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Guardián de la sierra de Velasco

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Guardián de la sierra de Velasco

DESTINOS/La Rioja/Anillaco

Escribe Pepo Garay ESPECIAL PARA EL DIARIO

Corazón del llamado “Corredor de la Costa”, el poblado cautiva con postales de montañas y cultura autóctona. El patrimonio de la zona y la curiosidad que despierta la figura de un tal Carlos Menem

élebre a nivel nacional por haber sido cuna de un tal Carlos Saúl Menem, Anillaco cuenta con suficientes virtudes como para cautivar al viajero por méritos propios. Varios son los atributos de la localidad riojana y sus alrededores, que viven bañados de montañas y encanto autóctono apenas 90 kilómetros al norte de la capital provincial y 700 al noroeste de Villa María.

El municipio hace las veces de corazón del llamado “Corredor de la Costa”, un circuito que se abraza con la preciosa sierra de Velasco y que desparrama bajo su ala aldeas perdidas en el tiempo, de gentes felizmente ajenas a los apuros del siglo XXI.

De esa guisa, naturalmente, se conforma el alma de Anillaco. Se aprecia clarito en la misma calle principal, la que sube tenuemente dejando ver viviendas antiguas y unas espectaculares vistas de cerros con mil quebradas. La miman también un puñado de alojamientos y negocios de productos regionales y paisanos tan, pero tan amables, tan sencillos, tan riojanos.

Son ellos los que realizan las cosechas de nueces, de olivas, de uvas… los viñedos se lucen en los costados. Siempre, pero siempre, embellecidos por cumbres inmensas. La postal se completa con un sol radiante y un clima seco y agradable.

 

En el centro y en los alrededores

Ya puestos a recorrer con la guía en la mano, surgen espacios como la bodega local, la iglesia San Antonio (levantada a mediados del siglo XIX frente a la plaza principal, destaca con sus muros de piedra y la ornamentación de su altar), la sede del Centro Regional de Investigaciones de La Rioja (Crilar, que genera visitas de investigadores de toda la Argentina y otras partes del mundo), el Museo de Ciencias Naturales y Antropología de Anillaco (Mucnaa, hogar de exposiciones dedicadas a la arqueología, la paleontología y la geología, por caso) y por supuesto, “La Rosadita” (de la que ya se hablará más adelante).

Conectados intrínsecamente con Anillaco, los pueblitos vecinos llaman al viajero con más cantos del “Corredor de la Costa”. Al sur, Aminga convida con su Iglesia de la Merced, su mercado artesanal, sus bodegas y la granja ecológica, favorita de los amantes del turismo rural.

Por su parte, el Señor de la Peña (algo más alejado, al sureste, por caminos secundarios), sorprende con lo que es: un tremendo peñasco de más de 10 metros de alto, cuya figura recuerda (de acuerdo a los locales, muy religiosos en su mayoría) al rostro de Jesucristo.

Al norte, en tanto (más viñedos, nogales y olivares para el deleite óptico), hay que señalar a los poblados rurales de los Molinos (que debe su nombre a los restos de molinos del siglo XVIII que lo habitan), Anjullón (sede del Museo Sacro de la Iglesia San Vicente Ferrer), San Pedro y Santa Vera Cruz.

Especial atención merece este último, merced a las panorámicas (más cercanas) de la sierra de Velasco, su iglesia de piedra y su singular y atractivo Castillo de Dioniso (erigido por el excéntrico artista y filósofo santafesino Dioniso Aizcorbi, quien también ungió al lugar de dulces jardines y esculturas).

 

“La Rosadita” y más

De regreso a Anillaco (en realidad, deambular por la zona es como seguir estando en el municipio), nunca está de más hurgar en las historias que despierta la figura de Menem. Casi tan amado como odiado, el expresidente dejó sus huellas fundamentalmente en la ya citada “Rosadita” (la casa ocupa una manzana entera en pleno centro, aunque ya no pertenece a la familia de origen sirio) y en el único hotel local (ayer sede de los desayunos de “El Carlos” y búnker de figuras de la política, la farándula y la prensa de Buenos Aires, cada vez que el mandatario volvía a su terruño de origen en “paseo oficial”).

Además, el Gobierno de La Rioja inauguró recientemente el Espacio Cultural Presidente Menem. Bizarro emprendimiento constituido por una casilla de madera, en cuyo interior descansa una estatua de Menem sentado en su escritorio. En el futuro, se prevé adosarle al lugar un museo.