HUMOR VIAJERO
Por el Peregrino Impertinente
La Galería de la Academia de Florencia no sería ni el 10% de lo que es si no fuera por su célebre David. “Y Romero no sería ni el 10% de lo que es si no fuera porque el resto de sus colegas argentinos tienen menos reacción que la momia blanca”, salta un lector del montón, harto de tener que ver al arquero de la selección poniendo cara de “pasa que tengo graves problemas motrices” cada vez que se la mandan a guardar.
Pero mejor volver al David, una obra única en el mundo de las artes. Su autor ni siquiera necesita carta de presentación: el gran Miguel Angel. Genio que siempre destacó mucho más que sus cofrades, como Leonardo, Rafael, Donatello o Splinter.
Se trata de una escultura de más de cinco metros de alto, realizada en el despertar del siglo XVI casi íntegramente con mármol de carrara. “El material es perfecto para este tipo de trabajos: más duro que Marley haciendo una cobertura de la Creamfield de Londres”, observa el especialista en estatuas y eventos nocturnos Giorgio Merqueli.
Aquel viajero que tenga la suerte de visitar la Galería de la Academia podrá disfrutar del David en todo su esplendor. El cuerpo desnudo del famoso personaje bíblico (el que derrotó a Goliat, de acuerdo a crónicas TV muy poco fiables) destaca a partir de un trabajo casi perfecto.
“Casi”, decimos, porque son varios los críticos de arte que le reprochan a Buonarroti haber hecho la cabeza y las manos demasiado grandes en proporción al cuerpo “Eso: si era cuestión de hacer cosas desproporcionadamente magnas, el viejo este podría haber puesto el foco en otras partes”, opina desde vaya a saber dónde un acomplejado David, en un comentario que sin dudas merece la reprobación popular unánime y la quema de gomas de grupos ultraconservadores como “Amigos del no ponerla” en las puertas de EL DIARIO.