de todos los ángeles”, añaden. Y completan: “Dios odia a los gatos”.
La respuesta de los cristianos seguidores de Francisco, en cambio, es letal: “Dios no odia, ama, y sobre todo a los animales”, aclaran.