Se trata de Abraham Ferreyra y Roxana Muga, quienes asaltaron a 12 mujeres entre el mediodía del viernes 15 y las 2.30 de la madrugada del domingo 17 de noviembre de 2013. Si son declarados culpables pueden recibir una pena de al menos 12 años de prisión
Comenzó ayer en la Cámara del Crimen de Villa María un juicio oral y público a una pareja que perpetró nada menos que nueve arrebatos callejeros en exactamente 38 horas y 40 minutos, durante un fin de semana a mediados de noviembre de 2013.
El cordobés Abraham Lucas Esteban Ferreyra (36) y la villamariense Roxana Micaela Muga (21) están acusados de haber asaltado a 12 mujeres de distintas edades entre las 11.50 del viernes 15 y las 2.30 de la madrugada del domingo 17, jornada en la que fueron detenidos y recuperada casi la totalidad de los objetos sustraídos.
Curiosamente, pese a la gravedad de los ilícitos que se les atribuyen, sólo Ferreyra comparece privado de la libertad. En efecto, los dos están imputados como coautores de nueve hechos de “robo calificado”, cuatro de ellos por uso de arma de fuego, uno por haber causado “lesiones graves” a una de las víctimas y los restantes por la violencia ejercida en las personas.
De acuerdo con la acusación, en todos los asaltos la pareja circulaba a bordo de una moto Honda Biz de color negro, que era conducida por Muga, mientras que Ferreyra se encargaba de arrebatarle la cartera a las mujeres a las que sorprendían cuando caminaban en las calles de Villa María.
De ese modo, Ferreyra y Muga se hicieron de un “jugoso” botín de dinero en efectivo (más de 3.000 pesos), cinco teléfonos celulares, tarjetas de crédito y otros objetos personales de valor (entre ellos, una costosa cartera), la mayoría de los cuales fueron incautados el mismo domingo en la vivienda de las hermanas de la joven, en barrio Los Olmos.
Raid delictivo
El primero de los atracos se produjo minutos antes del mediodía del viernes 15 de noviembre de 2013, cuando en calle República de Israel al 300, en barrio Santa Ana, donde le arrebataron la cartera a Norma Catalina Primo.
Ese mismo día a las 15.40, en La Rioja al 1500, hicieron lo propio con María Julieta Medina, quien al ser violentada cayó al suelo y fue arrastrada unos metros, por lo que sufrió la fractura en uno de sus dedos de la mano izquierda.
El tercer asalto de la larga serie se produjo a las 22.30 de aquel viernes, cuando en calle Ituzaingó al 1400 le arrebataron la cartera a María Fernanda Aubert Ferreyra, a quien le apuntaron con un revólver y la despojaron de dinero, el celular y otros elementos.
En tanto, a eso de las 2.30 de la madrugada del sábado 16, sorprendieron en la vía pública a las jóvenes Flavia Micaela Taborda y Antonella Barrionuevo, a quienes les sustrajeron una cámara fotográfica digital, algo de dinero y otros objetos.
Una hora después, en Naciones Unidas y bulevar Italia, asaltaron a otras dos jovencitas, Camila Machado y Romina Duarte, a quienes les robaron sus teléfonos celulares.
El sexto hecho se produjo a las 4 de la mañana del mismo sábado 16, en las inmediaciones de Mendoza y Antonio Sobral, donde sorprendieron a Mariela del Valle Chiosso y Melina Rivero y se apoderaron de un celular. Y una hora más tarde, en calle Las Heras, le arrebataron la cartera a Evangelina Cecilia Papa Chalhub luego de amenazarla con el arma que llevaban.
El octavo asalto de la seguidilla se produjo a las 12.45 del sábado, nuevamente sobre calle Las Heras, oportunidad en la que le sustrajeron la cartera a Marianella Mercedes Picco, desapoderándola del celular, documentos y algo de dinero.
Finalmente, a las 2.30 de la madrugada del domingo 17, en calle Corrientes al 700, casi frente a la Clínica de Especialidades, sorprendieron a Mónica Alejandra Godi y le arrebataron una valiosa cartera Louis Vuitton en la que llevaba 2.000 pesos en efectivo, tarjetas de crédito y débito, documentos y otros objetos.
Cuatro testimonios
Tras la lectura de la pieza acusatoria, tanto Ferreyra como Muga declararon sobre condiciones personales y la joven también hizo referencia al procedimiento de detención, pero no aludieron a los hechos que se les atribuyen.
Ambos dijeron que eran “sólo amigos”, aunque más tarde algunos testigos dejaron entrever que mantenían una relación informal de pareja.
Luego, comparecieron cuatro familiares de Muga: sus hermanas (por parte de madre) Mónica Alejandra Ludueña y Paola Beatriz Guzmán; el concubino de esta última, Oscar Mario Tejeda, y un sobrino de la joven acusada, Fernando Matías Maldonado.
De dichas declaraciones surgió que un par de días antes de cometer los arrebatos Muga se había peleado con su madre, Nancy Beatriz Rivero, quien por razones que no se conocieron la echó de la vivienda que ambas ocupaban en Lago Argentino 489 junto a la pareja de la mujer.
Así, Muga le pidió a su hermana Mónica que le permitió alojarse en su casa de calle Maipo, pero el día sábado, enterada de que Roxana tenía varios celulares robados, le exigió que se fuera porque no estaba de acuerdo con su proceder.
Control vehicular
Cabe señalar que Ferreyra y Muga fueron inicialmente demorados durante un control policial, ya que la moto en que circulaban no tenía patente. Y cuando los investigadores conocieron que una pareja era la sospechosa de varios arrebatos cometidos en las últimas horas, realizaron un procedimiento en la casa de las hermanas de la joven, donde secuestraron cinco celulares, varias carteras y hasta un revólver calibre 22 marca “Tiver”, con cinco balas en el tambor, elementos que se hallaban ocultos debajo de un tambor de 200 litros que había en el patio.
Cuarto intermedio hasta el jueves
El juicio que se les sigue a Ferreyra y Muga es presidido por el camarista René Gandarillas y cuenta con la participación del fiscal Francisco Márquez, de la asesora letrada Silvina Muñoz (defiende a Ferreyra) y del abogado Juan Antonio Rusconi (asiste legalmente a Muga), mientras que la secretaria actuante es Gabriela Sanz.
A la espera de una prueba requerida por la Defensa de la joven, se dispuso un cuarto intermedio hasta el jueves a las 9.
La idea del tribunal es que ese mismo día las partes formulen sus alegatos para luego dictar la sentencia correspondiente.