El grupo dirigido por Andrés Brarda estrenó el domingo pasado “El Real Hotel” en la Usina Cultural. El fin de semana plasmará a la vera del río una puesta inédita, con parlamentos traducidos al quechua, sobre una comunidad indígena que se ve amenazada por la llegada del hombre europeo
El domingo por la noche se llevó a cabo el estreno formal de “El Real Hotel” en la Usina Cultural, una creación en proceso de trabajo del colectivo independiente Teatro de Herejes.
Bajo la dirección de Andrés Brarda, el elenco vocacional plasmó una entretenida propuesta de misterio clásico (por diversos motivos e intereses, varios personajes son sospechosos de intentar cometer un crimen), cuya virtud mayor redundó en el hecho de contar con un espacio físico ideal para plasmar tal empresa.
La restaurada casona de Sobral y su hall circular, con entradas laterales a distintas habitaciones, escaleras enseñoreadas y un balcón interno, permitieron recrear la postal de hotel de alcurnia.
El segundo dato significativo fue la inclusión de una paleta de posibles remates para el asesinato en ciernes. Inspirada en la célebre frase nietzscheana (“No hay hechos, sólo interpretaciones”), la trama expuso distintos caminos alternativos.
Actuaron: Eric Ciccarelli, Maru Monti, Juan Pablo Torres, Negra Cardozo, Naty Geremía, Carmen Bosio, Gabriela García, María de los Angeles Gabutti y Adriana Mabel Zabala. Como músico invitado participó José Azocar.
“Amerindio” en el Arenero
Vale decir que el mismo colectivo teatral está a punto de estrenar una puesta inédita en Villa María.
El viernes y el sábado próximos, desde las 22, montarán la obra “Amerindio, historia de una masacre”, en la playa de El Arenero, la que cuenta con el auspicio de la Representación Córdoba del Instituto Nacional de Teatro, el municipio local, el programa de Mecenazgo de Villa María y ART de Sevilla, España.
“Querer narrar esta historia -comentó Brarda- nos generó la necesidad de cambiar la representación del espacio, es por esa razón que está pensado y planeado para realizarlo en un espacio no convencional, a las orillas de un río. Por lo cual estamos frente al deseo de un teatro que se comunique con su público de manera más cercana más íntima, pero íntimo no en el sentido de cerrado y pequeño sino de público y universal, trabajando con el entorno natural, generando un impacto más profundo en el espectador. La obra se habita y se vive como parte del paisaje. Esta elección de cambio de espacio, de un teatro convencional a un espacio público, lleva al actor a un entrenamiento exigente, ya que tiene que adaptarse al medio natural que lo rodea en la representación de cada personaje para que la realidad no asfixie a la ficción”.
La trama señala que “en un contexto de naturaleza virgen de América Latina, a mediados del siglo XVII, convive una pequeña comunidad indígena que trabaja para asegurarse los alimentos y los bienes necesarios para vivir a través de relaciones de reciprocidad y redistribución. Los rituales y la contemplación por el medio natural son parte de sus actividades diarias sin tener conocimiento de la devastación que está provocando la llegada del hombre europeo. Cuando el encuentro se produce, la codicia y la violencia de los colonizadores se hace sentir. Los indígenas resisten, y demuestran fortaleza, sabiduría y nobleza. Las armas y las violaciones intentan someter su espíritu de libertad. La historia se define en términos de guerra, vencedores y vencidos”.
En escena participarán: Nerea Alaniz, Eric Ciccarelli, Carla Resquin, Lucas Lascano, Nico Funoy, Gabriela García, Juan Pablo Torres, Marcelo Gutiérrez, Claudio Alvarez y Julieta Arce.
La dramaturgia y dirección estarán a cargo de Andrés Brarda. Traducción quechua: Yojhonatan Campos Porras. Escenografía: Leonardo Monti. Peinados: Carmen Bosio. Vestuario: Keke Gracía. Body Paint: Maru Monti. Diseño y fotografía: Andrés Brarda y Maru Monti.
