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De qué manera la sequía afecta nuestra economía

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De qué manera la sequía afecta nuestra economía

INFORME DE ECOLATINA

«La Niña» impacta más sobre la actividad que las exportaciones. Podría provocar una pérdida de US$2.000 millones de exportaciones respecto al valor de 2017

n el último año, el fenómeno climático de “La Niña” redujo el volumen de precipitaciones. En 2018, este impacto se profundizó. Actualmente, la Provincia de Buenos Aires y el sur de Santa Fe y de Córdoba se encuentran atravesando una fuerte sequía. Dado que esta región es la principal área de cultivo de cereales y oleaginosas (maíz, soja y girasol, entre otros), se recortaron significativamente los rindes de la campaña actual.

El primer sector que está sufriendo el paso de “La Niña” es el agropecuario. Por lo tanto, los organismos especializados ya ajustaron sus proyecciones para 2018. Por caso, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires redujo sus estimaciones para la producción de soja y maíz. Respecto de la oleaginosa, su campaña será un 27% i.a. menor a la anterior (-13,5 millones), totalizando 42 millones de toneladas y marcando su peor registro para los últimos cinco años. Por su parte, la producción de maíz alcanzará las 34 millones de toneladas, reduciéndose 13% i.a. respecto de la campaña anterior, según la misma fuente.

Como resultado, ambos productos registrarán una caída de 19% i.a. en su producción este año (medido en toneladas). Dado que representan más del 75% de la producción total de cereales y oleaginosas y que, a su vez, el sector agrícola implica más de tres cuartas partes del complejo agropecuario, la pérdida total del sector alcanzará al 8% i.a. de la producción.

Asimismo, y tal como afirmábamos en la introducción, la sequía excederá los límites del sector agroindustrial, derramándose hacia la oferta y demanda de bienes y servicios conexos. A modo de ejemplo, maquinaria agrícola, ganadería (incluyendo aquí a la lechería, complicada por la interrupción del normal proceso de desarrollo de pasturas, principal alimento del ganado vacuno), agroquímicos, el complejo automotor y los servicios de transporte también verán “secada” su producción.

Concretamente, conforme a nuestras estimaciones, “La Niña” obligará a recortar 0,7 p.p. las proyecciones de crecimiento del PBI para 2018, por encima de lo supuesto desde el Palacio de Hacienda (-0,5 p.p.). De este modo, la tasa de crecimiento del producto para 2018 se ubicará más cerca del 2% i.a. que del 2,5% i.a. que estimábamos al comienzo del año. Asimismo, concluido recién el primer bimestre, las proyecciones oficiales de un crecimiento de 3,5% i.a. del Presupuesto de 2018, están cada vez más lejos.

Por el lado de las exportaciones, el impacto será menor. Dado que la Argentina se posiciona en ciertos mercados agrícolas globales (especialmente en los vinculados a los productos oleaginosos manufacturados) como “país grande”, su oferta es central para determinar el precio internacional. Por ende, la magra cosecha ya presionó al alza a las cotizaciones. A modo de ejemplo, el precio internacional del poroto de soja trepó casi 5% en el primer bimestre del año, rozando los US$400 por tonelada.

Desagregando las ventas externas a nivel de producto, se observa que más de tres cuartos de los envíos al resto del mundo del complejo oleaginoso obedecen a manufacturas de origen agropecuario; más específicamente, a harina de soja (60% del total) y a aceite de soja (25% del total). Con estos números, se comprende mejor la trayectoria alcista encarada por los precios de estos productos. Mientras que la harina de soja elevó su cotización 23% en los primeros dos meses de 2018, la del aceite trepó 15% (en dólares). En la misma línea, analizando el desempeño de los mercados de futuros, la tendencia positiva se profundizaría en los próximos meses.

En consecuencia, los menores volúmenes exportados se verán compensados, en parte, por mayores precios. Asimismo, parte de la cosecha retenida en el último año a la espera de un mejor contexto local e internacional (de precios, de tipo de cambio y de esquema de retenciones) tendría salida este año. Concretamente, en términos cuantitativos, la sequía provocará una pérdida directa de US$ 2.000 millones  de exportaciones respecto al valor de 2017 (-3,4% i.a.). Por su parte, motivado por el rally de precios internacionales, la exportación de poroto de soja en bruto sería acotada, incluso podría importarse la materia prima para su manufacturación en nuestro país (conversión en harina, aceite y pellets) lo que debilitaría aún más el impacto de la sequía en las exportaciones del complejo sojero.

Por último, en el caso del maíz, la caída de la producción tendrá mayor impacto sobre la actividad que sobre las ventas externas. Según estimaciones sectoriales, la mitad de la producción se dirige al consumo interno y la otra parte se exporta. En este sentido, la merma en la producción presionó al alza a los precios internacionales, que treparon 12% en el primer bimestre de 2018. En consecuencia, en el frente externo, el efecto precio compensará casi completamente al efecto cantidades. Por lo tanto, el principal impacto será sobre la producción local. Los efectos negativos se sentirán por dos vías: la menor producción de alimentos para consumo humano y el aumento de los costos de producción de ciertos insumos centrales en el proceso productivo de la cría de ganado.