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Residente: ritmo y revolución

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Residente: ritmo y revolución

«Debemos brincar por los que deberían estar aquí con nosotros pero no están. Por todos los desaparecidos que deberían estar brincando con nosotros. En este país, que debe defenderse frente a cualquiera que quiera venir a invadirlos desde afuera o que quiera joderlos desde adentro, tenemos que brincar».

Ese tipo de declaraciones se transmutan en carne, alma y voz definitoria de René Pérez Joglar, el excantante de Calle 13 actualmente conocido simplemente como Residente, y que es el primer show que realizó en Villa María.

El artista puertorriqueño logra expandir a nivel global su rapeo concientizador con alta densidad social y política a la vez que insta a bailar, a desembarazarse de los cuerpos aquietados, sacudiéndolos con ritmo y vibración sexual.

Con aquellas palabras, René había coronado la «Cumbia de los aburridos», cuando ya promediaba 40 minutos de un show intensísimo. En rigor, su set había iniciado a las 0.23 con el primer corte de su nuevo proyecto personal y musical: «Somos anormales», ilustrada en su inicio con un video sobre el génesis desde el nivel celular.

Continuó con uno de sus éxitos de Calle 13, «Baile de los pobres» y «El aguante» (toda una declaración anti-sistema), para luego desembocar en su última balada «Desencuentro» (interpretada con la gorra tapándole su rostro), comenzada con un solo de su tecladista Leo Genovese de Venado Tuerto. Vale mencionar que su banda es multinacional, con integrantes estadounidenses, caribeños (como su coterránea Kiani Medina en voz), argentinos y hasta marroquíes.

Acto seguido detonaría su prédica frente a «la gran puta de las discográficas, que solamente piensa en números. Son importantes pero no son primordiales. No puede ser que solo piensen en cuántos discos venden». La referencia tenía que ver, claro, a «Calma pueblo» y su lema «Lo que no dicen, lo digo yo». Y antes de desatar su primer hit global y levantar al Anfi con «Atrévete», también aludió a «dos espías de las discográficas que están aquí».

René volvió a aludir a su último disco, el cual surgió luego de haberse realizado un análisis genético y haber buscado sus raíces por dos años en 11 países diferentes. «Muchos me decían que estaba loco, que no lo podía hacer. Pero un artista debe estar incómodo para hacer cosas nuevas», dijo antes de cantar «War» (guerra en inglés), elaborado en campamentos de refugiados en Siria.

La ráfaga rítmica volvería con «Fiesta de locos» para volver a su plano más tierno con «La vuelta al mundo». Previo a recrear su inmenso himno

«Latinoamérica», con frases insignia como «Soy América Latina / Un pueblo sin piernas pero que camina», compuesto bajo la inspiración de la música de Santaolalla, habló del presidente de Estados Unidos. «Mucha gente se molesta o no entiende que yo hable de él. Sucede que Puerto Rico es una colonia yanqui. Por eso no es un clisé contra el imperio; es nuestro presidente aunque no nos guste».

Posteriormente ahondó en su reciente canción irónica y apocalíptica «El futuro es nuestro» (En el futuro yo calculo que tendremos Internet en todos lados / Porque naceremos con WiFi en el c…»).

René se despediría a todo pulmón de su «segunda Patria» (su hijo es argentino fruto de la relación con la actriz y modelo argentina Soledad Fandiño), con  «No hay nadie como tú»  y la desfachatada «Vamo’ a portarnos mal».

«Que viva Villa María, que viva Argentina, que vivan los estudiantes y que viva mi país, ¡Puerto Rico, libre! Gracias», saludó René a una hora y cuarenta de recital.

 

El cierre de la tercera noche fue para La Beriso, la banda más convocante del rock nacional en la actualidad. El grupo, de 20 años de trayectoria y liderada por un Rolo Sartorio enfundado en campera de cuero, gorra y lentes oscuros, comenzó su cancionero con «Legui» y «Mano a mano» de su última producción «Pecado capital».