NOTA Nº 533, escribe Jesús Chirino
El pasado martes 22 se cumplieron 88 años del nacimiento del gran dirigente obrero Agustín Tosco. El próximo 29 de mayo se cumplirán 49 años de aquella gran rebelión popular en la cual los trabajadores y el estudiantado enfrentaron al régimen de la dictadura de Juan Carlos Onganía. El principal líder de esa revuelta fue Tosco, quien al fin de la misma fue condenado a prisión. En esa oportunidad la dictadura sufrió una derrota al perder autoridad y Onganía, presidente de facto, ya no pudo sostener que se quedaría décadas en el poder. El Cordobazo, como se llamó esa rebelión popular, hirió de muerte al gobierno de Onganía. Las jornadas de lucha del Cordobazo, que también se manifestaron en Villa María, tuvieron eco en todo el país y la conflictividad social se expresó de diferentes maneras a lo largo y ancho del territorio argentino. Tosco fue condenado por un tribunal militar a 8 años de cárcel, pero la fuerza popular logró que lo liberaran a los 17 meses. Mientras estuvo en prisión recibió la solidaridad de los trabajadores y estudiantes de todo el país. De Villa María le llegaron numerosas piezas postales, cuestión que el dirigente gremial valoró. Mientras tanto, el poder del dictador Juan Carlos Onganía siguió descascarándose, hasta que el 8 de junio de 1970 tuvo que retirarse de su cargo.
Interpretaciones
El Cordobazo logró romper la representación del poder de facto como algo invencible, como capaz de perdurar por largos años. Los sectores populares dejaron de interpretar que la dictadura tenía tanta fuerza que era imposible, e inútil, ofrecerle oposición. Lograr esto fue un largo proceso que se inició tiempo antes y tomó escena pública durante la rebelión. Luego de esos días ya no fue posible para la mayoría de los sectores pensar el poder dictatorial como algo monolítico. Es decir que la interpretación exitosa y extendida, hasta ese momento, del poder del gobierno de facto fue modificada.
El filósofo, lingüista y lógico austríaco, nacionalizado británico, Ludwig Josef Johann decía que le impresionaba que una interpretación pudiera verse. El politólogo argentino José Nun, en su libro “El sentido común y la política”, rescata la sensación de aquel pensador y da un ejemplo conocido de cómo puede verse una interpretación exitosa y las consecuencias que la misma puede acarrear al generalizarse y ser constitutiva de la realidad en la cual nos movemos. Nun se pregunta: ¿cómo logró Hernán Cortés con solo unos 200 hombres dominar a un ejército azteca de 20 mil guerreros? La respuesta que encuentra es que en 1519, año del desembarco en nuestro continente del español, coincidían los tres calendarios que utilizaban los aztecas, quienes esperaban que en ese tiempo regresara su divinidad Quetzalcóatl. Es por ello “que Moctezuma no dudase en darle la bienvenida al español y que éste aprovechara la oportunidad para presentarse en efecto como la reencarnación de la serpiente emplumada. Los aztecas tardaron 10 años en comprobar su error y cuando lo hicieron, ya era tarde. He ahí los efectos de la interpretación. Porque ¿a quién veían los aztecas cuando aparecía Hernán Cortés? ¿A Hernán Cortés o a Quetzalcóatl? Para suerte de Hernán Cortés, veían a Quetzalcóatl”.
Romper la imposibilidad dictada por nuestras interpretaciones
Siguiendo con el ejemplo que nos deja Nun, podríamos decir que durante el Cordobazo se quebró la imagen de gran poder que tenía la dictadura, a la vez que los sectores populares internalizaron la dimensión de sus propias capacidades generadas por la unión de diferentes colectivos como lo son el estudiantado y los trabajadores. El quiebre de las representaciones que nos deja en la inmovilidad o reducen todo al posibilismo, impidiendo las utopías, es por lo que luchamos los trabajadores. Si el sentido común de nuestros sectores interpreta que es invencible el poder de aquellos que restan derechos, de nada valdrá generar estrategias para oponerse. Ante cualquier alternativa surgirá la imposibilidad, o las justificaciones de lo que el poder opresor considera posible. Pero si modificamos esas interpretaciones y los opresores ya no son vistos como dioses, será posible ir por la conquista de derechos que tenemos postergados. Tosco lo tuvo claro y lideró un sector del gremialismo que no sólo interpretó su momento histórico, sino que también supo construir unidad con aquellos que pensaban diferente pero aspiraban a la construcción de una sociedad con mayor justicia social.
El agradecimiento de Tosco
Agustín Tosco, nacido en Coronel Moldes, cerca Río Cuarto, solía venir a la ciudad por su trabajo. Una visita que quedó registrada fue la realizada 3 años después del Cordobazo. Existe registro sonoro de su discurso en aquella oportunidad en la cual, en Villa María, compartió tribuna con René Salamanca. Inició su alocución diciendo: “Queridos compañeros, queridas compañeras de la ciudad de Villa María, en primer lugar quiero agradecerles profundamente a todos ustedes la solidaridad combativa que se expresó a través del largo tiempo que estuve en la prisión y que fue una eficaz contribución a la lucha popular, única causa, exclusiva causa que permitió que se me rescatara de las cárceles de esta infame y asesina dictadura”.
Sus palabras fueron claras y precisas, nombrando las cosas por su nombre, sin titubeos. Continuó señalando: “Recibí estando en Devoto, cuando aún era posible establecer algún tipo de correspondencia, muchas cartas de aquí, de Villa María. De compañeros, de amigos. Recibí también periódicos donde se informaba de esta lucha, de la participación de la lucha del pueblo de Villa María en defensa de los derechos de los compañeros presos políticos, sociales y estudiantiles. Como soy cordobés y he estado por mi trabajo muchas veces aquí en esta misma ciudad, recordaba, evidentemente con cariño, estas expresiones humanas que llegaban y tocaban nuestros sentimientos y que nos daban las fuerzas espirituales necesarias para mantenernos indeclinablemente de pié aún en la cárcel, enfrentando todos los atropellos a los que se ha visto sometido nuestro pueblo, especialmente desde el 28 de junio de 1966, cuando un golpe militar fascista usurpó el poder prometiendo un régimen corporativo por un lapso mínimo de 20 años”. De esta manera, Tosco agradeció a los villamarienses su solidaridad y participación en la lucha que lo sacó de la cárcel.