La definición del juicio a la pareja que cometió nueve asaltos en poco más de 38 horas terminó en escándalo. Familiares de la joven agredieron verbalmente al fiscal y al juez, mientras ella explotaba en una crisis de nervios al ser detenida y esposada
El camarista René Gandarillas le impuso ayer penas de 10 años de prisión de cumplimiento efectivo a la pareja que, a mediados de noviembre de 2013, perpetró nueve arrebatos callejeros con la modalidad “motochorros” y el juicio terminó en medio de insultos, gritos y lágrimas.
En la audiencia final, Abraham Lucas Esteban Ferreyra (36) y Roxana Micaela Muga (21), fueron declarados coautores responsables de “robo calificado por el uso de arma de fuego reiterado” (cuatro hechos), “robo calificado por lesiones graves”, “robo reiterado” (cuatro hechos) y “tenencia ilegal de arma de fuego de uso civil”, tras lo cual se dispuso la inmediata detención de la joven, quien estalló en una crisis de nervios al momento de ser esposada por personal femenino de la Policía.
Ferreyra, quien se encuentra privado de la libertad desde hace poco más de 23 meses, fue también hallado culpable de dos hechos de “abuso de arma de fuego”.
La tercera y última jornada de este proceso oral, que había comenzado el lunes de la semana pasada y continuó el viernes, cuando el fiscal de Cámara, Francisco Márquez, solicitó condenas de 13 años de cárcel, terminó en medio de un escándalo que no pasó a mayores gracias a la presencia de personal policial y del Servicio Penitenciario de Córdoba.
En efecto, ni bien la secretaria Gabriela Sanz concluyó la lectura de la parte resolutiva de la sentencia, la condenada Muga comenzó a llorar desconsoladamente, al tiempo que Paola Beatriz Guzmán, una de las hermanas de la joven, la emprendía con insultos hacia el fiscal y el juez Gandarillas.
El incidente se circunscribió sólo al agravio verbal, ya que los uniformados evitaron que los exaltados familiares de la condenada pasaran a otro terreno.
De todos modos, por un par de minutos el quinto piso de Tribunales fue caja de resonancia de los improperios contra los funcionarios, mientras Muga imploraba, entre lágrimas, “no por favor… me quiero ir a mi casa, me quiero ir a mi casa”.
Cuando el recinto era desalojado, la joven le reclamó a un familiar que se llevara a su hermana, quien continuaba muy exaltada, y tras cartón empezó a suplicar: “No quiero ir a la cárcel, no quiero por favor… mi mamá se va a morir de tristeza, no la dejen sola por favor”.
En cambio, Ferreyra salió de la sala en el más absoluto de los silencios, aunque celosamente custodiado por tres agentes penitenciarios.
Media hora antes, al pronunciar sus “últimas palabras”, inconscientemente realizó una tácita confesión sobre su participación en los asaltos: “Pido que me den una posibilidad más, una oportunidad. Estoy arrepentido por lo que hice. Tengo dos hijos y ellos me necesitan. Por favor, se lo pido”, le rogó a Gandarillas.
Muga, a su turno, optó por guardar silencio.
Cabe recordar que la pareja cometió nueve asaltos en Villa María, entre las 11.50 del viernes 15 de noviembre de 2013 y las 2.30 de la madrugada del domingo 17 del mismo mes y año, es decir en apenas 38 horas y 40 minutos.