Conocida la noticia sobre el fallecimiento del Loco, EL DIARIO se comunicó con el villamariense José Omar la “Pepona” Reinaldi, uno de los contemporáneos de Houseman, al que enfrentó en algunas ocasiones y con quien llegó a compartir algunos momentos en la selección argentina.
En primer lugar, Reinaldi contó: “Fuera de una cancha fue muy poco lo que pude convivir con él. Lo conocí en el año 1979 en la selección, donde jugamos algunos partidos y realizamos una gira”.
“Dentro del grupo, era una buena persona, un buen compañero, y como jugador creo que fue un grande que se destacó como campeón del mundo. Era un jugador bárbaro, desequilibrante al ciento por ciento”, destacó.
Para más, detalló que “era una persona muy introvertida, sin mucha participación dentro del grupo, pero no dejaba de ser alguien agradable para compartir un momento o una charla con él”.
“Desarrollaba toda su capacidad y su inteligencia dentro de la cancha. De lo que era fuera del campo de juego no puedo opinar mucho porque no lo conocí muy profundamente”, manifestó.
Por otra parte, el entrevistado relató: “También lo tuve como rival, él jugando para la Selección Argentina y yo para la de Córdoba en la inauguración del Chateau Carreras (NdR: en el año 1978, unos meses antes del Mundial) y en el Nacional de 1973, cuando él jugaba en Huracán, entre otros con Brindisi y Babington, y yo en Belgrano”.
“Era un futbolista muy difícil de enfrentar, sobre todo para los marcadores, porque tenía una gambeta muy ‘endiablada’”, añadió.
Al respecto, contó además que “cuando entrenábamos en la selección, César Luis Menotti hacía trabajos de uno contra uno y seleccionaba a Houseman, Valencia, Maradona y Ortiz para que atacaran a Pasarella y Trossero, entre otros. Eran unos duelos terribles”.
“Era muy difícil marcarlo sin hacerle falta, porque era un jugador muy desequilibrante, rápido e inteligente en el uno contra uno”, analizó.
Seguidamente, la Pepona aseguró: “Creo que después de Houseman no hubo otro jugador con su estilo. El fútbol fue evolucionando y fue sacando a aquellos jugadores que tenían una gran habilidad y mucho desplazamiento en lo individual”.
“Quedan muy pocos futbolistas con esa habilidad, porque el fútbol se ha hecho mucho más dinámico y aquellos que gambetean, que en definitiva son los que desequilibran, fueron desapareciendo”, lamentó.
Por último, para completar ese análisis, expresó: “Hoy si un jugador gambetea dos o tres veces y le quitan la pelota, a la gente no le gusta. Eso se debe a que el fútbol dejó de ser un espectáculo para pasar a ser un juego en el que se busca un resultado sin importar el cómo”.
“Entonces, los técnicos sacan a los jugadores que tienen esas destrezas, como las que tenía Houseman, y ponen a los que corren, hasta que van perdiendo y sacan a los que corren para volver a poner a los que juegan”, redondeó.
El recuerdo del Flaco Menotti
César Luis Menotti fue uno de los que expresó públicamente su dolor por el fallecimiento de René Orlando Houseman y remarcó que a pesar de su partida física “siempre estará presente en un potrero o en una gambeta”.
El Flaco, entrenador del equipo argentino campeón del Mundial 1978 y del Huracán de 1973 con Houseman como protagonista, manifestó que el Loco es de “esas personas que no se van nunca” y que siempre estarán “presentes” en “un potrero o en una gambeta”.
Menotti aceptó que Houseman “venía mal” de salud pero que siempre “salía ileso” de esas amenazas pero que “esta vez, lamentablemente, no pudo”.
En diálogo con radio Cooperativa (AM 770), Menotti recordó que un día Diego Armando Maradona le dijo que el “mejor del mundo” era Houseman y no él.
“Nunca razonaba y elegía lo mejor para todos, tanto para él como para el equipo”, rememoró.
“Un día en la cancha de Vélez tiró un túnel y yo cuando terminó el partido le dije: ‘Mirá que acá hay que jugar en serio’. Y me contestó: ‘En serio yo jugaba en la villa, que si perdía me tenía que ir corriendo para no quedarme sin ropa”, contó el Flaco con una anécdota que reflejaba el espíritu de Houseman.
Menotti también lamentó cómo atravesó sus últimos años “en manos del desorden social” y “ferozmente utilizado por el mundo de las dirigencias”.
“Nunca nadie lo cuidó. Aunque también era difícil, su vida era un torbellino”, concluyó Menotti.