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«Se ve la política macro, pero no se ve la política de entrecasa»

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«Se ve la política macro, pero no se ve la política de entrecasa»

Mano a mano con Miguel Maceda

Nació en Villa María el 22 de octubre de 1959. Divorciado, dos hijos. Es contador público nacional y cursó en Rosario la Maestría en Economía Social. En 1982 empezó a militar en las filas de la Unión Cívica Radical de Villa María. Con apenas 24 años es convocado por el exintendente Horacio Cabezas para hacerse cargo de la Contaduría general del municipio, cargo que ocupó desde 1983 hasta 1987. Ese año, durante la gestión de Miguel Angel Veglia, fue designado Director de Rentas. En 1990 asumió la Secretaría de Gobierno hasta 1991. Del Ejecutivo pasó al Legislativo y ocupó una banca durante dos períodos consecutivos hasta 1999. En ese lapso fue presidente del Concejo Deliberante. Desde 1999 hasta 2003 fue integrante del Tribunal de Cuentas. Finalizado ese mandato renuncia al radicalismo y es candidato a intendente por Juntos por Villa María. Hasta 2007 se desempeñó como asesor en la Unicameral y en ese momento decidió su retiro de la política y su dedicación plena a la actividad privada

Escribe Nancy Musa
De nuestra Redacción

Diplomático, cuidadoso de las formas, siempre en búsqueda del equilibrio y el consenso. Observador y analista. Miguel Maceda fue un dirigente de peso en la historia del radicalismo local que gobernó la ciudad durante 16 años, a partir de la recuperación de la democracia.

Un día el joven cargado de ideales sintió que su ciclo había terminado y que era hora de volver al llano y mirar la política desde afuera, sin las pasiones y el fervor que movilizó a millones en la búsqueda de recobrar los caminos de la libertad y la República.

Como la mayoría en su trayectoria, vivió grandes alegrías, sorteó obstáculos y sufrió decepciones.

Hoy es un profesional que sueña con ver felices a sus hijos, disfruta de una buena lectura, las reuniones con amigos y aspira a ver un país con políticas de Estado claras y más justas para todos sus habitantes.

 

-¿Por qué se retiró de la política tan sorpresivamente y después de haber estado veinte años en lugares preponderantes del Gobierno local?

-Después de tantos años y viendo todos los pasos que dio la democracia desde que la obtuvimos en el 83, habiendo empezado a militar en 1982 cuando estaba el gobierno de facto, pensé que era un momento en el cual el ciclo de lo que tenía para dar en política se había terminado.

Que todos los ideales que se habían agitado en los 80, y que traté de dar personalmente todo lo que quería, habían cumplido un ciclo y se había terminado el de la política activa, el de la militancia.

No obstante, uno sigue viendo, sigue escuchando, no con el mismo fervor de los comienzos de la democracia porque ahora parece estar todo bajo control, en ese momento había que conseguir todo, que las leyes para la ciudad se hicieran en un Concejo y no vinieran digitadas por un gobierno de facto.

Fue la plantita que vimos crecer, que queríamos que diera frutos, en algunos casos los dio y en otros no. Pero para mí, que empecé a los 23 años y le di 21 años a la función pública, era un ciclo que había llegado a su fin en cuanto a participación activa.

 

-¿En algún momento se sintió decepcionado por su partido?

-Sí, muchas veces. Porque uno venía con un montón de ideales que quería llevar a la práctica, a veces se puede, otras está el ingrediente humano que es bastante complejo, cuando los partidos se hacen grandes hay muchas expresiones adentro, y cuando se gana uno quiere ver que esos resultados que pregona el partido se lleven a cabo, aparte está la sociedad con sus distintos intereses y ese equilibrio de jugar con los intereses particulares, sectoriales, generales.

Todos hablan del bien común, pero es una cuestión que no se puede conseguir fácilmente, porque cada sector defiende férreamente sus intereses particulares.

Son intereses distintos en juego que pueden hacer temblar a la mejor carta de intención que pueda tener un partido.

 

-Usted participó en 1999 de un radicalismo que decidió construir una alianza y llegó al poder, en 2015 nuevamente construye una alianza que lo lleva al poder ¿cuál es su opinión sobre esta última decisión de unirse al PRO?

-No lo analicé en profundidad porque lo veo desde afuera y no pertenezco orgánicamente al partido porque renuncié en 2003 para ser candidato a intendente por Juntos por Villa María.

Me pareció que los que avalaron la alianza estaban de acuerdo con los intereses que representaban, que era un sector del radicalismo.

No me parece que los estaban en la conducción en ese momento fueran incoherentes con lo que representaban. El partido ha tenido sus idas y vueltas, tuvo sus partes fuertes con Alfonsín, luego con De la Rúa, en definitiva las bases han ido cambiando, como pasó en la época de Marcelo T. de Alvear que tenía sus bases en la aristocracia e Hipólito Yrigoyen con sus bases en las legítimas necesidades del pueblo.

 

-¿Usted considera que el radicalismo que votó la alianza con el PRO es el ala conservadora?

-Al hacer alianza con el PRO e instalarse como fuerza nacional, entiendo que veían en determinadas cosas que podían estar representados.

Pienso, además, que esos conceptos tan rígidos de la política no se pueden dar en la realidad y a veces hay que transgredir ciertas cosas para poder transformar desde adentro. Es decir no puedo quedarme afuera, porque las cosas se transforman de la acción y no desde la dialéctica.

Por eso a veces debemos establecer un orden de prioridades si queremos transformar, por eso no se puede ser rígido, además hubo cambios en el mundo y nadie es puro, a no ser los extremos.

Las transformaciones llevan a un reacomodamiento porque no se puede hablar igual que en 1890, hay nuevas situaciones que requieren respuestas con una nueva visión, pero con valores, porque los valores son inalterables.

 

-Usted que tiene las ciencias económicas incorporadas, ¿qué visión tiene sobre el rumbo actual de la economía?

-La idea que a mí me parece es que el país busca insertarse en el mundo, ser parte y no un excluido. Ahora para llegar a eso hay determinados medios, porque tenemos que salvar una brecha muy grande, donde determinados países despegaron y nosotros nos quedamos con lo rudimentario.

Nosotros no podemos pasar de ser un país de América Latina con determinadas características a pasar a ser una potencia que habla mano a mano con la comunidad económica europea.

Lo que sí debemos entender son dos cosas, que el mundo ha roto las barreras, lo que se llamó en un momento globalización es un proceso que tal vez cambie, pero ahora hay que aceptarlo como tal o quedarse afuera.

Y creo que a este Gobierno le faltan algunos pasos para lograr esa integración. Primero tenemos que arreglar problemas domésticos para lograr estar en el concierto de determinados países. Se pretende dar un salto grande, salteando escalones. Falta un gradualismo tanto en lo político como en lo económico para decir hacia eso tendemos.

 

-Puntualmente ¿cuáles son los problemas domésticos que no ha solucionado?

-El problema doméstico insolucionable y que despierta la mayor sensibilidad en la gente es el tema de la inflación. Por ahí está muy mostrada, por ahí muy escondida, pero siempre fue un tema tabú.

 

-La escondan o la muestren, la inflación se siente en el día a día de los ciudadanos

-La gente mide mucho su bienestar, el ánimo depende en parte de cómo está el bolsillo para cubrir las necesidades. Por eso creo que hay determinadas cosas que se pueden hacer de otra manera.

Si el objetivo está, hay que ver los pasos que vamos a tener que dar para lograrlo.

Eso lo hacían muchos los países que han estado en guerra. Querían lograr ser una potencia, la gente veía todo destruido pero tenían un objetivo. Así Inglaterra, Francia, Alemania se levantaron de las cenizas y sabían adónde querían llegar y qué tenían que hacer.

Acá pareciera que se sabe o se intuye dónde se quiere ir pero con cuestiones que van apurando los pasos adentro, entonces una mayoría queda afuera de ese foco.

El objetivo puede ser bueno pero los pasos que se están dando para instrumentarlo no se acomodan a la realidad de la gente.

Por eso llegan los desfasajes, los reclamos, porque a la luz de muchos son injusticias.

 

-¿Usted puede ver claramente cuál es el rumbo económico?

-No, claramente no está dado el objetivo económico. Está el objetivo macro, insertarse en el mundo, que vengan inversiones, que el país sea sustentable con reglas de juego claras. Pero me parece que es querer ir muy rápido en un país en donde las cosas deberían hacerse más lentamente.

Para ir adaptando lo de adentro, los problemas de inflación, de inseguridad, de educación y de un país con muchas necesidades insatisfechas.

El país es muy grande, el norte postergado, el sur desértico, entonces lo que puede ser beneficioso para una parte, es nefasto para otra que está luchando por sus economías regionales.

Se ve la política macro pero no se ve la política de entrecasa. Por eso luchan tanto los intendentes, los gobernadores.

 

-¿Es difícil en estos tiempos la situación del pequeño y mediano empresario?

-Hay determinados sectores que están sufriendo los aumentos, que no han logrado estructurar su sistema de costos, por eso hablo del gradualismo. Hay sectores que pueden despegar más que otros, porque sienten de distinta manera las medidas de acuerdo a sus características.

Lo que creo que deberían hacer primero es delinear políticas regionales. Porque el país no es homogéneo, el país tiene mucha pobreza, tiene mediana pobreza, una clase media que está deteriorada, y una clase alta que seguirá siendo cada vez más alta en la medida en que no se acomoden esas variables.

Me parece que hacen falta políticas regionales, esa política la implementó Francia con las comunas. Porque no es lo mismo las medidas para la pobreza extrema que para el barrio Puerto Madero. Son intereses distintos.

Porque con esta política están los que les va muy bien y los que les va muy mal.

 

-¿La presión impositiva del país es una preocupación para posibles inversores?

-Sí. Hace mucho que se habla de un fuerte cambio del sistema impositivo. Es un sistema de 70 años que ha ido sufriendo transformaciones, con un impuesto a la ganancia que fue de emergencia y se prolongó en el tiempo, con los nuevos impuestos, con los ingresos brutos que es una doble imposición, todo ese descalabro se tiene que corregir en un nuevo sistema que contemple la realidad y se le pongan alícuotas altas a lo que se quiere desincentivar y alícuotas bajas a lo que se quiere incentivar.

Sí, tiene que haber una reforma integral, pensar en ir a una carga impositiva que no sea tan pesada. Creo que debería ser una política de Estado, bien amplia y bien consensuada.

 

-Miguel ¿por qué decidió militar en el radicalismo?

-En los años 80, y poco antes, en la universidad no había participación política. Yo hice la carrera durante el gobierno de facto. En esos años había que buscar un referente, y para mí había dos personas importantes en el país que no habían sido cuidadas como se debía. Eran Arturo Illia y Ricardo Balbín.

Y me pareció que habían dejado una estela que se iba perdiendo, que habían sido muy respetados pero no en su pleno apogeo, un poco fueron los inspiradores. La austeridad, la mística, las palabras de Balbín sobre el consenso, fueron valores que me inspiraron y terminada mi carrera en 1982, cuando se empieza a ver una apertura, luego de la derrota de Malvinas, se armó una mesa de enlace y emerge la figura de Raúl Alfonsín.

Y los que teníamos un poquito la llama encendida adentro, sentíamos la necesidad de un cambio, de lograr la libertad bien entendida, la libertad para hacer cosas transformadoras, no la libertad para someter a otro.

Y así empecé a participar y a ir a la Casa Radical que recién se abría.

 

-¿Dónde se abrió el comité en ese momento?

-En la calle Mendoza, antes de llegar a Mariano Moreno, ahí comencé a conocer gente, había personas que conocía de antes y otros que conocí en ese momento.

Recuerdo que a la primera reunión que fui había una conferencia sobre la Constitución que la daba el escribano Fiol, el padre del ingeniero, del doctor y de Marité. Ahí conocí a personas que luego fueron senadores, otras que no se acercaron más. Era lindo porque era todo por lograr.

 

-¿Su familia tenía inclinaciones por la política?

-No, nadie había participado. Mi familia era independiente. Fui el único que se metió en política.

 

-¿Y qué dijeron cuando se metió en política?

-Que estaba loco, imaginate que estaba el gobierno militar todavía, y con la misma cara de “estás loco” nos miraba la gente que pasaba y nos veía en la puerta del comité. En aquel momento estaba Deulofeu, Carlos Giliberti, Ismael Díaz, Cecilia Fernández y cuando terminábamos las reuniones de la juventud nos poníamos a charlar en la vereda y había gente que pasaba y nos miraba preguntándose qué hacía un comité abierto.

Recordemos que era el año 82 y todavía no se hablaba de las elecciones, luego cuando los militares pusieron fecha para las elecciones ya cambió y hubo más participación.

 

-¿Por qué piensa que de esa mística tan atrapante que hubo en la década del 80 pasamos a este tipo de política que vemos hoy?

-Pienso que hay toda una generación que cree en una mesa servida. A nadie le costó, no la padeció, no la sufrió y entonces los abusos que tienen sectores de la democracia es propio de lo que no te costó sacrificio conseguirlo.

Si vos tenés todo servido, si a los 18 años te regalan un auto, no sabés lo que es el esfuerzo para lograrlo. Esa forma de entender que la democracia viene por arte y obra de nada, posibilita este tipo de cosas. Hay gente que se cansa porque se van los ideales de los partidos, se reciclan y no hay en los partidos una especie de doctrina y charlas para saber qué es lo que se quería lograr.

Hoy, no hay un mensaje para la gente, hoy es un eslogan, pasa también en otros lugares.

Surgen candidatos que no han pasado por un partido. Hay personas que durante treinta años nunca se movieron de sus estudios o de sus empresas y les ofrecen ser ministros. Y aceptan por supuesto.

Nosotros teníamos un compromiso grande asumido, la gente te pedía rendición de cuentas.

 

-¿Se perdió en la política la vocación de servicio?

-Creo que hoy no funcionan los partidos como tendrían que funcionar. Recuerdo que cuando daban una charla en los comités o en las unidades básicas la gente iba a escuchar, quería saber qué estaba pasando, qué proyectos de ordenanza se iban hacer, por qué se iban a privatizar servicios públicos, eran cambios importantes y se debatían.

No sé si se ha perdido la vocación de servicio, tal vez se exterioriza de otra manera.

Hoy, con la inmediatez de las redes sociales hay cosas que cambiaron, a veces nos sorprendemos de quién ganó, y pasa en otros países, y resulta que ganó porque hizo un estudio de mercado y se fijó en el perfil que la gente buscaba.

Ahora qué lleva adentro, qué compromiso tiene con la sociedad, lo ven después que lo han elegido.

 

-Hoy en cargos claves tenemos personas que no vienen de la política sino que han sido directivos de grandes empresas ¿es bueno este cambio?

-Es una parte del Gobierno nacional que no sé si es bueno o malo. Esa gente debe haber hecho algo bueno para estar en el lugar en que está, dirigiendo empresas que son minipaíses y seguramente han sido altamente capacitados para esa función.

Ahora, cuando se los traslada a la parte política hay que ver qué compromiso tienen con resolver los problemas de la gente. Habrá CEOS que tienen vocación política, y hay otros que no.

Puede pasar también con los políticos. No hay una receta única.

 

-Usted estuvo muchos años presidiendo el Concejo, ¿era buena la relación entre oficialismo y oposición?

-Según a lo que le llamemos buena (risas). Si estamos todos convencidos que nos eligió el pueblo con plataformas políticas distintas es lógico que va haber diferencias. Lo que no puede haber es maltrato personal.

Lo que tratábamos de hacer en esos años era tener una buena convivencia humana. Los años que dirigí el Concejo hubo buena convivencia humana y chisporroteos políticos. Porque nosotros teníamos que defender cuestiones que cambiaban la estructura vieja de los municipios y se avanzaba sobre temas que habían sido injerencia de otros estamentos.

Cuando se pedía a los municipios estar en seguridad, o que el riego y el agua lo preste una cooperativa, todas esas innovaciones se discutían mucho.

Pero tuvimos muy buena convivencia humana. En esos años participó el doctor Carlos Pizzorno.

Verlo a Pizzorno era un orgullo, había sido intendente sacado por el gobierno de facto. Era una bellísima persona, muy respetuosa, una personalidad en la ciudad.

Y con ese grupo tuvimos una excelente relación, más allá de los partidos, con algunos nos seguimos viendo.

 

-Había debates muy profundos, muy ricos, en esa época

-Sí, se llevaban hasta libros para defender las posturas. Me acuerdo del concejal Javier Sosa que llevó un libro de Rodolfo Terragno para defender lo que ellos sostenían y que decían que nosotros la hacíamos en contra del pensamiento del radicalismo (sonríe).

Todos nos preparábamos para defender las posturas, y muchas veces retiramos proyectos porque considerábamos que iba a afectar a una parte de la población y lo modificábamos, lo debatíamos. Era el aprendizaje de la democracia. Nadie tenía la razón absoluta.

 

-Lo llevo más atrás en su vida, ¿cómo fue su infancia?

-Mi infancia transcurrió en el barrio Ameghino, cuando todavía eran calles de tierra. Y todo ese sector que iba hasta el Colegio Trinitarios. Fue muy linda, era una ciudad tranquila, íbamos al colegio desde la primaria caminando, con los guardapolvos blancos.

Todo ese sector recorríamos, unidos por la amistad, el deporte. Nos juntábamos bastante en la calle, era un sector de terrenos baldíos y calles de tierra. Teníamos que dejar de jugar cuando pasaba el regador (risas). Jugábamos a la pelota, a la carrerita de autos, le poníamos macilla a los autitos para que fueran más pesados (risas).

 

-¿Era un pibe tranquilo?

-Sí, muy tranquilo. Siempre rodeado de amigos más grandes por mi hermano. Ellos tenían edad para salir al centro y yo iba con ellos. Y también iba a las confiterías bailables con ellos.

Después con los amigos mi edad salíamos a Kreo, Chac y años más tarde a Kabranca.

 

-¿Su padre a qué se dedicaba?

-Primero tenía una casa de ventas de llave cruz, gatos y luego de accesorios de autos que fue muy conocida en España y Vélez Sarsfield. Venía gente de todas partes.

 

-¿En su niñez y adolescencia soñaba con alguna carrera en especial?

-No, nunca se me ocurrió nada con el tema de la salud. Sí, cuando veía hechos especiales como las elecciones de 1973 que ganó Cámpora, el regreso de Perón, pensaba en ser abogado.

Después dije no. Yo estaba haciendo perito mercantil, y a mí me resultaba Matemática y Contabilidad muy fácil.

Tenía una habilidad para eso, me era fácil estudiarlo, por eso entré a Ciencias Económicas, me resultó fácil la carrera y me parece que es una profesión amplia y que es una herramienta para estar en la función pública, para la función privada, para estar en mutuales, fundaciones, por eso estudié después la Maestría porque me interesaban todas las entidades sin fines de lucro.

Entré con mis dudas a la carrera y en definitiva es lo que hice y a lo que me dediqué.

 

-¿Nunca se imaginó que iba a estar en cargos públicos?

-No, fui el primer sorprendido cuando el contador Cabezas me convocó para un cargo. Yo tenía apenas 24 años.

 

-¿En esos veinte años que estuvo con cargos ejecutivos y luego en el Legislativo cuáles fueron los momentos más duros?

-(Pausa). Hubo un conflicto gremial muy fuerte cuando yo era presidente del Concejo y el intendente era Miguel Veglia. La situación de conflicto con los empleados municipales se había estirado tanto y recuerdo que había un amotinamiento en el Corralón e intervino la Policía y la Fiscalía.

Esa mañana nos llaman a Tribunales, a concejales, parte del Ejecutivo y al sindicato y viene el jefe de la Policía de la Provincia en helicóptero.

La situación era tan grave que el gobernador Mestre se preocupaba, llamaba permanentemente, y nos convocó a Córdoba. Viajamos con Veglia en el helicóptero hasta la Casa de Gobierno y Veglia me dice que si esto seguía así estaba dispuesto a renunciar.

O sea tratamos en esa reunión de llegar a un entendimiento. Fueron momentos de zozobra, fue una situación muy compleja, no se veía una solución fácil.

Pero, llegamos a buen término, en algunas cosas el Ejecutivo tuvo que ceder y el gremio retirar algunos pedidos.

Fueron las dos o tres semanas más arduas y con mayor incertidumbre.

 

-¿El pedido de juicio político al intendente fue un momento complicado?

-Fue complicado, pero no fue conflictivo. El tema se trató en el partido y a cada uno de los concejales nos dieron la libertad de votar. Era un problema, pero había que analizar los argumentos del pedido.

Cuando empezamos a ver los fundamentos, descubrimos que mucha gente que había firmado el pedido no sabía lo que había firmado. Y así lo testimoniaron ante escribano. Allí había una falla garrafal porque hubo una especie de engaño al ciudadano.

Armamos los fundamentos para rebatirlo, había cuestiones que podían ser sancionables, pero que no ameritaban la apertura de un juicio político. Porque eran temas que se podían solucionar.

-Cuando se retiró de la política ¿qué momentos memorables le quedaron de recuerdo?

-Hubo muchos. Lo que más uno rescata es el regreso a la democracia porque nos encontró con todas las pilas puestas y toda la juventud por delante.

Fue lindo porque estaba todo el mundo en la misma, estábamos todos los partidos en la onda de la democracia. Haberlo vivido me alegra mucho. Los actos masivos que hacíamos.

Otro momento lindo fue cuando el intendente Veglia decide la compra del Palace. Ahora se cumplen 30 años.

Se había pedido tanto un nuevo edificio, que fue una medida muy importante y a 30 años todavía está ahí el Palacio municipal.

Y otra alegría es el haber conocido tanta gente y hoy muchos se siguen acordando de las cosas que hicimos.

 

-¿Qué mirada tiene sobre la Villa María actual?

-Con el hito de lo que fue la creación de la UNVM, con el cambio que se dio en la fisonomía, las inversiones que se hicieron es una ciudad que llama la atención a todos los que vienen. Por supuesto que siempre hay cosas que van quedando, pero a la vista de los que vienen, que ven la fortaleza de sus instituciones, yo creo que está entre una de las ciudades importantes y de renombre en el país.

Creo que todo ese dinamismo la hace una ciudad apetecible, por eso mucha gente viene y forma su familia acá. Conozco gente que ha venido a probar suerte y se encantó e hizo raíces aquí.

Siempre hay algo para hacer y mejorar, pero la ciudad ha crecido, es pujante, es una ciudad completa del interior del interior.

 

-¿Por qué es tan difícil resolver la problemática del tránsito?, se lo pregunto porque usted fue secretario de Gobierno

-(Pausa). En aquel momento no había el parque automotor que hay ahora, la cantidad de motos, creo que el punto principal está en que si nosotros manejamos un vehículo tenemos que ser responsables de lo que estamos haciendo.En la vorágine que hay ahora, el tránsito se ha convertido en un caos que lo causan quienes conducen. Ordenar el tránsito es complicado y no pasa por mandar más cuadrillas de agentes.

El problema está en la falta de educación de la gente, todo el mundo en la teoría rinde bien para el carné, pero luego en la práctica hace lo contrario de lo que se debe hacer.

Entre la teoría que la cumplen bien y la práctica hay una brecha y esa brecha se cubre con capacitación, con concientización y no se soluciona con multas porque hay gente que paga las multas y sigue cometiendo las infracciones.

También, vemos que antes había un choque y se bajaban a ver los daños, hoy terminan en una pelea o en una desgracia.

Porque los que vienen manejando vienen con una sobrecarga exterior y ese combo es fatal.

 

-¿La violencia social también está al volante?

-Exactamente, yo no recordaba que un choque con una abolladura que se arregla en pocos días y lo paga el seguro, termine en una disputa o en una muerte.

También hay gente cuyo único medio de movilidad es una moto y se traslada con toda la familia. ¿Cómo solucionamos esto, entre lo que es la vertiginosidad diaria y las normas de tránsito?

La gente conoce las reglas, el tema es que no las respetan. Ese es uno de los principales problemas, la irresponsabilidad en el manejo de un vehículo que puede convertirse en arma.

 

-¿Resignó la idea de ser candidato a intendente, la dejó totalmente abandonada?

-Sí, porque eso implicaría un gran esfuerzo, sería volver a hacer el trabajo que hicimos a los 25 o 30 años. Han cambiado mucho las condiciones y las cuestiones que tienen que ver con el trato con la gente.

Se impone un candidato por el marketing, hoy, se paga publicidad y no importa el contenido. Nosotros armábamos las plataformas y estábamos meses trabajando tanto el radicalismo como el peronismo y la izquierda y todos buscando diferenciarnos del otro, eso ahora no pasa.

La oferta es cómo mostrarse en un afiche, twitear, manejarse en Facebook, creo que estaría un poco desconcertado (sonríe).

Hoy prefiero opinar, ver, y tal vez acompañar a alguien con quien me sintiera identificado porque es un laburante, una buena persona.

-¿Tiene algún referente para acompañar?

-No, en este momento no tengo ningún referente ni para la Gobernación ni para la Intendencia.

 

-¿Cuál es su sueño hoy?

(Pausa). Mi sueño es poder ver bien a mis hijos y desarrollados en lo que les guste.

 



Opiniones

Mauricio Macri. Creo que llega en un momento difícil a la Presidencia, que tiene una interpretación que Argentina tiene que estar en el concierto mundial por lo que él ha vivido y que se encuentra con un país debilitado en muchas cosas y no da los pasos necesarios para llegar a conseguir el fin. En algunas cuestiones está acertando y en otras no porque acelera los tiempos para una realidad que no es la que la gente palpa y siente.

Juan Schiaretti. Pertenece al sistema de gobierno de la Sota-Schiaretti y viceversa. Cuando pasa tanto tiempo la gente ya no ve lo que se hace. Para eso está el recambio. No veo que al Gobierno se le planteen novedades, es como que estamos en un estado de piloto automático.

Martín Gill. Creo que está haciendo una Intendencia sin buscar enemigos, no veo que se debatan temas conflictivos, no hay una oposición que le haga ver determinadas cosas, creo que se busca resguardar como un Gobierno prolijo. Veo una gestión moderada.

 


 

Me gusta
Leer, ver documentales, el cine, las reuniones con amigos.

Me encanta
Viajar.

Me divierte
Me alegra ver felices a los demás, saber que a la gente le va bien.

Me entristece
El paso del tiempo, las pérdidas.

Me enoja
La mentira, la ingratitud.