OPINION – En poco menos de 40 minutos, con un tono casi componedor, y sin apelaciones a “la herencia recibida”, el presidente Mauricio Macri precisó que «lo peor ya pasó” y predijo: “Ahora vienen los años de crecimiento. Las transformaciones que hicimos empiezan a dar frutos, a sentirse”. Ni rechiflas ni ovaciones, siguiendo un acting planeado, Macri recorrió una diversa cantidad de tópicos, la mayoría de ellos parte de la gran agenda de la Argentina que viene, como la igualdad entre hombres y mujeres, embarazo adolescente u obesidad infantil. Respecto a la economía concreta, hizo referencias a los números que muestran la construcción y el fuerte crecimiento del turismo, pero no realizó referencias a la dificultosa situación que atraviesan los cultivos de verano, en una gran parte de la región central, debido a las bajas precipitaciones.
El titular de Coninagro Carlos Iannizzotto fue el primero en salir a reprochar el tenor de la exposición del presidente Macri, y ante los micrófonos de Cadena 3 se mostró preocupado porque en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso “no se haya mencionado al campo, al triste problema de las sequías, que no se haya mencionado a las economías regionales”. Iannizzotto es un cooperativista vitivinícola mendocino y se define como un impulsor de la ruralidad como motor de desarrollo económico. Su mirada se enfoca en los pequeños y medianos productores cooperativos, lo desvela desentrañar los caminos de la competitividad y cree que el desarrollo local es un sendero interesante a recorrer. Por supuesto, la piedra angular de este planteo es el financiamiento, y este es otro tópico que fue esquivado en el discurso del jueves, no hubo anuncio de reducción de tasas, ni de ayuda para paliar la crisis que atraviesan algunas economías regionales.
La semana pasada, el ministro Luis Miguel Etchevere reconoció que la falta de lluvias «ya causó daños irreversibles», principalmente a la zona núcleo y en «miles de pueblos que dependen de la actividad agroindustrial». Según datos del Ministerio de Hacienda, las pérdidas alcanzan entre los US$3.000 y US$4.000 millones.
A principio de febrero, azuzadas por las pérdidas producidas por la escasez de lluvias, pudieron observarse marcadas diferencias de visiones entre el tándem conformado por Confederaciones Rurales, Federación Agraria y Coninagro, entre otros temas, por la exigua disposición presupuestaria del fondo de emergencia para paliar esta crisis, que mantiene un monto de 500 millones de pesos, que asemeja a una mañana de rocío, incapaz de atenuar el daño producido por la ausencia de lluvias. A todo esto, la Sociedad Rural salió a defender al ministro, colocando paños fríos al asunto.
Aprender de la crisis
Que la agricultura es una actividad económica de riesgo es cosa sabida, pero no asumida. Argentina mejoró mucho en los últimos años en la protección, a través de aseguradoras, de su producción agrícola pero está aún lejos de los índices que muestra este segmento de la actividad en economías centrales. Quizás, el daño promovido por esta “Niña débil”, al decir de los climatólogos, sirva de enseñanza.
Desde Federación Agraria planean, con el inicio de marzo, la realización de asambleas para escuchar a productores y exigir correcciones en las políticas económicas que lleva adelante el Gobierno, aunque saben que las líneas trazadas desde Casa Rosada no suelen admitir modificaciones, aunque alguna línea de subsidios o la extensión de las fechas de vencimiento de tributos pueda estar contenida en una declaración de emergencia.
Como colofón de su diatriba crítica, Iannizzotto señaló: “Me parece que es contradictorio, lo digo con todo respeto, el tema del aborto. Yo estoy a favor de la vida y en contra del aborto, pero debatir ese tema, habiendo temas tan cruciales sociales, culturales y económicos que tiene Argentina hoy, no me parece adecuado”.
Las democracias modernas han investido de cierto halo de expectativa republicana a la apertura anual de sesiones legislativas, momento en que el titular del Ejecutivo traza las líneas de las políticas que desplegará en ese ciclo y en algunos casos, en los venideros. Instala temas y solicita a diputados y senadores que promuevan el debate sobre iniciativas propias o giradas desde Presidencia. En esta ocasión, las necesidades del presidente pasan por hacer del Congreso un escenario para entronizar debates necesarios y rimbombantes, mientras la agenda dura y diaria, pasa lejos de allí.
Osvaldo Iacheta (especial para EL DIARIO)