RUGBY – Villamariense de exportación

Llevó sus enseñanzas a Medio Oriente hace 28 años y acaba de ser distinguido por la organización que nuclea al deporte de la ovalada en Europa. En diálogo con EL DIARIO, cuenta cómo es el rugby en Tierra Santa y dice que extraña “todo” de Villa María

En diciembre de 1990, Villa María exportó un maestro a Medio Oriente. Sin pizarras ni delantal, el maestro que desde entonces se radicó en Israel llevaba los cortos puestos y la ovalada bajo el brazo, con la cual hasta dio un paso por la paz en la región.

Era nada menos que Eduardo Cabral, quien aún hoy sigue enseñando en Tierra Santa, apasionado del rugby, aunque extrañe “todo” de Villa María, luego de 28 años de aquel viaje por un futuro.

Claro que lo de maestro no nace sólo de un “capricho” villamariense. El Gordo Cabral viene de ser homenajeado por Rugby Europe, nada menos que en Francia, por su labor realizada en Israel, donde sigue rodeado de niños, adolescentes y grandes que quieren aprender más del mundo de la guinda.

“Esa distinción fue porque en 2010 organizamos, con apoyo de la Comunidad Europea, un torneo en Budapest con la presencia del local (Hungría), Italia, la Universidad Ben Guión de Israel, donde estamos nosotros y equipos europeos, además del Lions Beit Jala de Belén, autoridad palestina. Entonces el mérito es que por primera vez había un encuentro deportivo con presencia de judíos y palestinos”, recordó Cabral a través de su WhatsApp, al ser consultado por EL DIARIO.

“La distinción es global. A los hechos y a la lucha por desarrollar el juego”, indicó.

–¿Cómo lo tomó personalmente?
-Un inmigrante sin idioma que llega a los estamentos más altos y representa al país en Europa es, ya de por sí, un hecho notable.

La distinción

La entidad que nuclea a las asociaciones de rugby europeo dio sobrados argumentos para distinguir al villamariense.

En el comunicado, primero repasa su Currículum.

Destaca que fue creador de escuelas M11 y M13 en el desierto de Naguev con jugadores de múltiples culturas, referí en el torneo FIRA M15 en Kiev, match commissioner de la FIRA desde 1999 hasta 2005, formado como director técnico en la FIRA y acreditado como entrenador de nivel 3 por la IRB, seleccionador nacional de Israel de varios niveles en categorías masculina y femenina, organizador y promotor de torneos y educación en Tag Rugby desde 2010 y promotor de los torneos Cross Border de 2006 y 2007 con presencia de equipos de Egipto, Rusia, israelíes y beduinos.

Además, colaboró con el Gobierno de Israel en la formación de maestros de Educación Física del distrito de Jerusalén para la práctica del tag rugby en las escuelas.

Después, la organización europeo señala: “Por todo esto, y por sus innumerables esfuerzos para hacer crecer el deporte del rugby en el estado de Israel, aplicando siempre los valores de pasión, integridad, solidaridad, respeto y disciplina; por su compromiso con la educación de futuras generaciones a través del rugby; por su entrega y dedicación durante más de 20 años en Israel, Rugby Europe desea presentar sus respetos y su más alto reconocimiento por su labor, agradeciéndole honesta y sinceramente por su trabajo realizado”.

El encuentro deportivo entre israelíes y palestinos fue una gesta inolvidable por la paz que hasta la cadena ESPN transmitió con diferentes documentales.

Entre tanto gesto por la paz, Cabral tuvo un papel preponderante.

Pionero

Antes de su viaje a Israel, el Gordo ya era una pieza importante del deporte villamariense.

Junto a un grupo de compañeros y amigos del rugby, fue uno de los pioneros del Jockey.

Precisamente, cuando se supo de la distinción a Cabral en Europa, el presidente de la Subcomisión de Rugby de los hípicos, Ricardo Pigni, destacó: “Eduardo nos formó, fue clave”.

“Para todos los que estamos en el rugby del club es un orgullo el premio y todo el reconocimiento que le hicieron. El junto a un grupo de personas dieron los primeros pasos para ser lo que hoy somos”, señaló.

Mientras, desde Israel, Cabral no esquiva a la nostalgia.

“De Villa María extraño todo”, afirmó. “Aquí (en Israel) llegué a cosas que allá son o eran lejanas, pero las raíces son únicas”, confesó.

Rugby israelí

Más allá de la incomodidad de escribir rápido por WhatsApp a la hora de la cena en Israel (de la merienda en Argentina), Cabral pudo dejar en claro algunos puntos sobre su visión del rugby, esa que lo llevó a ser un hombre escuchado en las canchas.

Por eso cuando se le pregunta sobre el estilo del rugby en el país donde reside, pone énfasis en la certeza de que “en el rugby no hay estilos, hay conceptos, y aquel que los logra desarrollar mejor es el campeón”.

“Argentina tenía conceptos desarrollados, pero en los últimos años está errática. Lo mejor de Argentina es el concepto de club y fuerza de la Unión correspondiente, en definitiva, la cohesión social. Eso aquí no existe como fundamento”, afirmó.

–¿Qué puede destacar como diferencia en el deporte que encontró cuando llegó usted allá?
-Aquí no hay clubes, hay equipos. El concepto de casa-club no existe.

–¿Eso es bueno o es malo? Imagino que adaptarse no es fácil para alguien que estuvo ligado a un verdadero club como Jockey…
-No fue una lucha desconocida para mí. La base fueron mis hijos y sus compañeros de escuela. La Unión Israelí colaboró con dos pelotas y el resto solo convicciones.

–¿Y cómo visualiza hoy el rugby israelí?
-Hace unos años el rugby israelí comenzó a hacer bien las cosas, con buena administración, programa técnico, desarrollo competencia en todas las edades y de sexos. Hay apoyo económico.

–¿Apoyo del Estado?
-Sí. Aquí todo es del Estado. Los deportes reciben según su estatus apoyo económico y el hecho de ser un deporte olímpico ha triplicado sus estatus y hay aportes de la Unión Mundial.

–¿Y el Estado se guía por resultados deportivos o es igual para todos el reparto?
-Según tu desarrollo, número de equipos, cantidad de participantes y partidos, resultados internacionales… Mucho combina, hay que saber encontrar la fórmula.

Lo que pudo hacer  Cabral es hallar la fórmula para vivir feliz junto a su familia. Bien lejos, en Israel. Allá donde un signo de paz es bienvenido. Y el rugby sigue dando signos valiosos.