Opinión – Acerca del necesario apoyo municipal en el desarrollo de la comunidad escolar
Escribe: Reinaldo E. Virovoy (ESPECIAL PARA EL DIARIO)
A partir de la idea de participación democrática de padres y educadores en la mejora de la educación, pueden surgir propuestas constructivas.
Dado que existen ya fuertes posiciones tomadas por parte de las autoridades provinciales y de las conducciones de los gremios, y también debido al doble nivel de la burocratización -en el sentido de los conceptos de Weber*- de las organizaciones políticas y sindicales, se podrán organizar soluciones a nivel local, a modo de ensayos.
Las municipalidades podrán otorgar becas y subsidios a docentes y padres que logren organizar, a partir de un trabajo de base en cooperadoras escolares, por ejemplo, o en organizaciones barriales, equipos zonales que puedan plantear y sostener iniciativas innovadoras.
Ideas siempre hay, aunque no siempre recursos. Pero esos ensayos podrían completarse convocando a las fuerzas vivas de la comunidad, a que puedan financiar proyectos educativos que resulten de interés para los sectores respectivos.
Quiero ser ético aclarando que esta idea surge de varias otras de las cuales he recibido aportes, principalmente de un folleto de Finlandia de la década del 80 del siglo pasado, en el que se proclama como parte de la reforma que estaban implementando desde la década anterior, una alta participación de las municipalidades, sobre todo en el cuidado de los niños pequeños, y en la formación profesional y de adultos.
A partir de unas primeras experiencias que las autoridades locales puedan encauzar, sin duda que se multiplicarían las sinergias, y se debería ser muy cuidadosos y también democráticos y transparentes en la selección de las mejores prioridades para los proyectos.
En ello podrán participar además las universidades y, en conjunto, en caso de existir un Consejo de Partidos Políticos (de hecho, lo hay en el caso de Villa María), también podrían capacitar como especialidad específica a cuadros jóvenes para la gestión de estos emprendimientos educativos.
Estas experiencias van a resultar difíciles al principio, ya que padres y docentes suelen estar absorbidos por preocupaciones urgentes, pero hemos visto muchas veces que, con el apoyo adecuado y bien comunicado, la iniciativa creativa no se hace esperar. Y por supuesto que otra va a ser también la actitud de los estudiantes al verse más acompañados de una forma superadora.
Si vamos a avanzar desde las escuelas en el aprendizaje y evaluación por proyectos, es muy importante que los mismos sean significativos, relacionados con la vida real, familiar y comunitaria de los estudiantes, y estas iniciativas innovadoras propiciadas desde los municipios pueden obrar como “núcleos sólidos” para que los proyectos puedan cristalizarse y renovar la educación.
*Weber, Max. “La política como vocación”, en “El político y el científico” (1967 vigesimoséptima reimpresión: 2010) Ed. Alianza Editorial, Madrid, pág. 87.