El predio está ubicado en inmediaciones de la autopista y los productores rompen con la lógica de trabajo y de comercialización
Son tres jóvenes ingenieros agrónomos que prefirieron incursionar en la agroecología y no “ponernos a vender agroquímicos”, que es la salida laboral más factible para los recién egresados. Ahora cuentan con un predio de tres hectáreas donde la gente puede ir y elegir su propia verdura. Lo piensan como un lugar para compartir experiencias sobre el trabajo con la tierra
En inmediaciones de la autopista, en un predio de tres hectáreas ubicado justo al final del bulevar Vélez Sarsfield, tres jóvenes agrónomos sostienen un emprendimiento que comenzó en marzo del año pasado y que consiste en un huerto agroecológico donde la gente se acerca a elegir sus propias verduras.
Robertino Mussano, Marcos Formía y Leonardo Castoldi son egresados recientes de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) y cuentan que “ninguno quiso salir a vender agroquímicos”, que es la opción laboral más inmediata para profesionales del rubro.
Por lo contrario, queriendo escapar de una lógica de mercado, y por ende de producción-consumo, decidieron inmiscuirse en la agroecología y encontraron apoyo en la incubadora de empresas de la UNVM, pudiendo tener acceso a un crédito de la Provincia (el Córdoba Joven) para las primeras inversiones.
Hoy son los responsables de “De la Pacha, el verdadero sabor del huerto”, el emprendimiento agronómico al que apuestan su futuro y lo ven como una fuente de empleo incluso para muchas más personas de las que hoy se dedican a las tareas diarias en ese campo.
“Hay gente que no tiene laburo y con la tierra, la semilla y el agua generas un montón de trabajo”, comentaron Marcos y Robertino entrevistados por EL DIARIO en el predio de prolongación Vélez Sarsfield.
Los jóvenes que tenían un trabajo de medio tiempo, pero apostaron todo a esta forma de trabajar la tierra y comercializar sus frutos.
Una “verdulería” al aire libre
El espacio de tres hectáreas en el que trabajan está “abierto” a cualquier persona que desee adquirir sus productos (lechugas, zapallitos, repollo, maíz, arbejas, acelga, rabanitos, remolacha, achicoria y los que corresponden a cada estación), pero también pretende ser un lugar para compartir experiencias.
“La idea es que sirva para eso, que puedan entrar, ver cómo lo producimos y que le podamos dar el producto en la mano”, señaló Marcos. También pretenden generar algunos talleres de huerta y articular con otros universitarios para que realicen sus tareas experimentales en ese campo.
“Nosotros experimentamos permanentemente, no podíamos creer que de dos líneas de zapallito que sembramos sacamos 200 kilos. Sembrar, ver crecer a tu planta y poder comercializar eso es muy loco”, narró Robertino.
Por el momento las personas deben acercarse para adquirir las verduras frescas. Las reglas del Mercado de Abasto suelen ser muy exigentes para este tipo de producciones que, al ser agroecológicas y respetar los tiempos y condiciones que exigen los cultivos, muchas veces no tienen el mismo aspecto que el que se acostumbra ver en cualquier verdulería.
¿Se puede comer? Por supuesto, incluso son más saludables y se conoce su origen.
“Lo más importante es la salud, es importante consumir alimentos frescos que se sepa de donde vienen, quién te los produce, quién te los hace, cómo los hace. Actualmente se consumen cosas constantemente y no sabemos ni de dónde vienen ni a dónde va a esa plata”, reflexionó Marcos Formía.
Tiene en claro que dedicarse a la agroecología “es una decisión ideológica” y sienten mucha pasión por su tarea: “Si bien nos cuesta mucho esfuerzo, a veces no parece un trabajo porque nos encanta hacer esto”, coincidieron.
Otra lógica
Emprendimientos como De la Pacha escapan a una lógica de producción de alimentos (y de consumo) que abre una alternativa en un contexto donde se empiezan a palpar las consecuencias climáticas del mal uso de la tierra y en la salud de las personas por la mala alimentación.
“Estaría buenísimo que mucha gente hiciera esto, o al menos los que les gusta trabajar en el campo. Puede ser una economía regional, podes generar movimiento económico en una ciudad, otro movimiento con una organización distinta de la sociedad. Si nos manejáramos así todo sería muy distinto… puede que de esta forma vuelva gente del campo a trabajar, que tenga una alternativa”, expresó Marcos.
Pertenecen a la Red Abya Yala de productores agroecológicos, una asociación que permite el contacto permanente entre los siete espacios que emplean técnicas similares de cultivo y se ubican, en su mayoría, a la vera de la ruta 2 en Villa María.
Esta red también posibilita una especie de certificación de los productos, que se basa en la confianza entre los mismos huerteros y entre estos y los consumidores. Todos pueden ver cómo se manipula la tierra hasta llegar a la cosecha y participar de ese proceso.
La distribución de este tipo de alimentos suele ser conflictiva, ya que hay ciertas exigencias para entrar en el circuito comercial.
“Lo ideal sería que todas las personas puedan consumirlos”, destacan y esperan que en un futuro las verdulerías puedan exhibir cultivos agroecológicos.
“Es importante consumir alimentos frescos, que se sepa de dónde vienen, quién te los produce, quién te los hace, cómo los hace. Actualmente se consumen cosas y no sabemos ni de dónde vienen”.